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La Constitución y la moral

En el Congreso de los Diputados ya no se habla de establecer la igualdad de hombre y mujer en el acceso a la Corona o de reformar el Senado, sino de la “estabilidad presupuestaria” -que queda fijada por mandato constitucional-.

Se nos dice que la intención es calmar a los mercados, al Banco Central Europeo y al eje franco-alemán con el objetivo de salvar a nuestro país de una intervención.

Cuando, en definitiva, no es más que un corsé permanente al gasto público en España.

La idea es que para 2020 todas las Administraciones -central, autonómica y local- tendrían prohibido por la Constitución gastar más de lo que ingresan.

Lo curioso es que lo que había resultado imposible durante siete años -poner de acuerdo a PSOE y PP en una reforma constitucional- se ventilara el pasado 22 de agosto.

Por sorpresa y en diez minutos (los que tardó el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en ofrecerla y Mariano Rajoy, líder del PP, en aceptarla).

La realidad es que la reforma se ha encontrado con la hostilidad de un sector de la opinión.

Se habla de “golpe de Estado financiero”, de “golpe a la democracia”, de “ruptura del consenso constitucional”, etc. Términos que coinciden con el resurgimiento del 15-M después del paréntesis papal.

Guste o no, lo cierto es que la iniciativa por acuerdo del PSOE y el PP es perfectamente legal. Si es o no democrática dependerá del concepto de democracia que se tenga. Pero legal, es.

Nada puede obligar a convocar un referéndum como no sea el voto favorable de 35 diputados o 26 senadores.

Pero bien es cierto también que , aunque el referéndum no sea legalmente obligatorio, lo es moralmente dada la trascendencia de lo que se reforma.

Pero -afirma Ramón Cotarelo, catedrático de Ciencias Políticas- «aquí aparecen discrepancias. Para unos, el tope del déficit es enterrar el Estado del bienestar; para otros, es una garantía del Estado del bienestar. Si no hay acuerdo mayoritario, la obligación moral se debilita.»

Socialistas y populares argumentan que se “requería tal medida a fin de salvar el Estado del bienestar”.

Lo que no deben de saber es que España es el país de la UE-15 que tiene el gasto público social por habitante más bajo.

Por lo que se hace difícil de entender cómo mayores recortes de tal gasto van a corregir el enorme déficit de gasto público social.

Una respuesta a esta contradicción podría ser la aportada por dirigentes conservadores de persuasión neoliberal, como dirigentes del Partido Popular, que han subrayado que el descenso del gasto público (incluyendo el social) estimulará la economía.

Pero como bien han señalado economistas de la talla de Joseph Stiglitz, Paul Krugman o Dean Baker, las políticas de recortes de gasto público (incluyendo gasto público social) en este momento de recesión son contraproducentes. Entienden que reducirían todavía más la demanda de bienes y servicios (estancada como resultado de que la población está enormemente endeudada).

Grecia, Irlanda y Portugal están mostrando que la reducción del gasto público les está abocando a una continua recesión.

Mejor ejemplo de lo que no se debe hacer, imposible.

Con todo, la medida permitirá un déficit tope de un 0,4% del PIB. Un porcentaje excesivamente bajo.

En realidad, en los últimos 20 años, tal como subraya David Lizoain, ni la zona euro, ni la OCDE en su conjunto tuvieron un déficit estructural inferior al 0,4% ni un sólo año.

Alemania lo consiguió sólo un año; EEUU, tres años, y el Reino Unido, cuatro.

El politólogo Vicenç Navarro afirma que es poco probable que las fuerzas que están pactando el déficit del 0,4% favorezcan un incremento sustancial de los impuestos y de su progresividad (los ricos en España tributan sólo el 20% de lo que tributan los ricos en Suecia).

En realidad, durante estos últimos 15 años, ambos partidos han estado reduciendo los impuestos, debilitando su progresividad.

El tipo efectivo del IRPF que abonan las rentas más altas se ha reducido en 18 puntos, la gran empresa tributa un 10% menos por sus beneficios y la banca se ha beneficiado de la enorme tolerancia, cuando no complicidad, de las autoridades públicas hacia el fraude fiscal.

En realidad, lo que estamos viendo ahora es la repetición de lo que ocurrió en el periodo 1993-2008.

La reducción del déficit público -requerido por el criterio de Maastricht-, se consiguió a costa, no de aumentar los impuestos (que en realidad bajaron, sobre todo en las rentas superiores, reduciéndose un 37% para las rentas de más de 300.000 euros), sino de disminuir el gasto público y sobre todo el gasto público social.

En España, los déficits públicos siempre se han reducido a costa de su Estado del bienestar.

Creerse que ahora va a ser diferente es ignorar el temor del Estado español (tanto central, como autonómico) a enfrentarse con aquellos colectivos de mayores ingresos (que obtienen sus ingresos de las rentas del capital) y que no aportan al Estado lo que aportan sus homólogos en la UE-15. Así de claro.

Y lo más tremendo de todo es que, a los mercados, la dichosa reforma constitucional muy probablemente les importa un bledo.

 

Zapatero hizo mal al no consultar al partido, ¿no hace mal el partido al no consultar a los ciudadanos?

Y ¿qué ocurriría si se incumple esa norma constitucional? Pues puede que nada. De hecho, el Pacto de Estabilidad, contenido en el Tratado de la Unión desde 1997, limita al 3% del PIB el déficit máximo de los Estados y ha sido incumplido por la práctica totalidad de los países sin ninguna consecuencia práctica.

Esto es política de Estado, sí señor.

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© Iñigo Ortiz de Guzmán

El pepino nacional

Ahora resulta que los alemanes éramos nosotros.

En la crisis desatada por los pepinos «criminales» los españoles hemos hecho de alemanes y los alemanes han hecho de españoles.

Aunque sólo sea por una vez, la crisis ha dinamitado los estereotipos nacionales. El modo improvisado, chapucero y temerario con que las autoridades de Alemania han gestionado la crisis parece, de hecho, mucho más propio de nuestras autoridades que de las suyas.

A la senadora de Sanidad de Hamburgo, Cornelia Prüfer-Storks, ni siquiera se le ha pasado por la cabeza la posibilidad de dimitir, pese a haber acusado públicamente en falso a los pepinos andaluces de ser los causantes de la muerte de -hasta ahora- casi una veintena de personas.

En realidad, se ha limitado a hacer lo que haría cualquier político español de raza: poner cara de incredulidad y sorpresa cuando se le pide que considere la opción de dejar el cargo.

En vez de imitar la severa ejemplaridad con que los políticos alemanes acostumbran a purgar sus pecados, Prüfer-Storks se ha limitado a escurrir el bulto y a eludir la abrumadora responsabilidad de haber causado pérdidas millonarias a miles de familias.

Después de no sabemos cuántas pruebas, al final nuestros pepinos se ve que son tan fiables como un buen motor alemán, y por supuesto inocentes de los crímenes que con tanta ligereza les habían atribuido.

Pero, ¿quién pagará por la crisis?

A pesar de la rectificación de la Administración alemana -que constituye un alivio para los agricultores españoles-, sin embargo el daño provocado por la acusación precipitada de la ministra alemana ya está hecho.

Los horticultores han perdido una gran cantidad de dinero (200 millones de euros semanales, según ellos), y la sombra de la sospecha sobre sus productos probablemente tarde semanas, o meses, en disiparse.

Por eso hace bien la ministra de Medio Ambiente, Rural y Marino, Rosa Aguilar, en anunciar que el Gobierno exigirá indemnizaciones a la Unión Europea para paliar los daños ocasionados.

Una actitud que contrasta con la de la dirigente del PP Soraya Sáenz de Santamaría, que no desaprovechó la oportunidad para sacar rédito político al drama de los agricultores atacando al Ejecutivo por su supuesta “debilidad”.

Si alguna debilidad pone de manifiesto la crisis de los pepinos, es la de la UE en la gestión de situaciones como esta, para evitar que unas afirmaciones infundadas puedan provocar perjuicios enormes a todo un sector económico de un Estado miembro.

Una unión económica, además de la libre circulación de mercancías y capitales, exige también el establecimiento de antídotos que eviten la ‘contaminación’ de unas afirmaciones irresponsables.

¿QUÉ ES LA E.COLI?

E. coli es la abreviación de Escherichia coli, un tipo de bacteria que está presente en el intestino de los seres humanos y otros animales.

La mayoría de las cepas son inofensivas, pero algunas son capaces de producir toxinas que causan síntomas como cólicos severos y diarrea.

CREENCIA SOBRE ESTE BROTE

La Organización Mundial de la Salud asegura que la variante «nunca había sido vista en una situación de brote anterior».

Las bacterias son capaces de intercambiar genes entre diferentes cepas y especies, lo que podría explicar el nacimiento de esta nueva forma de E. coli.

Expertos creen que esta variante posee una combinación mortal: produce una toxina que daña los riñones y además se adhiere muy bien al intestino, permitiendo que más bacterias crezcan.

EFECTOS SOBRE LA SALUD

El brote está causando infecciones graves y, en algunos casos, está afectando la sangre y los riñones.

Una complicación inusual de algunos tipos de E. coli, el síndrome urémico hemolítico (HUS, por sus siglas en inglés), también ha sido detectado en cientos de casos actuales de personas entre los 16 y 60 años.

«Es extremadamente raro que personas de estas edades presenten SUH,» dice la Agencia de Protección de la Salud.

Sus síntomas incluyen diarrea hemorrágica y fiebre. En casos severos, puede causar crisis epilépticas. El HUS puede ser fatal porque puede ocasionar problemas renales crónicos en los adultos.

Los síntomas pueden tardar hasta ocho días en aparecer.

OTRAS CRISIS ALIMENTARIAS

Cuenta la Biblia que Dios envió a los egipcios diez plagas para que dejara salir a los hebreos rumbo a la tierra prometida. Dicen los historiadores y científicos que, aparte del relato de la Biblia, estas plagas se produjeron por diversas causas naturales entre los años 1279 y 1213 antes de Cristo.

Algunas de esas plagas, como la de las langostas que devoraban el grano, causaron las primeras crisis alimentarias de la historia.

Desde esas primeras crisis hasta la del pepino actual son muchas las que se han sucedido.

En España, la crisis más grave que se ha producido en las últimas décadas fue la derivada del consumo de aceite de colza.

El primer caso de un afectado, un niño madrileño de ocho años, salió a la luz en 1981.

En total 4.537 personas fallecieron y más de 20.000 resultaron afectadas, muchas de las cuales sufren todavía importantes secuelas, como problemas crónicos, hipertensión, lesiones neurológicas y daños en el hígado, así como problemas digestivos.

La causa de la intoxicación estaba en un aceite comprado en Francia, que se desnaturalizó con anilina para importarlo a España. Se vendió de manera fraudulenta como sustituto del aceite de oliva apto para el consumo humano, aunque era para uso industrial.

El aceite de oliva volvió a ver salpicado por el escándalo en 2001, cuando se encontraron altos niveles (de hasta 400 veces superiores a los tolerables) de benzopirenos, potencialmente cancerígenos, en el aceite de orujo español, un refinado más barato que el aceite de oliva virgen.

Pero, sin duda, la crisis de las vacas locas ha sido la más relevante a nivel mundial en los últimos años.

El primer caso surgió en 1996, cuando los científicos tuvieron las primeras evidencias de que la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) podía transmitirse a las personas al comer carne contaminada con priones.

Este consumo producía una enfermedad irremediablemente mortal, una patología neurodegenerativa de graves consecuencias.

Surgió por un inadecuado control en las materias primas con las que se hacían los piensos animales.

Y ahí es donde se demostró que Europa no lo estaba haciendo bien en el ámbito de la seguridad alimentaria. De esa manera, se decidió homogeneizar los controles en el continente.

Pero lo errores se repiten una y otra vez, tal y como se ha demostrado con la acusación a España por parte de Alemania.

Y erre que erre.

© Iñigo Ortiz de Guzmán

+ info en Gripe A, un año después

Reflexión tras el 22M

Arrollado, noqueado, son algunos calificativos que se oyen.

Es José Luis Rodríguez Zapatero.

El gran perdedor de las elecciones regionales y municipales del 22 de mayo.

Tal resultado -la pérdida de 2 millones de votos- se interpreta claramente como un castigo a la pobre gestión de la crisis económica hecha por Zapatero y su gobierno y lo que muchos perciben como falta de respuestas al drama de 4,9 millones de desempleados; recuerdo, el índice más alto de la Unión Europea.

El mensaje de las municipales para el PSOE está más que claro.

Las siguientes elecciones generales se pueden parecer mucho a las de 1982, salvo por una diferencia nada sutil. Que esta vez Felipe se llamará Rajoy, y es del PP.

Hay que remontarse 30 años para encontrar algún otro momento de la democracia con una concentración de poder equiparable al que puede que esté por venir.

Ni Zapatero ni Aznar alcanzaron jamás una supremacía como la que hoy roza el PP.

No es por méritos de Rajoy, que ya le ven. Es por la enorme distancia que hoy separa al PSOE de su electorado natural.

Zapatero insiste en culpar a la crisis y evita cualquier autocrítica. Se equivoca.

No ha sido sólo la crisis, sino cómo se gestionó.

Todos los países europeos han afrontado recortes durísimos en los presupuestos, pero no todos han repartido la factura igual. Hasta Merkel, en Alemania, puso un impuesto extra a las eléctricas. Hasta Cameron, en Reino Unido, ha subido los impuestos a las petroleras del Mar del Norte.

Zapatero, mientras tanto, adoptó todo el paquete liberal y -como gran gesto de izquierdas en un país dónde las grandes empresas han cerrado el 2010 con beneficios récords- se conformó con coquetear con un impuesto para los más ricos del que se habló mucho un verano, pero que nunca llegó.

Se equivocan también en el PSOE quienes creen que la solución a esta debacle pasa por evitar el debate interno y descafeinar las primarias. Sería un gran error. Sería dantesco que la dedocracia fuese la respuesta socialista a las peticiones de más democracia que aún siguen en las plazas.

El divorcio entre el PSOE y sus votantes es tan grande que su única salida es una refundación: un nuevo rumbo, no sólo una nueva cara.

Al menos así lo cree el líder del socialismo vasco.

Patxi López estima imprescindible abrir un amplísimo debate de ideas.

Claro está, en un congreso -además de hablar de proyecto político- se elige al secretario general y a su ejecutiva.

Por tanto, López con su propuesta se lleva por delante a Zapatero. Porque -como bien observó el martes el líder socialista andaluz José Antonio Griñán- si al final triunfa la propuesta de un congreso, frente al criterio de Zapatero, se provocaría de manera indirecta un anticipo de las elecciones.

Una posibilidad que cada vez parece menos descabellada.

Al otro lado del teléfono Zapatero busca el máximo apoyo de los barones para acabar la legislatura.

Y, mientras tanto, Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón guardan silencio.

Todo un ‘Enredo‘, como en los mejores tiempos.

© Iñigo Ortiz de Guzmán

Schengen: tú SÍ, tú NO

Es como deshojar la margarita: ahora te quiero, ahora no…

Y es que Dinamarca irrumpió ayer con estrépito en el debate sobre la seguridad fronteriza que desde el mes pasado monopoliza los pasillos de la UE.

Un acuerdo de la coalición de liberales y conservadores con el Partido del Pueblo Danés (de extrema derecha) pretende resucitar los controles a los viajeros que lleguen al país desde Alemania y Suecia.

¿Su objetivo? Dicen que luchar contra la inmigración irregular y el crimen organizado.

Lo cierto es que iría en contra de la legislación comunitaria sobre el movimiento de bienes y personas.

De entrar en vigor «en las próximas semanas», abriría una grieta -quizás irreversible- en el Tratado Schengen. Un pacto que garantiza la libertad de circulación en Europa y que cuenta con 25 países miembros, entre ellos Dinamarca.

La decisión sorprendió -claro está- en Bruselas, donde los 27 embajadores de los Gobiernos de la UE terminaban una reunión preparatoria del Consejo de Ministros de Interior de hoy. En la agenda figura la propuesta de flexibilizar el acuerdo Schengen para permitir los controles fronterizos más frecuentes, como habían pedido Francia e Italia.

El Gobierno español ya ha manifestado su negativa a la reforma de tal acuerdo.

A todas luces, al cierre de puertas con el que la UE parece estar respondiendo a las revoluciones democráticas de Túnez, Egipto y Libia.

LA LIBRE CIRCULACIÓN

Pertenecen a Schengen 22 países de la UE (son la excepción Irlanda, Reino Unido, Chipre, Bulgaria y Rumanía) y los extracomunitarios Islandia, Noruega, Suiza y Liechtenstein.

En total, más de 400 millones de ciudadanos que pueden circular libremente por Europa.

El Acuerdo de Schengen fue firmado en 1985 en la localidad del mismo nombre en Luxemburgo, fronteriza con Francia y Alemania.

Cinco países de la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) -Alemania, Francia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo- llegaron a un acuerdo para la supresión de fronteras comunes.

El acuerdo tenía dos fines.

Por una parte, eliminar los controles para las personas en las fronteras interiores y definición de las fronteras exteriores comunes. Y, por otra, un paquete de «medidas compensatorias» para reforzar y aumentar las fronteras exteriores como la cooperación judicial y policial.

Al acuerdo inicial de estos cinco Estados se sumaron a principios de los años noventa, Italia, España, Portugal y Grecia.

En 1995, Austria firmó el convenio y al año siguiente se incorporaron Dinamarca, Finlandia, y Suecia. Paralelamente se sumaron Noruega e Islandia aunque estos países no forman parte de la Unión.

En 1999, con la entrada en vigor del Tratado de Ámsterdam, el acervo del convenio de Schengen se incorporó al derecho europeo, mediante un protocolo.

Además de favorecer la movilización de los ciudadanos, el espacio Schengen permite que con un solo visado, cualquier visitante extranjero puede viajar a los 25 Estados pertenecientes al convenio.

Schengen es un descomunal ejercicio masivo de confianza mutua porque automáticamente los socios del club reconocen las decisiones sobre acceso de personas a la zona que toma uno de ellos.

Esa confianza es la que ha saltado por los aires en el pulso entre Roma y París por la llegada a Italia de más de 20.000 tunecinos, y el deseo italiano de quitárselos de encima exportándolos a Francia y otros países de la Unión.

Mientras tanto, los ministros de Interior de los Veintisiete -divididos sobre los planes de Sarkozy y Berlusconi- han comenzado hoy a preparar el trabajo para que los jefes de Estado y de Gobierno de la UE diriman la cuestión en el Consejo Europeo de finales de junio.

Mientras EE.UU. abre la mano a la regularización de millones de indocumentados, Sarkozy y Berlusconi pastorean a placer los bueyes de la Unión.

Mientras tanto, el resto de Europa se queda boquiabierta con la decisión danesa.

Para Ignacio Molina, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Madrid, «el acuerdo de Schengen más o menos enmendado sobrevivirá porque los perjuicios de derogarlo superan las ventajas que ha traído en los últimos 25 años simplificando el cruce de fronteras». (…) Y añade, «hay quien ve aquí, pese a todo, el vaso medio lleno porque la crisis se ha reconducido a través de las instituciones, pero el episodio deja una percepción patética y pueblerina».

Eso que se llama el nacionalismo más rancio, añadiría yo.

Cómo cambian las cosas…

Ellos, los inmigrantes. Los que en estos tiempos de crisis ya no son tan bienvenidos como lo eran cuando contribuían con su fuerza de trabajo a la prosperidad desbocada del continente.

Cómo hemos cambiado…

© Iñigo Ortiz de Guzmán

Alemania dice, el resto calla

La Unión Europea no consigue calmar a los mercados que renovaron ayer su presión sobre el euro y los bonos de las naciones periféricas de la eurozona.

En el centro de la crisis se encuentran no sólo estas naciones, sino el país más poderoso de la UE: Alemania.

Su canciller Angela Merkel frustró la petición del Fondo Monetario Internacional (FMI) de ampliar en 750.000 millones de euros el capital del fondo de apoyo al euro.

Un plan concebido como un parachoques contra los ataques de la especulación o el colapso económico de uno de los socios de la moneda única.

En un nuevo tira y afloja entre la canciller casi en solitario y el resto de los países del Eurogrupo, Alemania también descartó la emisión de eurobonos de deuda para apuntalar el fondo a partir de 2013.

Una inyección de capital que iría destinada a fortalecer los recursos para apoyar a los Gobiernos cuya deuda pública se vea nuevamente atacada.

“No veo la necesidad de aumentar el fondo”, zanjó el miércoles la canciller.

Por su parte, el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, considera que la oposición de Alemania a la emisión de eurobonos es una actitud «antieuropea«.

La tensión pues crece en el seno de la UE entre rescates de países miembros.

Así es Merkel.

Primero reticente al rescate de Grecia y después a la creación del actual sistema de apoyo, recordó que sólo se ha usado “un porcentaje muy pequeño” en ayudas a Irlanda.

De los 440.000 millones de euros que avalan los socios del euro, Irlanda sólo recibirá 17.700. Mientras que el resto provendrá de una partida de los presupuestos de la UE, el FMI y las contribuciones de Reino Unido, Suecia y Dinamarca.

La capacidad de maniobra en la gestión de la crisis se encuentra seriamente limitada.

Los mercados financieros detectan esta torpeza y responden con una acusada volatilidad y con un castigo a los diferenciales de los bonos públicos de las economías tenidas por periféricas.

Así las cosas, el Banco Central Europeo (BCE) tendrá que seguir ocupando el centro del ring en el encarnizado combate entre la eurozona y los mercados financieros.

Por lo que acaba de comprar 2.000 millones de euros en bonos soberanos.

AL RESCATE

La debacle griega a principios de año, puntapié inicial de la crisis del euro, se profundizó por las vacilaciones de Alemania que solo aceptó intervenir cuando el contagio a otros países de la eurozona amenazaba con convertirse en epidemia.

En octubre Alemania, convertida en parangón de rectitud fiscal europea, acordó con Francia un nuevo mecanismo para que los acreedores asumieran pérdidas en los pagos cuando una deuda no estaba en condiciones de ser pagada.

Dicho mecanismo estaba planeado para 2013 cuando expirase el actual Fondo de Rescate de la UE, pero los mercados financieros no entraron en sutilezas y -asustados- empezaron a desprenderse de los bonos de algunos países, encareciendo los préstamos para los llamados PIIGS: Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España.

En el caso del Tesoro español, los intereses de la deuda son un 76% superiores a los que paga Alemania.

Los inversores exigen más rentabilidad a los bonos españoles porque creen que, dadas las circunstancias económicas, el Tesoro puede tener problemas de liquidez que -llevados a un caso extremo- podrían llegar a convertirse en dificultades de solvencia.

El mercado teme que España pase problemas.

La penaliza por ello.

Y así, eleva el coste de la deuda hasta niveles difícilmente soportables y esta situación termina generando efectivamente problemas de liquidez para el país.

Curiosamente, en los años en los que Alemania apenas crecía, el Banco Central Europeo le garantizó una política de tipos de interés extremadamente bajos -política que, por otra parte, contribuyó a alimentar las burbujas en los países que estaban siendo fiscalmente disciplinados-.

Pero cuando el resto de Europa necesitó de una política fiscal más expansiva en aquellos países que como Alemania se la podían permitir, esta fue bloqueada por una poderosa coalición formada por el Gobierno alemán, su banco central, su tribunal constitucional, y una opinión pública cada vez más beligerante contra los supuestamente manirrotos europeos del Mediterráneo.

Ahora, España está atrapado en un círculo y necesita romperlo. En esa línea van acciones de austeridad y privatizaciones como las aprobadas la semana pasada por Zapatero, que han «impresionado» al Eurogrupo, en palabras del propio Juncker.

Pero puede no ser suficiente, porque el mercado ya ha probado sobradamente, primero con Grecia y después con Irlanda, su capacidad para crear corrientes de tendencia difícil de revertir.

EURO: HUNDIMIENTO O SALVACIÓN

Merkel choca con dos obstáculos internos: uno político, otro institucional.

A nivel político las encuestas y los diarios populares dejan en claro diariamente que hay escasa simpatía por los rescates a países que son vistos como ineficientes o corruptos.

El rey de los tabloides sensacionalistas alemanes -el Bild lo resume así:

«¿Vamos a tener que rescatar a toda Europa?»

A nivel institucional, el problema pasa por la Corte Constitucional alemana.

La eurozona se rige legalmente por el tratado de Maastricht (firmado en 1992 ) que incluía entre sus cláusulas un pacto fiscal con un tope del 3% para el déficit fiscal, así como la prohibición de que un miembro fuera rescatado por otros en caso de incumplirlo.

La Corte Constitucional está examinando si el rescate aprobado en mayo para Grecia por la Unión Europea y el FMI no viola el tratado.

Si a pesar de todo Merkel defiende al euro es porque un derrumbe de la moneda única europea sería tan costoso para Alemania como para el resto de la eurozona.

Antes -el pasado 3 de diciembre- Merkel advertiría por primera vez que su país podría abandonar el euro para establecer un nuevo régimen de la moneda única.

Según José Fernández Albertos -científico titular del CSIC (Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas) en el Instituto de Políticas y Bienes Públicos se pueden hacer dos interpretaciones del comportamiento del país germano: La primera admite que Alemania no está dispuesta a dejar fracasar el euro. Si la política hoy dominante -que la carga del ajuste caiga en los países periféricos- acaba siendo inviable, a Alemania no le quedará más remedio que volverse europeísta y arrimar el hombro. Pero solo lo hará cuando el euro esté en situación crítica, porque solo entonces Merkel podrá convencer a la sociedad alemana de las impopulares decisiones que habrán de tomarse, como la europeización de la deuda pública, la creación de un Fondo Monetario Europeo o el cambio de las reglas de gobernanza macroeconómica en la eurozona. Cuanto más se pueda retrasar ese momento endureciendo las políticas fiscales de la periferia, mejor. (…)

La otra interpretación, añade Fernandez Albertos, es: Sencillamente, lo que hemos presenciado es una muestra de que Alemania no está dispuesta a sacrificar los principios orientadores de su política económica nacional para salvar la unión monetaria. Si así fuera, el futuro del euro quedará en manos de la capacidad de sacrificio de las economías y sociedades de los países de la periferia en términos de desempleo, recortes en Estado de bienestar y estancamiento económico. Y como bien saben quienes están especulando en los mercados de deuda de estos países, la capacidad de aguante de las sociedades democráticas no es infinita.

EL MILAGRO ALEMÁN

La economía puede ser la salida de este laberinto.

La recesión mundial de 2009 golpeó duramente a la economía germana, segundo exportador global, que sufrió una caída de casi un 5%.

Este año se calcula un crecimiento del 4%.

Más importante aún, hay señales de algo que solía faltar en el engranaje alemán: un mayor consumo.

A la sombra de la hiperinflación de los años 20, los alemanes generaron una cultura ahorrativa y cautelosa. Pero la actual recuperación económica y cambios generacionales están generando una explosión de consumo que, según el consejo económicio asesor alemán, debería aumentar un 1,6% el año próximo.

Ese es, quizá, el quid de la cuestión: una Alemania consumidora podría tener una de las llaves para la recuperación de una eurozona cuyo mayor problema no es la deuda, el déficit o los mercados sino la falta de crecimiento.

EL TAMAÑO DE ESPAÑA IMPORTA

Al igual que el rescate de Grecia en mayo, el de Irlanda fue anunciado con bombos y platillos como la vacuna que evitaría el contagio a otros países de la eurozona.

En términos epidémicos la duda era si no se llegaba tarde para Portugal, pero se calculaba que los 85.000 millones de euros para Dublín serían una muralla que protegería el área peligrosa de la eurozona: España.

La economía española representa el 9% de la Unión Europea más que Portugal (1,4%), Irlanda (1,4%) y Grecia (2%) juntos.

La deuda española en relación al PIB no es fuerte (53,2%), pero su déficit fiscal sí (11,1%)

En el caso de Italia (12,9% del PIB europeo) el problema es el inverso: su deuda es un 116% del PIB mientras que su déficit fiscal es un 5%.

En todo caso…

Un rescate de España desbordaría los fondos de la Facilidad de Estabilidad Financiera Europea, un fondo de 600.000 millones de dólares constituida tras la crisis griega para calmar a los mercados con un mensaje de solvencia en la eurozona.

A finales de abril se vencen 15.500 millones de euros en bonos estatales, y unos 35 mil millones de deuda de los bancos españoles.

Por lo que no sorprende que los inversores y la Union Europea estén un poco inquietos.

La pregunta es: ¿no se acordaron un poco tarde?

+ info en Europa, pasado y presente

Grecia. Tiempo de cambios

La caída de Irlanda

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

Centrales nucleares

La energía nuclear despierta pasiones, tanto a favor como en contra.

España cuenta con ocho centrales nucleares desde 1970 (la última se puso en marcha en 1987).

Las nucleares no están dispuestas a aceptar que la vida útil de las centrales acaba a los 40 años.

Santa María de Garoña, inaugurada en 1971, se está convirtiendo en la punta de lanza del sector para exigir al Gobierno que recapitule y amplíe la vida de las nucleares hasta los 60 años.

Garoña (Burgos) sentará precedente y las nucleares han visto su gran oportunidad en las dudas del Gobierno de Zapatero, que ya prorrogó hasta el 2013 su cierre en contra de su programa electoral y a pesar de que en el 2011 esa central cumplirá 40 años.

El director de la central de Santa María de Garoña, José Ramón Torralbo, es un acérrimo defensor de la seguridad y capacidad operativa de esta instalación.

Las nucleares quieren hacer visualizar su apoyo a Garoña porque saben que el destino de la nuclear burgalesa acabará marcando el futuro del resto de centrales.

Para lograrlo, el sector nuclear sabe que deberá encontrar primero apoyos en el territorio y en la clase política. La continuidad de Santa María de Garoña -a escasos kilómetros de la frontera con Álava (Euskadi)- está respaldada por los 21 ayuntamientos del valle de Tobalina, además de la Junta de Castilla y León (PP).

Asimismo, para lograr convencer a la sociedad, Garoña -que se juega su futuro- ha intensificado una política de comunicación activa para abrir la central a la población de su entorno.

Hasta 14.000 personas visitan cada año la nuclear.

En el taller donde los operarios simulan maniobras de reparación, la dirección de la central ha preparado una pequeña exposición en la que explica, paso a paso, el sistema ideado en los años 80 para combatir las grietas que se detectaron en la vasija del reactor.

Los ecologistas hicieron de este defecto de fabricación uno de sus caballos de batalla para reivindicar el cierre definitivo de Garoña.

Ahora la nuclear quiere convertir el defecto en virtud.

«No hay ninguna razón técnica que justifique el cierre de Garoña, es una decisión política», argumenta Torralbo, agarrándose al informe favorable emitido por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).

Una de las bazas que utilizan las nucleares para reivindicar que la vida útil de una central puede superar los 40 años, e incluso llegar a los 60, está en la política de Estados Unidos.

Hasta siete nucleares americanas han recibido la autorización de su gobierno para operar hasta los 60 años; la más antigua de ellas fue inaugurada en 1969 (dos años antes que Garoña).

Las centrales catalanas confían también en forzar el cambio de criterio del Gobierno, por lo que aseguran que su plan de inversiones se está desarrollando ya pensando en una vida de 60 años. «Hay equipos que no cambiaríamos si pensáramos en los 40 años y también condiciona la política de formación», explica Manel Campoy, director de Vandellòs II.

Las nucleares catalanas saben que lo que pase en Garoña afectará a todo el sector.

EFECTOS RADIOLÓGICOS

Lo cierto es que, según un estudio alemán realizado por la Universidad de Mainz a petición de la Oficina Federal de Protección Radiológica de ese país, nos muestra un dato que ya sospechábamos: vivir cerca de una central nuclear incrementa los riesgos de padecer cualquier tipo de cáncer en los niños.

Al parecer, existía una clara relación entre la proximidad de la central y el desarrollo de alguna enfermedad oncológica, siendo el radio de cinco kilómetros próximos a la central el más peligroso para tal efecto.

Aunque en un radio de 50 kilómetros ya se perfilaba el aumento del riesgo de padecer algún tipo de cáncer.

¿Quién no se acuerda a día de hoy, hace 24 años, de los estragos que supuso la explosión de la central térmica rusa de Chernobyl, y sus consecuencias a la sociedad, en especial, a los más pequeños?

REACTORES NUCLEARES EN EL MUNDO

A nivel global, son 436 los reactores en funcionamiento, y más de una treintena se están construyendo.

DEBATE NACIONAL

El Gobierno de España tiene un serio problema sobre la mesa, y es, qué hacer con las centrales nucleares que tenemos en nuestro territorio.

De todos es sabido, que el gobierno del PSOE, tiene una postura más bien contraria a la energía nuclear, tal y como proponía en su programa electoral. Esta postura, totalmente legítima, choca frontalmente con los fuertes intereses del lobby nuclear o con los legítimos derechos laborales de las personas que trabajan en estas instalaciones, entre otros.

Es cierto que la energía eléctrica es un tema estratégico y de suma importancia para la economía productiva de España.

Y es que nuestro país es dependiente en energía, ya que carece de yacimientos petrolíferos. De este modo, se puede afirmar que hay un problema de abastecimiento energético de países como Rusia, Argelia, Libia o Arabia Saudi.

Así con todo, las únicas fuentes energéticas con las que cuenta el país para autoabastecerse son carbón, las energías renovables (como la eólica o la solar), la hidráulica y nuclear.

Y ninguna de ellas suministra el 100% de la energía que se necesita, al ritmo al que consumimos.

Casi dos tercios del consumo nacional procede de combustibles fósiles (responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero), mientras que las centrales nucleares aportarán este año el 19% de la energía eléctrica que se consume en España.

En todo caso, en años secos, con menor producción hidroeléctrica, contribuyen con más de la cuarta parte de la energía.

Los inconvenientes nucleares son la generación de residuos de alta radiactividad y, especialmente, su tratamiento.

Se guardan en las piscinas de cada una de las centrales, aunque se prevé la construcción de un almacén temporal que recoja los residuos de las ocho centrales (dos de ellas ya cerradas), sin emplazamiento definido por el momento.

El Consejo de Seguridad Nuclear y Enresa se encargan de la supervisión de las plantas y la gestión de residuos, respectivamente. Sin embargo, los opositores de las nucleares advierten de los riesgos ambientales y para la salud en caso de accidente.

Un anuncio de GREENPEACE se hace eco del calentamiento de la Tierra; y, claro, las centrales tienen algo que ver…

En todo caso, los procesos de desmantelamiento de una planta nuclear no son ni fáciles, ni rápidos, ni económicos.

Así, por ejemplo, en la deconstrucción de la central de Vandellós I se generaron unas 97.000 toneladas de residuos, de las cuales 79.000 eran escombros de hormigón (que se reutilizaron para restaurar el emplazamiento), y más de 1.700 toneladas eran residuos radiactivos de baja y media actividad.

En el caso de Garoña, si el cese se produce el 6 de julio de 2013, los trabajos de desmantelamiento comenzarían tres años después. Tiempo en el que se extraería el combustible gastado de la piscina y se depositaría en un ATC (Almacén Temporal Centralizado), si para esa fecha está construido.

Tenemos un grave problema y es: ¿Qué hacemos con las centrales nucleares que tenemos en España?

Seguir manteniéndolas durante más tiempo, a pesar del peligro que podría suponer el mantener un parque nuclear envejecido, con una tecnología obsoleta. O bien, renovar este parque nuclear, abordando la construcción de nuevas nucleares con tecnología más avanzada y con mejores rendimientos.

Y el tema de la gestión de los residuos que generan estas centrales.

A día de hoy nadie sabe que hacer con ellos y difícilmente exista un municipio en España que quiera albergar un almacén donde albergarlos.

De seguir con este ritmo de generación, en el período 2008-2012 los gases de efecto invernadero pueden ser superiores en un 60% a las del año 1990. Y eso a pesar de que en el Protocolo de Kyoto se asumió el compromiso de no sobrepasar un aumento del 15% entre 1990 y 2010.

Este enorme incremento puede suponer fuertes sanciones por parte de la UE y un elevado coste por la compra de derechos de emisión.

El desarrollo y la apuesta por las energías renovables puede convertirse en una necesidad, si se quiere conseguir un desarrollo sostenible en un mundo con creciente demanda de energía.

¿Será suficiente con los parques eólicos y las placas fotovoltaicas para alimentar la creciente demanda de energía de España? ¿Podría suplir esta tecnología, la energía eléctrica, que generan las nucleares actuales?

Algunos expertos en la materia abogan por un sistema energético español diverso, en el que tengan cabida los actuales sistemas de generación y en el que tenga una mayor presencia las renovables.

Otros abogan por un sistema en el que la nuclear tenga más presencia, dado que piensan que la generación a través de los sistemas renovables son muy inestables. Los defensores de la energía nuclear mantienen que en la Unión Europea -gracias a este sistema de producción- se evita la emisión anual a la atmósfera de 700 millones de toneladas de CO2, al producir la tercera parte de la electricidad que se consume sin los problemas de impacto ambiental que produce la generación de electricidad a partir de combustibles fósiles; contribuyendo además al ahorro de las reservas de estos combustibles, que resultan imprescindibles, por ejemplo, para el transporte.

Si la energía nuclear es la solución a nuestros problemas de suministro de energía de forma limpia y sin impacto medioambiental, ¿por qué existe un profundo debate en cuanto a su desarrollo y utilización?

La población que vive cerca de una central nuclear escucha con preocupación el debate y no deja de pensar en aspectos como:

—Los posibles usos bélicos de la energía nuclear, ya que los combustibles nucleares son los materiales con que se fabrican las armas nucleares.
—El riesgo de accidentes que originen consecuencias tan graves como el ocurrido en la central de Chernobyl.
—El problema existente en el almacenaje o eliminación de los residuos radioactivos generados, cuya “vida” es de varios miles de años, principalmente en los de alta actividad, que son los generados por el combustible gastado.

DESARROLLO NUCLEAR POR PAÍSES

FRANCIA- Las nucleares galas se revisan cada diez años. A lo largo del 2010 se han verificado las condiciones de las 58 centrales para ver si llegan a los 40 años. Tres cuartas partes de ellas se abrieron entre 1979 y 1990. La eléctrica EDF estudia ahora cómo prolongar su vida hasta los 60 años.

EE.UU.- Paralizó la construcción de centrales tras un accidente en 1979 en Pensilvania. Pero Obama intenta dar un impulso al sector apoyando la puesta en marcha de dos reactores en el Estado de Georgia. Un total de 59 reactores (de los 104 existentes) cuentan con licencia para funcionar seis décadas.

ALEMANIA- Aprobó en septiembre prolongar una media de doce años la vida de sus 17 centrales nucleares. Las más antiguas estarán activas ocho años, y las más modernas se mantendrán catorce años más. Eso significa que algunas continuarán en servicio más allá del 2030.

RUSIA- Desde 2003 apuesta abiertamente por la energía nuclear como factor de estabilidad y de defensa frente a las crisis energéticas. Actualmente, hay 31 reactores en funcionamiento y nueve más en fase de construcción.

CHINA- Necesita toda la energía. La contribución de la nuclear es del 1%, pero plantea aumentarla hasta el 4% en 2020. Para ello va a construir 30 centrales nucleares (21 ya en marcha), y ya tiene 11 en funcionamiento. Eso sí, también apuesta por saltos hidroeléctricos y renovables.

 

Aún siendo una visión egoísta, siempre nos quedará pensar que hasta que no ocurra un desastre cerca de donde uno vive, se estará a salvo.

«¡¡Menos mal que el mundo arde siempre por otro lado!!» (por QUINO)

Por Iñigo ortiz de Guzmán

Estrategia española de seguridad

Así se conoce el documento que será aprobado proximamente por el Gobierno español en su Consejo de Ministros.

(Hoy precisamente se reúnen en Lisboa más de 40 jefes de estado para analizar la seguridad a nivel internacional, bajo el auspicio de la OTAN)

España diseña pues su primer plan de seguridad contra las amenazas globales elaborado por un equipo dirigido por el ex Alto Representante de la Política Exterior de la UE, Javier Solana.

Tal documento no reconoce como peligros sólo aquellos asuntos tradicionalmente delicados como el terrorismo o los conflictos armados, sino que amplía su visión a problemas como las catástrofes medioambientales, las ciberamenazas o la inseguridad económica y financiera.

Pero tal vez lo más llamativo sea este último aspecto: la economía.

EL MERCADO

Es el reconocimiento -atinado- de que, en un mundo cada vez más globalizado, la economía puede convertirse en un inquietante enemigo; como lo están experimentado en sus carnes nuestro país y otros europeos con los ataques especulativos.

De este modo, el equipo interministerial coordinado por Presidencia (y que ha costado elaborar más de un año) insta al Ejecutivo a potenciar la presencia económica internacional española estableciendo un Sistema de Inteligencia Económica (SIE), una especie de Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que «promueva y defienda los intereses económicos nacionales».

Sin duda, una estrategia que marcará la política española de seguridad de los próximos años.

El ya denominado ‘informe Solana’ plantea la estabilidad económica como «la base de la estabilidad social» y, por ello, asegurará una «correcta supervisión y regulación» de los mercados e intensificará su lucha contra todo tipo de actividades delictivas de índole económico.

En este sentido, se considera «prioritaria» la lucha contra el blanqueo de capitales del crimen organizado.

Por cierto que los servicios de inteligencia de Alemania incluyen desde hace tiempo la economía como potencial amenaza a la seguridad nacional, y tienen una unidad especializada en la materia.

TERRORISMO MUNDIAL

En todo caso, España tendrá en cuenta especialmente la situación en el Sahel, «un terreno fértil para redes delictivas y grupos terroristas yihadistas como Al Qaeda en el Magreb Islámico», apunta el informe.

La intención del Gobierno es diseñar también sus políticas situando al continente africano y al Magreb, como zonas «esenciales para la seguridad de España y del conjunto de Europa».

El texto determina que el norte de África «es una zona prioritaria», no sólo por la ubicación de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, sino «por la proximidad geográfica y los lazos históricos y humanos».

Y recomienda la colaboración con Marruecos y Argelia para afrontar varios desafíos, entre los que cita, junto al terrorismo o el narcotráfico, “una solución negociada justa y definitiva a la cuestión del Sáhara Occidental”.

En este espinoso y muy actual asunto, el informe no entra en detalles.

Esta es precisamente una de las razones que ha esgrimido el Gobierno de Zapatero para justificar su no condena al brutal ataque marroquí del pasado día 8 contra el campamento de protesta Gdeim Izik de El Aaiún.

+ info en Conflicto en el Sáhara Occidental

La perspectiva es más positiva sobre el grupo vasco ETA.

Los expertos reconocen que la banda terrorista «ha sido una lacra a lo largo de 40 años», pero apuntan a que «la madurez y unidad de la sociedad española y la eficacia policial y judicial la han puesto en estado terminal«.

Ya se verá, en todo caso, cómo y de qué manera se plasman estas estrategias. Si se termina con todo grupo organizado o gubernamental que mata o chantajea con la excusa de defender aquello que la mayoría de la población no apoya.

Más vale que actuemos más tarde que nunca. Para la justicia y los derechos humanos, siempre hay tiempo.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

La octogenaria Thatcher

Margaret Thatcher– Grantham (Inglaterra, 1925)

Conocida también con el sobrenombre de «La Dama de Hierro», la que fuera Primera Ministra del Reino Unido entre 1979 y 1990, acaba de cumplir 85 años.

Fue, además, la primera mujer en liderar el Partido Conservador desde mediados de los años 70 hasta 1990.

En la actualidad, ostenta el título de Baronesa Thatcher de Kesteven, Lincolnshire, que le otorga el derecho vitalicio y no hereditario a ser miembro de la Camara de los Lores.

SUS COMIENZOS

El hogar y los primeros años de vida en Grantham de Margaret Thatcher jugaron un papel importante en la formación de sus convicciones políticas. Sus padres, Alfred y Beatrice Roberts, eran metodistas.

La vida social de la familia tenía lugar en la unida comunidad de la congregación local, que se mantenía unida por fuertes tradiciones de auto-ayuda, trabajos de caridad y confianza personal.

La familia Roberts regentaba una carnicería mientras sacaban adelante sus dos hijas en un piso encima de la tienda.

Margaret Roberts asistía a un colegio público local y desde allí se ganó una plaza en Oxford, donde estudió química en el Somerville College (1943-47). Su tutora fue Dorothy Hodgkin, una pionera en la cristalografía por rayos X que ganó el Premio Nobel en 1964. Pero la química fue relegada a un segundo puesto detrás de la política.

Siendo una veinteañera, se presentó como candidata conservadora para el bastión laborista del escaño de Dartford en las elecciones generales de 1950 y 1951, con lo que se ganó la fama nacional de ser la mujer candidata más joven del país.

Perdió las dos veces, pero redujo mucho la mayoría laborista y disfrutó sobremanera de la experiencia de hacer campaña. Allí conocería a su marido, Denis Thatcher. Un empresario local que dirigía su empresa familiar antes de convertirse en ejecutivo en la industria petrolera.

Se casaron en 1951. La pareja tuvo gemelos, Mark y Carol, dos años más tarde.

En la década de los cincuenta, Margaret Thatcher estudió derecho, especializándose en tributario.

Cuando los conservadores volvieron al poder en 1970, bajo el mandato de Edward Heath, consiguió el cargo de Secretaria de Educación, entrando así en el gabinete del Primer Ministro. En esta etapa pasó momentos duros.

Los protestantes interrumpían sus discursos, la prensa de la oposición la vilipendiaba, y la propia política educativa parecía estar en curso fijo hacía la izquierda, lo que ella y muchos conservadores consideraban incómodo. Pero hizo su trabajo y aprendió de la experiencia.

El propio gobierno Heath decepcionó a muchos.

Habiendo sido elegido con promesas de recuperación económica mediante el apaciguamiento de los sindicatos y la introducción de políticas de libre mercado, ejecutó una serie de cambios de política; conocidos como «giros en U”) que le convirtieron en uno de los gobiernos más intervensionistas de la historia británica.

Consecuencia política:

Derrotamiento en las elecciones generales de febrero de 1974, dejando un legado de inflación y conflicto industrial.

Muchos conservadores estaban listos para un nuevo enfoque después del gobierno Heath y cuando el partido perdió unas segundas elecciones generales en octubre de 1974, Margaret Thatcher se presentó contra Heath para dirigir el partido. Para la sorpresa general (incluida la suya propia), en febrero de 1975 ella le derrotó a él en la primera vuelta y venció en la segunda a pesar de enfrentarse a media docena de colegas veteranos.

El gobierno laborista de 1974-79 fue uno de los más dados a las crisis en la historia británica, llevando el país a un estado de bancarrota virtual en 1976 cuando un colapso en el valor de la divisa obligó al gobierno a negociar un préstamo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

La opinión pública se volvió contra el laborismo, y los conservadores ganaron una mayoría parlamentaria de 43 en las elecciones generales de mayo del 1979.

PRIMERA MINISTRA

Margaret Thatcher pasó a ocupar el 10 de Downing Street, convencida de la necesidad de revertir lo que ella consideraba como una situación de declive nacional.

Su filosofía política y las medidas económicas adoptadas durante su mandato se dirigieron hacia la desregularización, principalmente del sector financiero, a flexibilizar el mercado laboral, y a la privatización o cierre de empresas públicas y la retirada de subsidios al resto.

La popularidad de Thatcher cayó en los primeros años de su mandato, debido a la recesión económica y a la alta tasa de desempleo. Pero la posterior recuperación economica y la guerra de las Malvinas en 1982 (volvieron a quedar bajo control británico) llevaron a su reelección en las elecciones generales de 1983.

A finales de la primera administración de Margaret Thatcher, el desempleo en el Reino Unido superaba los tres millones; y sólo empezó a caer después de 1986.

En todo caso, en aquella época se convertiría en una de los fundadores -junto con Ronald Reagan– de una escuela de la política de las convicciones conservadoras, que ha tenido un impacto poderoso y duradero en la política británica y norteamericana; y que le ha dado a ella una distinción internacional que no había conseguido ningún político británico desde Winston Churchill.

Llevó a cabo una línea dura con los sindicatos, sobrevivió al atentado con bomba atribuido al IRA en el Grand Hotel de Brighton, y se opuso a la política de la Unión Sovietica.

La economía siguió mejorando durante 1983-87 y la política de liberalización económica fue ampliada. El gobierno empezó a seguir una política de vender activos del Estado, que en conjunto habían representado más del 20 por ciento de la economía cuando los conservadores llegaron al poder en 1979. Las privatizaciones británicas de los ochenta fueron las primeras de su tipo y resultaron ser influyentes en todo el mundo.

En enero de 1986, la divisiones entre izquierda y derecha en el gabinete Thatcher quedaron expuestas al público con la repentina dimisión del Ministro de Defensa, Michael Heseltine, tras una disputa sobre los problemas empresariales del productor británico de helicópteros, Westland. El ‘Asunto Westland‘ la salpicó de tal manera que se puso en duda su liderato.

Recibió duras críticas desde su propio partido por la decisión de permitir a los aviones de guerra americanos despegar desde bases británicas para atacar objetivos en Libia en abril de 1986.

Pero, con la economía ahora muy fuerte, las expectativas eran buenas de cara a las elecciones y el gobierno volvió con una mayoría parlamentaria de 101 escaños en junio de 1987; lo que fue su tercer mandato.

Estos últimos años serían los mas difíciles, debido a la implantación del Poll Tax (impuesto a la comunidad), ampliamente rechazado por la sociedad.

Este nuevo sistema fiscal municipal se convirtió en un serio problema político cuando los ayuntamientos aprovecharon esta nueva legislación para aumentar los impuestos echándole la culpa del aumento al gobierno Thatcher. (El sistema fue abandonado por el sucesor de Margaret Thatcher, John Major, en 1991.) En cambio, las reformas educativas y sanitarias permanecieron.

La economía fue boyante en 1987 1988, pero también empezó a recalentarse. Los tipos de interés tuvieron que doblarse en 1988. Estalló una polémica en el seno del gobierno sobre el manejo de la divisa, Margaret Thatcher se opuso decididamente a la política propuesta por el Ministro de Finanzas y otros de atar la libra esterlina al marco alemán mediante el Mecanismo de Tipos de Cambio Europeo.

Detrás de esta disputa había un profundo desacuerdo en el gobierno sobre la política hacía la propia Comunidad Europea.

La Primera Ministra se encontró cada vez más enfrentada con su Secretario de Asuntos Exteriores, Sir Geoffrey Howe, en todos los asuntos relacionados con la integración europea. Su discurso en Brujas en septiembre de 1988 empezó el proceso por el que el Partido Conservador, antaño mayoritariamente ‘pro-europeo’, se hizo predominantemente ‘euro-escéptico‘.

Los soviéticos la habían apodado la ‘Dama de Hierro’, un apodo que le encantaba, por la línea dura que adoptó contra ellos en los discursos poco después de convertirse en líder conservadora en 1975.

Pero cuando Mijail Gorbachov emergió como potencial líder de la Unión Soviética, ella le invitó al Reino Unido en diciembre de 1984 y dijo que era un hombre con el que ella podía tratar.
Ella, sin embargo, no suavizó sus críticas hacía el sistema soviético, haciendo uso de nuevas oportunidades para dirigirse a audiencias televisivas en el este para presentar su caso contra el comunismo. De todas formas, jugó un papel constructivo en la diplomacia que suavizó el resquebrajamiento del Imperio Soviético y de la propia Unión Soviética en los años 1989-91.
A finales de 1990, la Guerra Fría se había acabado. Ese hecho disparó la siguiente etapa en la integración europea, cuando Francia rescató el proyecto de la moneda única europea, esperando mantener a raya el poder de la Alemania reunificada.

Para entonces, muchos colegas de su gabinete -que no simpatizaban con ella sobre Europa y dudaban que ella pudiese ganar por cuarta vez unas elecciones generales- abruptamente la abandonaron y no le dejaron otra salida que abandonar.

Así, dimitió como Primera Ministra el 28 de noviembre de 1990. John Major la sucedió y sirvió hasta las elecciones de mayo de 1997, que Tony Blair venció.

MOMENTO ACTUAL

A sus 85 años, y retirada de la vida pública casi por completo, Margaret Thatcher sigue siendo una figura inmensamente polémica en el Reino Unido.

Los críticos dicen que sus políticas económicas fueron divisivas socialmente, que ella fue dura o que sus políticas ‘insensibles’ y hostil a las instituciones del Estado de bienestar británico.

Sus defensores destacan la transformación en la actuación económica del Reino Unido a lo largo de los gobiernos Thatcher y su sucesor. Las reformas sindicales, privatizaciones, desregulaciones y fuertes medidas anti-inflación, y un control del gasto público han creado mejores expectativas económicas para el Reino Unido de lo que habría parecido posible cuando ella se convirtió en Primera Ministra en 1979.

Sea como fuere, tanto los críticos como los admiradores reconocen que el liderazgo de Thatcher fue un periodo de importancia fundamental para la historia británica.

Gustara o no, se ganó un gran prestigio a lo largo de la década de los ochenta y a menudo se ganó el respeto de sus más decididos críticos. De hecho, su efecto sobre los términos del debate político ha sido profundo.

Tanto si se convirtieron al ‘Thatcherismo‘, como si simplemente se vieron obligados a encaramelar a su electorado, la dirección del Partido Laborista quedó transformada durante el mandato de ella y la política del ‘Nuevo Laborismo’ de Tony Blair no habría existido sin ella.

Su última aparición fue en junio de este año, cuando el actual primer ministro británico -y laborista- David Cameron, la invitó a la que fuera su casa durante los 11 años de su mandato de hierro.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

Hiroshima, en el recuerdo

Hoy se conmemora el 65º aniversario del bombardeo nuclear sobre la ciudad japonesa de Hiroshima.

Y se ha hecho en silencio. Sólo interrumpido por el sonido de una campana, a la hora exacta en la que se soltó la bomba aquel 6 de agosto de 1945.

Eran las 8:15 de la mañana. El bombardero militar estadounidense Enola Gay dejaba caer una bomba de uranio enriquecido de cuatro toneladas de peso, que detonó a 600 metros de altura.

En minutos, una columna de humo color gris-morado con un corazón de fuego (a una temperatura aproximada de 4000º C) se convirtió en un gigantesco “hongo atómico” de poco más de un kilómetro de altura.

Tras recibir la noticia, Harry Truman, el entonces presidente de los Estados Unidos, declaró crudamente: «Éste es el suceso más grandioso de la historia«.

La mayoría de las víctimas de Hiroshima eran civiles, incluyendo mujeres y niños. Truman hizo mención de la «gran responsabilidad que ha caído sobre nuestros hombros y que gracias a Dios llegó a nosotros y no a nuestros enemigos«. Le pidió a Dios «su guía para usarlo para sus fines«. Fue una plegaria escalofriante y profética.

Tres días después le tocaría a Nagasaki, sobre la que se arrojó una bomba de plutonio. En total, una fuerza explosiva de unas 22 mil toneladas de TNT. Resultó en la muerte inmediata de unas 40 mil personas.

Eran los días finales de la Segunda Guerra Mundial. En el frente occidental ya se había acabado, con la derrota de la Alemania nazi. Y EEUU quería asegurarse de que todo el mundo recibía el mensaje sobre quién emergía como la auténtica potencia política y militar dominante en el mundo de la posguerra.

Los americanos no necesitaban utilizar la atómica para asegurarse la victoria en el Pacífico, pero lo hicieron.

Según los historiadores fueron tres las razones detrás de este gesto: la voluntad de evitar que los coletazos de la guerra se prolongaran demasiado; el deseo de venganza contra Japón después de Pearl Harbor; así como la voluntad de demostrar a Unión Soviética -entonces aliada de EE UU pero próximo rival en el tablero mundial- su poderío atómico.

Se calcula que unas 250.000 personas murieron como consecuencia de estos bombardeos.

100.000 murieron en los segundos posteriores a la explosión.

En Hiroshima se produjo el fenómeno de las sombras muerte: personas que literalmente se volatilizaron como consecuencia del calor abrasador. Quedaron reducidas a polvo y sus sombras se dibujaron sobre las calles y casas.

Según los testimonios de quienes presenciaron la devastación, los sobrevivientes de la explosión parecían fantasmas que deambulaban entre cenizas y humo. Fantasmas sin pelo, pues se les quemó en la explosión, o fantasmas ciegos, que lo último que vieron fue el resplandor nuclear.

Todos los años, los habitantes de la ciudad dibujan de nuevo aquellas sombras, para conmemorar la memoria de los fallecidos. Muchos de los que aparentemente resultaron ilesos comenzaron después a sufrir alteraciones graves de salud como síndrome agudo de radiación, disminución extrema de glóbulos blancos, diarreas o hematomas.

Los supervivientes, que se llaman a sí mismos hibakusha, están en muchos casos afectados por anemia crónica, tumores malignos y trastornos psíquicos.

En este año 2010 la conmemoración tiene un carácter especial. Por primera vez, un alto representante de EEUU (su embajador) –John Roos– asiste a los actos conmemorativos. También acude el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. Éste último ya ha dado signos de avanzar en términos de derechos humanos, y ha propuesto fijar 2012 como el año de entrada en vigor del Tratado para la Prohibición de Pruebas Nucleares -suscrito en 1996- pero que sigue a la espera de la ratificación de 44 naciones, entre ellas Estados Unidos y China.

Pero este aniversario debería servir para algo más que para la reconciliación sobre el pasado. Debería ser un recordatorio del peligro, actual y muy real, que suponen las armas nucleares para nuestro planeta y para el futuro de la humanidad.

El proceso que lleva a la fabricación de una bomba nuclear

Una vez extraído, el uranio es transportado a una planta especializada donde es molido hasta convertirlo en un polvo muy fino.

Luego es purificado por medio de un proceso químico y reconstituido en una forma sólida conocida como «torta amarilla», debido a su color amarillento. Este material contiene uranio en un 60-70% y es radiactivo.

El objetivo principal de los científicos nucleares es aumentar la cantidad de átomos de uranio-235, un proceso conocido como enriquecimiento.

Para hacerlo el uranio debe ser convertido primero en un gas, hexafluoruro de uranio, para ello se lo calienta a unos 64 grados centígrados. Un gas que es corrosivo y reactivo por lo que debe ser manejado con sumo cuidado. Las tuberías y bombas de las plantas de conversión son construidas de una forma especial con aleaciones de aluminio y níquel.

Según el Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), ocho países con capacidad nuclear cuentan con 22.000 cabezas nucleares, de las cuales más de 7.500 son armas operativas.

Se trata de EEUU, Rusia, Reino Unido, Francia, China (las cinco potencias atómicas reconocidas por el Tratado de No Proliferación-TNP), y de India, Pakistán e Israel. Varios de estos países han anunciado iniciativas para modernizar y diversificar sus arsenales. En Reino Unido, por ejemplo, se debate el reemplazo de los submarinos nucleares Trident. Es decir, que aunque muchos puedan pensar que las armas nucleares son algo de la Guerra Fría, un asunto olvidado y del pasado, nada más lejos de la realidad.

Este año se han producido varias iniciativas relativas al peligro nuclear.

En abril, EEUU y Rusia firmaron en Praga un tratado de reducción de armamento. Ambos países se comprometen a reducir sus arsenales en casi un tercio, en torno a unas 1.550 cabezas cada uno, así como a limitar el número de lanzadores (se trata de armamento desplegado, no del arsenal almacenado).

En mayo tuvo lugar la Conferencia de Revisión del TNP, que concluyó con un documento de consenso entre los casi 190 países participantes. Aunque se trata de un texto débil, hay una referencia importante, ya que se rescata la idea de crear una zona libre de armas de destrucción masiva en Oriente Medio.

El peligro que suponen las armas nucleares requiere ser abordado con mayor decisión y audacia y actuando en varias vías paralelas. Los países más poderosos están haciendo un esfuerzo para evitar que Irán pueda hacerse con un programa atómico y eventualmente con el arma nuclear.

Esto contrasta con su tolerancia con los programas atómicos de India y Pakistán (que son miembros del Tratado y, por tanto, lo han incumplido), o con el de Israel (que ni siquiera ha firmado el Tratado).

A su vez, las cinco potencias nucleares reconocidas deben, en virtud del mismo Tratado, dar pasos decididos hacia el desarme, algo que tampoco están haciendo. Estos dobles raseros minan toda posible credibilidad.

Hoy se habla con insistencia del terrorismo y del peligro que supone para la seguridad internacional. También de la posibilidad de que eventualmente grupos terroristas pudieran obtener (y utilizar) armamento no convencional.

Con un mercado negro de armamento floreciente y en auge a nivel internacional, es aterrador pensar en la posibilidad de que los materiales para fabricar una bomba sucia cayeran en manos de grupos terroristas. Pero también lo es pensar que un accidente, un error humano o un problema en una negociación pudieran dar lugar a la detonación de una bomba.

«Las armas nucleares son uno de los peligros existenciales a los que se enfrenta la humanidad y su eliminación debe ser una prioridad desde ahora mismo y para las generaciones venideras» (Mabel Bustelo, responsable de Desarme de Greenpeace)

No a las bombas, no a HIROSHIMA, tantas guerras, no más GUERNICAS…

«El hombre piensa en el significado de la vida porque sabe con certeza que va a morir algún día» (Haruki Murakami, en el libro: «Crónica del pájaro que da cuerda al mundo»)

Film: «In The Mood for Love» (2000- Wong Kar-Wai)

Y sí a la razón, al amor

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

Cine del bueno: Metropolis

Estados Unidos siempre se ha llevado la palma respecto a la producción cinematográfica. Pero la UE tampoco se ha quedado atrás. Muchas han sido las cintas europeas a las que no se les pondrá ni una mota de polvo en los estantes, por lo magníficas que han sido y que seguirán siendo.

Y «Metrópolis» es una de ellas. La primera película reconocida como patrimonio documental del mundo por la UNESCO. Un clásico.

Aprovechando el Día de Europa este fin de semana, el País Vasco ha querido aportar su granito de arena. Y lo ha hecho en Vitoria-Gasteiz, proyectando por primera vez a nivel nacional la versión completa y remasterizada de la película de Fritz Lang (estrenada en 1927).

La Semana del Cine Europeo de Euskadi se suma así al reconocimiento del cine hecho en casa. Entre hoy y el 15 de mayo, acercará a varios cines de las tres capitales vascas veinte títulos del mejor cine europeo.

Cuarenta y dos años después de que los hermanos Lumière estrenaran «Workers leaving the lumière factory» (1885), Lang dirigiría Metropolis, una de las grandes películas del expresionismo alemán. Una historia basada en la novela homónima de su esposa hasta que se afilió al partido nazi y se divorcio de ella en 1933, Thea von Harbou.

El pasado 12 de febrero se estrenó la nueva versión restaurada en el Festival de Berlín. Y esto ha sido posible gracias a que hace tan sólo dos años se descubrió en Buenos Aires un negativo que incluía media hora de imágenes inéditas hasta la fecha.

En un hipotético futuro los humanos se dividen entre pensadores (cerebro) y trabajadores (manos). Los primeros sobreviven en la superficie, mientras los segundos malviven alienados en el subsuelo y hacen funcionar las máquinas que convierten en idílica la superficie.

María -una joven/robot visionaria- augura la llegada de un mediador, el corazón, que consolide la armonía entre el cerebro y las manos. Y el emisario llega, Freder. Aunque su misión no será sencilla, pues su poderoso padre, Joh Fredersen -temeroso de una revolución- iniciará un plan que pondrá en peligro el inestable equilibrio en el que se encuentran cerebro y manos.

La película es un clásico, no sólo del cine mudo y en blanco y negro, sino también de la ciencia ficción. Son incontables las veces que ha sido referenciada de forma más o menos sutil en alguna película: «Blade runner» (1982), «Sky captain and the world of tomorrow» (2004) y «Buñuel y la mesa del rey salomón» (2001).

Desgraciadamente, la película de Fritz Lang no goza del beneplácito de gran parte del público. Espectadores que, por cierto, seguramente no la han visto, bien porque es en blanco y negro, bien porque es muda. Lo cierto es que, probablemente, ellos no se pierden nada. Sí se lo pierden aquellos que saben enfrentarse al cine independientemente de sus ingredientes exclusivamente temporales.

Fritz Lang, más que dirigir, orquesta una obra en la que desde la música de Gottfried Huppertz, modernizada y omnipresente, quizás demasiado -hasta la coreografía de los casi cuarenta mil extras (15.000 de ellos, calvos)- están cuidados hasta el más mínimo detalle. Incluso los escenarios de cartón piedra lucen de forma diferente. Se nos propone un futuro en el que la superficie está dominada por infinitos rascacielos, trenes elevados, avionetas; en el que los habitantes de la superficie se entretienen en jardines que poco tienen que envidiar al del Edén; en el que la inteligencia artificial es una realidad. Asímismo, se nos propone un subsuelo en el que las condiciones laborales al servicio de las máquinas que alimentan la superficie son precarias y los turnos de diez horas; en el que los habitantes del subsuelo, inducidos por María, confían ciegamente en la llegada de un emisario que los acerque a la superficie.

Al final, las casi dos horas que dura -y eso que un cuarto del metraje original se perdió para siempre- es su punto más débil. Eso y un guión que a pesar de su brillantez recurre en demasiadas ocasiones al pasaba por allí en el momento oportuno. Tanto que a pesar de la magnificencia de alguno de los planos de la ciudad, uno acaba pensando que no es más grande que el pueblo de cualquier punto geográfico de nuestro país.

¿Los personajes? Mencionar simplemente que no huyen de lo que es común en el cine mudo, la sobreactuación. Y que ninguno de ellos es Charlie Chaplin. Los hay buenos y malos.

Como anécdotas. El videoclip de Madonna, «Express yourself» está inspirado en el film, recreando una historia de amor entre un obrero y una mujer de las clases altas. Pero quizá en el video «Sugar«, de la banda System Of A Down -donde se muestra una parte de la escena donde los trabajadores marchan hacia el trabajo-, es lo que mejor se ha adaptado al estilo de Lang.

Mientras tanto, a falta de un remake lo que han hecho es poner a la venta un DVD que traslada Metropolis a la era digital.

¡Cómo ha cambiado la visión del futuro! Pero cómo sabemos dentro de nosotros, y sabremos siempre, que el mediador entre la cabeza y las manos ha de ser el corazón.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán