«Vivíamos a cuatro kilómetros de la costa, protegidos por un bosque y unos arrozales. Siempre nos quejábamos de no poder ver el mar. Después del seísmo salimos de casa y en lugar del jardín estaba el Pacífico»
(palabras de Aoki Sekimura, un ciudadano de Sendai– capital de la prefectura de Miyagi)
Uno de los terremotos (9.0 en la escala Richter) más feroces de la historia de Japón ha desencadenado esta madrugada un tsunami que se extiende por el Pacífico.
El mayor que se recuerda desde que se empezaron a contabilizar y medir los movimientos sísmicos en el mundo.
¿Qué es un tsunami?
Se trata de una ola gigante o una serie de olas que llegan a la costa cada 15 o 20 minutos, empujadas violentamente por una fuerza que las desplaza en vertical.
La primera ola no suele ser la más alta, sino que es muy parecida a las normales; después se produce un impresionante descenso del nivel del mar seguido por la primera ola gigantesca, y a continuación por varias más.
El término es de origen japonés -compuesto de tsu que significa puerto y de nami que significa ola- y fue adoptado en un congreso de 1963.
¿Porqué se originan?
Los terremotos son la mayor causa de tsunamis, aunque también pueden provocarlos volcanes, meteoritos, derrumbes costeros o subterráneos e incluso explosiones de gran magnitud.
Para que un terremoto origine un tsunami el fondo marino debe ser movido abruptamente en sentido vertical, de modo que el océano es impulsado fuera de su equilibrio normal. Cuando esa inmensa masa de agua trata de recuperar su equilibrio, se generan las olas. En este caso, el movimiento de placas tectónicas que origina el terremoto tiene su origen en las profundidades marinas.
¿Qué determina su tamaño?
La magnitud de la deformación vertical del fondo marino. Existen escalas para describir la energía de los tsunamis, aunque, a diferencia de los terremotos, se basan fundamentalmente en las manifestaciones en la costa.
¿Qué velocidad pueden alcanzar?
Dependerá de la profundidad del océano y de la fuerza con la que se ha proyectado desde el fondo marino. A mayor profundidad, más baja será la ola y viajará con mayor rapidez. Puede alcanzar los 32 kilómetros por hora en mar abierto. Cuando llega a zonas costeras, pierde velocidad pero gana altura.
¿Se pueden predecir?
Aunque no hay mecanismos para predecir terremotos, sí los hay para alertar del tsunami antes de su llegada a la costa, pues su velocidad de propagación es mucho menor que la de las ondas sísmicas del terremoto.
¿Cómo se alerta de un tsunami?
En el Pacífico hay un sistema de alarma que funciona en Japón y Estados Unidos. Se estableció después de que en 1946 el tsunami que siguió a un terremoto en las islas Aleutianas causara 165 muertos en Hawai y Alaska.
¿Dónde ocurren con mayor frecuencia?
Cualquier océano puede experimentar un tsumani pero es más habitual que ocurran en el Pacífico, cuyas márgenes son asiento de terremotos de magnitudes considerables (especialmente las costas de Chile, Perú y Japón). Sin embargo, también se han dado olas gigantes importantes en el Atlántico e Indico, y en el mar Mediterráneo.
¿Desde cuándo se registran estos fenómenos?
Un gran tsunami acompañó los terremotos de Lisboa en 1755, del Paso de Mona de Puerto Rico en 1918 y de Grand Banks de Canadá en 1929.
El seísmo de Lisboa, el 1 de noviembre 1755, tuvo su epicentro en el mar, al suroeste del Cabo San Vicente, y sus olas de doce metros arrasaron las costas de españolas Huelva y Cádiz causando unos 2.000 muertos.
No sé qué significarán los últimos gran terremotos acontecidos en Nueva Zelanda y Japón. No quiero sonar agorero pero, con estos comportamientos de la naturaleza, el futuro no parece ser nada prometedor.
Una y otra vez -cada vez con más frecuencia- se repiten los desastres ecológicos. Eso significa que, quizá algo estaremos haciendo mal en cuanto a contaminación y sobre-explotación de los recursos naturales.
Palabras de Eiko, una mujer de avanzada edad:
«Vivimos en las laderas de los volcanes y suspendidos sobre el océano en el cruce de cuatro placas tectónicas. Japón tiene que repensarse a sí mismo si quiere tener un futuro»
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© Iñigo Ortiz de Guzmán
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