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Visita papal

El Papa Benedicto XVI ya está en España

Y el pontífice ha llegado con la polémica debajo del brazo.

Antes si quiera de aterrizar ha cargado contra el «agresivo» laicismo de la España de Zapatero añadiendo que es similar al de la Segunda República.

LA ESPAÑA MENOS CATÓLICA DE LA HISTORIA

Mientras se arremolinan a lo largo de la ruta papal personas y pancartas para dar la bienvenida a Joseph Alois Ratzinger en Santiago de Compostela, asociaciones laicas salen a la calle para protestar contra la visita del pontífice.

«Yo no te espero», exclaman tanto en gallego como en catalán, ya que el Papa también estará en Barcelona este domingo.

El líder del Vaticano ha llegado pues a la que los sociólogos califican como la España menos católica de la historia.

¿Su época de bastión del catolicismo ha quedado atrás?

Según los últimos sondeos del Centro de Investaciones Sociológicas (CIS), es la primera vez que la mitad de los jóvenes españoles, entre
15 y 29 años, no se declara católico.

La desbandada de este colectivo se ha acelerado en las últimas dos décadas, mientras que en el resto de la población ha pasado de un 87% a un 73%.

Asimismo, es la primera vez que los matrimonios civiles (94.993) superan a los católicos (80.174), según el Instituto Nacional de Estadística.

Para el politólogo Kerman Calvo, «durante muchos años parecía que ser católico formaba parte de ser español. Esto está cambiando porque los jóvenes ya no sienten ese vínculo, además de que mucha gente ha dejado de seguir las directrices de la Iglesia«.

Como en otras ocasiones, José Luis Rodríguez Zapatero -agnóstico declarado- no estará presente en los principales actos del pontífice, entre ellos la esperada consagración este domingo de la Sagrada Familia en Barcelona, el sorprendente e inacabado templo de Antoni Gaudí.

De hecho, hoy el presidente del Gobierno se encuentra de visita oficial en Afganistán, con dos de sus ministras, en apoyo a las tropas españolas.

Aunque la curia vaticana no se siente desairada por la ausencia, sí refleja unas relaciones tensas.

Lo cierto es que Benedicto XVI llega a España en plena aplicación de la nueva Ley del Aborto, que permite su aplicación durante las 14 primeras semanas de embarazo, algo que no le ha gustado nada a la Santa Sede.

Esta es la segunda vez que el Papa pisa suelo español. En la primera, hace cuatro años, el Vaticano ya veía con recelo al actual gobierno por la aprobación del matrimonio homosexual, la agilización del divorcio y la experimentación con embriones.

Pese a todo, Zapatero y Ratzinger tendrán un breve encuentro.

En todo caso, cabe pensar que si la entrevista entre ambos dirigentes en el aeropuerto de Barcelona es de carácter político, lo lógico sería aprovechar la ocasión para exigir al pontífice la máxima colaboración del clero con la justicia para castigar los delitos de pederastia.

O la necesidad urgente de que la Iglesia se financie con la contribución de sus propios fieles.

«En 2008 Sarkozy, jefe de gobierno de uno de los países más secularizados de Europa, defendía ante Benedicto XVI el concepto de laicidad positiva. Nosotros asumimos nuestras raíces cristinas. Ha llegado la hora de pasar de la laicidad negativa a la laicidad positiva en la que las organizaciones religiosas y el estado colaboran», recuerda la periodista Laura Daniele.

COSTE DE LA VISITA

La visita papal, en cualquier caso, tiene en vilo a buena parte de la sociedad española.

En Santiago de Compostela, una ciudad con escasos 100.000 habitantes, se espera que reciba a otras 200.000 personas que vienen desde diferentes rincones del país.

«Esta es la tercera visita de un Papa en 1.200 años a Santiago. Las dos anteriores, con Juan Pablo II, fueron determinantes para el relanzamiento del Camino de Santiago o su declaración como Primer Itinerario Cultural Europeo», ha señalado el alcalde de la localidad, Xosé A. Sánchez Bugallo, para salir al paso a las críticas por los altos costes que acarreará el tour papal.

La asociación Europa Laica -en representación de una plataforma de colectivos laicos- ha denunciado que esta visita le costará a todos los contribuyentes unos 5 millones de €: «La ciudadanía no tiene por qué costear las visitas y viajes pastorales de quien viene a predicar en contra de las leyes aprobadas por el Parlamento».

Las administraciones gallega y catalana sostienen, en cambio, que la visita generará ingresos muy superiores a los gastos.

DEFENSA DEL CATOLICISMO

«El fenómeno de secularización que vive todo el occidente europeo convierte en urgente la tarea de evangelización para anunciar a Jesucristo y su evangelio», expresó ayer el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach con motivo de la visita del Papa.

Por su parte, desde varias asociaciones católicas, denuncian la crisis que viene sufriendo la familia española por «leyes que pretenden sustituir la familia tradicional, el sexo por el género y la procreación por sistemas artificiales fuera del matrimonio».

Sea como fuera, si los ciudadanos tienen que escuchar al Papa condenar leyes democráticas o criminalizar el uso del preservativo a costa del contagio del SIDA, quizá convendría -pr qué no- que el jefe del Estado Vaticano escuchara también lo que opinan millones de ciudadanos que no odian las sotanas sino que simplemente exigen que se cumpla la Constitución en un Estado aconfesional.

Máxima expectación pues ante la visita papal entre hoy y mañana.

Se estima que medio millón de personas se acerquen a la capital catalana para saludar al sumo pontífice cuando se desplace en el tradicional Papa Móvil.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

Pena de muerte

AMNISTÍA INTERNACIONAL acaba de sacar a la luz su último video de denuncia. Y lo ha hecho con acierto.

Este organismo tuvo noticia de al menos 714 ejecuciones durante el año pasado, produciéndose la inmensa mayoría en Irán, Irak, Arabia Saudí y Estados Unidos.

Se calcula que 2001 personas fueron condenadas a muerte en 56 países. Estas cifras, en todo caso, son estimaciones mínimas; las cifras reales ni se conocen.

Este total no incluye las miles de ejecuciones que presumiblemente se consumaron en China.

Las autoridades chinas, si bien afirman tener como objetivo reducir el uso de la pena capital, continúan utilizando las ejecuciones para demostrar que las actividades consideradas dañinas para la estabilidad social se tratarán con mano dura. En 2009, esto se tradujo en una rápida y enérgica respuesta a los disturbios de la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang, la corrupción y el narcotráfico. Además, dos hombres fueron ejecutados en 2009 por participar en los disturbios de la Región Autónoma del Tíbet que se produjeron un año antes.

En Irán, donde fueron ejecutadas como mínimo 388 personas, la pena de muerte siguió aplicándose en casos políticos, en los que la acusación suele ser “enemistad contra Dios”.

En 2009, Arabia Saudí ejecutó a 102 personas y Pakistán a 36. En todos estos casos -ya digo- las cifras son estimaciones mínimas. En Estados Unidos, donde la información sí es pública, se llevaron a cabo 37 ejecuciones en nueve Estados.

También en Sudán la aplicación de la pena de muerte siguió marcada por deficiencias y arbitrariedades judiciales. Y a menudo -según Amnistía- se basó en juicios sin garantías y en pruebas obtenidas bajo tortura, y se utilizó como medio para controlar la oposición política en el país.

Llama la atención, además, que tanto Irán como Arabia Saudí son los dos únicos países en los que se ejecutaron a menores de edad, lo que constituye una flagrante violación del derecho internacional.

Pero no sólo los intereses políticos son óbice para llevar a cabo tales ejecuciones. También la machista sociedad musulmana castiga la homosexualidad en algunos países. Ser gay se considera un delito «grave» en  regímenes represivos como Irán, Arabia Saudita, Yemen, Sudán, Afganistán y Pakistán a los sospechosos se les aplica la pena máxima, bien la muerte en la horca o cadena perpetua.


En países islámicos -relativamente moderados- como Argelia, Túnez, Jordania, o Turquía hay más tolerancia hacia la homosexualidad, pero, igualmente, se castiga con multas o penas de encarcelamiento.

A nivel global, en los 25 países que todavía hoy siguen aplicando estos métodos de ejecución figuran el ahorcamiento, por arma de fuego, la decapitación, la lapidación, la electrocución y la inyección letal.

Film: «Pena de Muerte» (1995)

Hasta hace bien poco, hasta el siglo XVIII, la potestad de la sociedad de aplicar la pena de muerte en determinados casos a uno de sus individuos, no se discutía.

ORÍGENES

La primera referencia documentada contraria a su aplicación se circunscribe a un suceso puntual. En el año 427 a.c., Diodoto, argumentando que esta pena no tenía valor disuasorio, convenció a la Asamblea de Atenas de que revocara su decisión de ejecutar a todos los varones adultos de la ciudad rebelde de Mitilene.

Por su parte, Jayawardene, en «La pena de muerte en Ceilán», explica que en el primer siglo después de Cristo, Amandagamani, rey budista de Landa (Sri Lanka) abolió la pena de muerte durante su reinado, y que lo mismo hicieron varios de sus sucesores. Al parecer, a principios del siglo IX de nuestra era, el emperador Saga de Japón también suprimió la pena de muerte.

Tomás Moro (1478-1535), víctima él mismo de la pena de muerte (acusado de alta traición por no reconocer la legalidad del divorcio de Enrique VIII y Catalina de Aragón), en su obra «Utopía» se manifestó en contra con estas palabras:

«Dios prohíbe matar. ¿Y vamos a matar nosotros porque alguien ha robado unas monedas? Y no vale decir que dicho mandamiento del Señor haya que entenderlo en el sentido de que nadie puede matar, mientras no lo establezca la ley humana. Por ese camino no hay obstáculos para permitir el estupro, el adulterio y el perjurio. Dios nos ha negado el derecho de disponer de nuestras vidas y de la vida de nuestros semejantes. ¿Podrían, por tanto, los hombres, de mutuo acuerdo, determinar las condiciones que les otorgaran el derecho a matarse?»

Víctor Hugo (1802-1885), un gran pensador, pudo desarrollar una importante labor de divulgación de sus ideas sociales, siempre en defensa de los desfavorecidos. La pena de muerte era una de sus preocupaciones, y fue un firme defensor de su abolición.

«Y creéis que porque una mañana levanten una horca en sólo unos minutos, porque le pongan la soga al cuello a un hombre, porque un alma escape de un cuerpo miserable entre los gritos del condenado, ¡todo se arreglará! ¡Mezquina brevedad de la justicia humana! (…) Nosotros, hombres de este gran siglo, no queremos más suplicios. No los queremos para el inocente ni para el culpable. Lo repito, el crimen se repara con el remordimiento y no por un hachazo o un nudo corredizo. La sangre se lava con lágrimas y no con sangre.»

Sin duda, el impulso mayor de NO A LA PENA DE MUERTE se produjo tras la Segunda Guerra Mundial. A medida que fue creciendo el movimiento en pro de los derechos humanos fue aumentado también la tendencia a favor de la abolición de la pena capital. Primero la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por parte de las Naciones Unidas en 1948.

Y, posteriormente, el Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, destinado a abolir la pena de muerte (1989), junto con distintos documentos regionales, fueron consolidando el movimiento abolicionista.

+ info en Amnistía Internacional

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

Los misterios de Fátima

Hoy concluye  la visita del Papa Benedicto XVI a Portugal. Cuatro días en los que el Pontífice ha hecho -si se puede considerar así- un amago de autocrítica. Ayer mismo, en Lisboa, asumía los pecados de la Iglesia (al afirmar que el enemigo está dentro de sus filas) en una condena firme de los abusos pederastas cometidos por religiosos, y que han salido a la palestra en los últimos meses.

Se cuentan por 3.000 los casos de pedofilia en ocho años, que el organismo eclesiástico reduce a 300.

Sea como fuere, lo cierto es que Joseph Ratzinger ha visitado el país luso por primera vez para conmemorar el 93º aniversario de las apariciones de la Virgen a tres jóvenes pastores.

Hagamos un poco de Historia. Los hechos sucederían desde el 13 de mayo hasta el 13 de octubre de 1917Lucía dos Santos -de diez años- y sus primos, JacintaFrancisco Marto -de seis y nueve años respectivamente- relatan que sintieron el reflejo de luz que se aproximaba. Y cómo vieron a una Señora vestida de blanco surgir de una pequeña encina. Los niños aseguraron que se trataba de la Virgen María, la cual les pidió que regresaran al mismo sitio el 13 de cada mes durante seis meses.

En posteriores retornos los niños fueron seguidos por miles de personas que se concentraban en el lugar para ser testigos de las apariciones. Entre las recomendaciones, según los testimonios de los niños, la Virgen hizo hincapié en la importancia del rezo del rosario para la conversión de los pecadores y del mundo entero. Además, habría pedido la construcción de una capilla en el lugar, capilla que fue el germen del actual santuario.

Se dice que la Virgen apareció otras cinco veces a lo largo de ese año. En el tiempo que sucedieron las apariciones, la Virgen realizó varias profecías, recomendaciones y entregó tres mensajes conocidos como Los tres secretos de Fátima.

Se afirma que tres mensajes fueron entregados por la Virgen María a Lucía, la mayor del grupo. El primer secreto mostraba una visión del infierno mientras que el segundo hablaba de cómo reconvertir el mundo a la cristiandad. El texto del tercer misterio se mantuvo en secreto por muchos años y sólo fue revelado por el Papa Juan Pablo II el 26 de junio de 2000.

Interpretaciones de católicos afirman que el segundo misterio pronosticó la re-conversión de Rusia (en esas mismas fechas se realizó la Revolución rusa que dio lugar al primer estado socialista de la historia) al cristianismo. Y consideran que con la desintegración de la URSS en 1990 la profecía se ha cumplido. También se especula que en el tercer mensaje se profetizaba el atentado contra la vida del papa Karol Józef Wojtyła. Acontecido el 13 de mayo de 1989 en la Plaza de San Pedro, por el turco Ali Agca.

Además, según creyentes, la Virgen María predijo el final de la Primera Guerra Mundial (la cual terminó al año siguiente), así como la muerte prematura de Francisco y Jacinta. Francisco moriría el 4 de abril de 1919 y Jacinta diez meses después. Ambos serían beatificados a posteriori por la Iglesia Católica.

Desde las primeras noticias sobre las apariciones de la Virgen de Fátima, los Papas se mostraron acorde a los acontecimientos.

  • Pío XI entre otras manifestaciones públicas de simpatía, concedió el dia 1 de octubre de 1930 una indulgencia especial a los peregrinos de Fátima.
  • Pío XII consagró la humildad al Inmaculado Corazón de María el 31 de octubre de 1942.
  • Juan XXIII visitó como peregrino el lugar de las apariciones y, más tarde, legó en testamento su cruz pectorial al Santuario de Fátima.
  • Pablo VI fue el primer Romano Pontífice que visitó Fátima para conmemorar el cincuentenario de las apariciones, el 13 de mayo de 1967.
  • Juan Pablo II visitó personalmente el lugar de las apariciones en dos ocasiones, el 13 de mayo de 1982 y el 13 de mayo de 1991.

Sor Lucía moriría en 2005 en el convento de Coimbra, a los 97 años.

En definitiva, estos tres pastores de la Portugal de antaño han dejado tras de sí una manera de pensar, de creer en la Iglesia Católica a lo largo y ancho del Mundo.

Fátima, cuyo santuario recibe anualmente 4 millones de peregrinos. Eso es nada. Todo por una aparición, por un relato que tuvieron de la Virgen hace 93 años.

Hasta aquí, todo queda conforme.

Lo que no queda claro es que el actual Papa Benedicto XVI -ante medio millón de personas entre fieles, sacerdotes, diáconos y seminaristas- haya afirmado estos días que el aborto y los matrimonios entre personas del mismo sexo son opuestos al «bien común», definiéndolo como «lo más insidioso y lo más peligroso».

Palabras y más palabras.

Pero si mirásemos al fuero interno de la curia católica y romana, habría mucho que criticar, mucho que reconocer como negativo, como antítesis de lo que la sociedad pide a día de hoy. A la vista están los últimos casos escabrosos de ciertos sacerdotes con sus actos más que criticables.

¿Dónde está esa Iglesia que ha de avanzar como lo hacen los países y los ciudadanos del siglo XXI? Es decir, progresar a lo que somos hoy. Saber pedir perdón por las atrocidades durante tantos siglos, ser consciente de por dónde vamos. Y no demonizar a ciertos sectores de la sociedad, a las familias monoparentales, a las ideas más o menos de izquierdas.

De lo que se trata es de respetar. De no seguir dando auto de fe si con ello se frenan las libertades de las personas. ¿Quién es el máximo responsable de las actuaciones individuales, si no uno mismo con su verdad, con su manera de vivir, de pensar o de actuar?

Que no nos digan lo que tenemos que hacer. Que no nos traten como malos individuos por el hecho de ser consecuentes con una manera de pensar; con una manera de ser. ¿Por el simple hecho de pensar diferente?

¿Qué es el bien o el mal? ¿Quién es mejor o peor’ ¿Qué es la belleza, la perfección, lo ideal?

Que cada uno que se responda a estas preguntas para reconocerse.

Una última pregunta:

¿La Iglesia Vaticana Apostólica Romana es, de verdad, lo mismo que la Iglesia Misionera? ¿Esos que están a pie de calle, que hacen todo lo que esté a su alcance por la gente necesitada, quienes no ponen etiquetas a las personas según su raza, color, ideología o sexo? ¿Aquellos que -bajo manga- (¡no se vaya a enterar la curia!) ofrecen profilácticos para que los que no tienen la suerte de tener una educación caigan a formar parte de la triste y larga lista de millones de seropositivos en continentes como África o Sudamérica?

Yo sí sé la respuesta. Sé en lo que creo. En la bondad. No hacen falta apariciones.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán