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Let’s Pollute

La contaminación ha llegado a todos los rincones del planeta y el ser humano es el principal responsable.

Amenaza nuestros ríos y lagos, nuestro aire, tierra y océanos. Y, en última instancia, a nosotros mismos y nuestro futuro.

GREENPEACE España avisa:

En nuestra sangre hay más de 300 sustancias químicas sintéticas que no tenían nuestros abuelos; la contaminación atmosférica provoca al año 16.000 muertes prematuras en nuestro país.

Pero es que además al año se vierten al agua más de 4,6 millones de toneladas de contaminantes; y sólo se recupera el 13,1% de los residuos (el 86,9% va a vertederos y a incineradoras).

El corto de animación ‘Contaminemos’ trata precisamente de eso: de cómo la polución es nuestra herencia y lo que hace crecer la economía. Todo hecho desde un punto de vista más bien satírico; a ver si así nos paramos un poco a pensar…

¿Necesitamos producir más para ser más felices?

¿Por qué esa «cultura de la posesión«? Y, ¿qué decir de nuestra conciencia?

Read the article ‘Why men are worse for the planet’

Esta es una de las cinco cintas nominadas para los Oscar 2011. Premios que se celebran la próxima madrugada del domingo al lunes.

Las otras son The Gruffalo’

‘Day & Night’

‘The Lost Thing’

‘Madagascar, carnet de voyage’

© Iñigo Ortiz de Guzmán

Cancún vs. el cambio climático

Madrugada del 19 de diciembre de 2009.

Los países de la Alianza Bolivariana (Venezuela, Cuba, Bolivia y Nicaragua) hacen naufragar un acuerdo cocinado por EEUU y un puñado de países emergentes en la cumbre del clima de la ONU en Copenhague.

Tan sólo se logra un acuerdo vinculante de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Madrugada del 11 de diciembre de 2010.

Ha pasado un año de bofetadas diplomáticas pero, en el último minuto, ocurre un milagro en la cumbre del clima de Cancún. Todos los gobiernos del planeta, salvo el de Evo Morales, consensúan un modesto principio de acuerdo para luchar contra el cambio climático.

Como critica Bolivia, los Acuerdos de Cancún son una versión pulida del de Copenhague. Sin embargo, la Alianza Bolivariana se rompe y Morales se queda solo en su pelea para tumbar el texto.

Los 193 países restantes aprueban el documento final.

Por primera vez, los dos principales emisores del mundo, EEUU y China, se comprometen a reducir sus emisiones de CO2 ante la Organización de las Naciones Unidas.

Y potencias emergentes como MexicoBrasil e India prometen evitar que las suyas se desboquen.

Hasta ahora, solo 37 países industrializados (entre ellos los de la UE, Japón, Rusia y Australia) pagaban su responsabilidad histórica en el calentamiento global, mediante el protocolo de reducción de emisiones aprobado en Kioto en 1997.

El rechazo de Bolivia podría haber arruinado el acuerdo, ya que en principio los textos de la cumbre requieren unanimidad.

Sin embargo, cuando el embajador boliviano, Pablo Solón, intenta vetar el documento, los otros 193 países miran hacia otro lado y lo refrendan.

El no de Bolivia se registra como una reserva, así que a todos los efectos el país tiene que cumplir el acuerdo.

Se crea así un ‘ Fondo Verde‘:

Una partida presupuestaria de 100.000 millones de dólares anuales para los países pobres.

¿Su objetivo?: Evitar una subida de más de dos grados de la temperatura media del planeta hacia 2100.

Para España, significa evitar hasta cinco grados más en verano a final de siglo e impedir que la mitad sur del país se transforme en Almería.

Se trata, al fin y al cabo, de lograr un mayor equilibrio entre países desarrollados y en vías de desarrollo.

Éstos sólo someterán sus emisiones a verificación internacional cuando hayan sido financiadas por dinero procedente de Occidente. Una fórmula que parece satisfacer tanto a China -que cuestiona estos procesos-, como a Estados Unidos -que los solicitó-.

Pero ese objetivo no es alcanzable sin los medios para combatir sus causas, que no son otras que la utilización masiva de los combustibles fósiles como fuente de energía.

El Protocolo de Kioto -que expira en 2012- obliga a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (los llamados GEI) a los países más desarrollados, con la excepción de unos pocos que no lo aceptan (singularmente EE UU -el país con más emisiones per cápita del mundo-, que se opone a cualquier medida que pueda dañar su economía).

Lo que se plantea hoy es una continuación de este tipo de compromisos de reducción en los países ricos, con la ineludible inclusión de norteamericanos y chinos. Sin embargo, aunque se haya llegado a un acuerdo de mínimos, ninguno de estos dos países parece que está todavía seriamente por la labor.

Es más. La propuesta de Obama de reducir sus emisiones un 17% en 2020 respecto de las del año 2005 -mucho más modesta que la Europa de los 27 de reducir un 20% o un 30% en 2020 respecto de 1990-, no ha sido todavía ratificada por el Congreso; tras el triunfo republicano en las últimas elecciones, dicha ratificación parece más lejana.

En todo caso, los 194 países se acaban de comprometer a duplicar su esfuerzo y alcanzar un tijeretazo en las emisiones de CO2 de entre el 25% y el 40%.

HECHOS CONSTATABLES

Según la Organización Meteorológica Mundial de las Naciones Unidas, la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera alcanzó el año pasado niveles récord, hasta un 38% más que a comienzos de la era industrial.

Los informes científicos son incuestionables: la Tierra se ha calentado durante los últimos 100 años 0,74 grados centígrados, y lo seguirá haciendo a un ritmo de 0,2 grados por década.

Y aunque en la atmósfera la concentración de dióxido de carbono ha disminuido a causa de la crisisis económica -en España, en el primer semestre de 2009, se registró un descenso del 17% respecto al mismo periodo de 2008-, las perspectivas de futuro no son buenas.

El cambio climático ya está provocando la muerte de unas 315.000 personas cada año como consecuencia del hambre, las enfermedades y los desastres naturales vinculados a su impacto en la Tierra.

Según un informe presentado por el Foro Humanitario Global en Ginebra en junio de 2009, afecta de forma grave al bienestar de aproximadamente 325 millones de personas; y se espera que este número se duplique en 20 años, hasta alcanzar a un 10% de la población mundial (aproximadamente 6.700 millones).

De acuerdo con este informe, las pérdidas económicas vinculadas al cambio climático superan los 125.000 millones de $/año.

Y es probable que esta cifre aumente hasta 300.000 millones para el año 2030 (unos 215.000 millones de euros).

Los países en vías de desarrollo soportan este impacto en un 90%, aunque contribuyen menos del 1% de las emisiones contaminantes que están calentando el planeta.

SATISFACCIÓN GENERAL, PERO CON RESERVAS

Los ecologistas han mostrado su satisfacción porque el texto incluye alusiones a la gravedad del calentamiento y alude a la reducción de emisiones que pide el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC).

Greenpeace cree que «los gobiernos han tomado la decisión correcta. Han empujado al mundo hacia el acuerdo justo, ambicioso y legalmente vinculante que el clima necesita (…) pero queda todavía mucho camino por recorrer para salvar el clima”.

Y lo mismo manifestó el presidente mexicano, Felipe Calderón: «Cancún ha sido un éxito, sobre todo, porque se ha dado un paso muy grande, al restablecer la confianza de la comunidad internacional en el multilateralismo como la mejor fórmula, complicada, abigarrada, pero al final de cuentas, la fórmula con la que contamos para ponernos de acuerdo como humanidad«.

Así con todo, el acuerdo impulsado por Mexico crea una especie de Frankiotostein, como lo define una analista argentina.

Congela la decisión sobre la prórroga de Kioto más allá de 2012 y obliga a los 194 países a decidir en próxima cumbre -que tendrá lugar en Durban (Sudáfrica) en diciembre de 2011- si el tratado se renueva o se entierra para fusionar a los 37 países de Kioto con EEUU, China y compañía en un acuerdo global.

El cambio climático es uno de los desafíos más formidables a los que ha de enfrentarse la humanidad en el próximo futuro, pero su naturaleza hace muy difícil actuar contra él.

Las medidas preventivas son el aumento del papel de las energías renovables, la disminución de la intensidad energética de nuestras economías y un transporte menos dependiente de los derivados del petróleo.

Solo si EE UU y China aceptan la responsabilidad que les corresponde, podremos llegar a acuerdos eficaces.

Mientras tanto, hoy hemos sabido que el glaciar Ameghino (en el sur de Argentina) ha retrocedido cuatro kilómetros en casi 80 años «por causa del calentamiento global».

Fuente: Greenpeace

Las dos imágenes, una tomada en 1931 y la otra en marzo pasado, evidencian la disminución la masa de hielo del glaciar que está ubicado en el Parque Nacional Los Glaciares, en la provincia de Santa Cruz.

AHORA O NUNCA

«Simplemente pienso  que esta es una oportunidad realmente histórica. Todo se ha venido juntando. Tenemos una conciencia cada vez mayor de la urgencia, así que sabemos que necesitamos reducir la  contaminación que causa el calentamiento climático. Al mismo tiempo, tenemos esta oportunidad de lograr nuevas formas de energía para Estados Unidos, de impulsar una economía de energía limpia y también proteger a la fauna silvestre para el futuro de nuestros hijos. Esto es realmente por lo qué yo me dedico a esta actividad.  Sencillamente creo que es tan importante que tomemos medidas ahora para proporcionar un mejor mundo a nuestros hijos«. (Paul Epstein, director asociado del Centro para la Salud y el Ambiente Mundial, de la Facultad de Medicina de Harvard)

¿Estamos a tiempo? ¿Aún hay esperanza?

Quiero pensar que sí.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán


Centrales nucleares

La energía nuclear despierta pasiones, tanto a favor como en contra.

España cuenta con ocho centrales nucleares desde 1970 (la última se puso en marcha en 1987).

Las nucleares no están dispuestas a aceptar que la vida útil de las centrales acaba a los 40 años.

Santa María de Garoña, inaugurada en 1971, se está convirtiendo en la punta de lanza del sector para exigir al Gobierno que recapitule y amplíe la vida de las nucleares hasta los 60 años.

Garoña (Burgos) sentará precedente y las nucleares han visto su gran oportunidad en las dudas del Gobierno de Zapatero, que ya prorrogó hasta el 2013 su cierre en contra de su programa electoral y a pesar de que en el 2011 esa central cumplirá 40 años.

El director de la central de Santa María de Garoña, José Ramón Torralbo, es un acérrimo defensor de la seguridad y capacidad operativa de esta instalación.

Las nucleares quieren hacer visualizar su apoyo a Garoña porque saben que el destino de la nuclear burgalesa acabará marcando el futuro del resto de centrales.

Para lograrlo, el sector nuclear sabe que deberá encontrar primero apoyos en el territorio y en la clase política. La continuidad de Santa María de Garoña -a escasos kilómetros de la frontera con Álava (Euskadi)- está respaldada por los 21 ayuntamientos del valle de Tobalina, además de la Junta de Castilla y León (PP).

Asimismo, para lograr convencer a la sociedad, Garoña -que se juega su futuro- ha intensificado una política de comunicación activa para abrir la central a la población de su entorno.

Hasta 14.000 personas visitan cada año la nuclear.

En el taller donde los operarios simulan maniobras de reparación, la dirección de la central ha preparado una pequeña exposición en la que explica, paso a paso, el sistema ideado en los años 80 para combatir las grietas que se detectaron en la vasija del reactor.

Los ecologistas hicieron de este defecto de fabricación uno de sus caballos de batalla para reivindicar el cierre definitivo de Garoña.

Ahora la nuclear quiere convertir el defecto en virtud.

«No hay ninguna razón técnica que justifique el cierre de Garoña, es una decisión política», argumenta Torralbo, agarrándose al informe favorable emitido por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).

Una de las bazas que utilizan las nucleares para reivindicar que la vida útil de una central puede superar los 40 años, e incluso llegar a los 60, está en la política de Estados Unidos.

Hasta siete nucleares americanas han recibido la autorización de su gobierno para operar hasta los 60 años; la más antigua de ellas fue inaugurada en 1969 (dos años antes que Garoña).

Las centrales catalanas confían también en forzar el cambio de criterio del Gobierno, por lo que aseguran que su plan de inversiones se está desarrollando ya pensando en una vida de 60 años. «Hay equipos que no cambiaríamos si pensáramos en los 40 años y también condiciona la política de formación», explica Manel Campoy, director de Vandellòs II.

Las nucleares catalanas saben que lo que pase en Garoña afectará a todo el sector.

EFECTOS RADIOLÓGICOS

Lo cierto es que, según un estudio alemán realizado por la Universidad de Mainz a petición de la Oficina Federal de Protección Radiológica de ese país, nos muestra un dato que ya sospechábamos: vivir cerca de una central nuclear incrementa los riesgos de padecer cualquier tipo de cáncer en los niños.

Al parecer, existía una clara relación entre la proximidad de la central y el desarrollo de alguna enfermedad oncológica, siendo el radio de cinco kilómetros próximos a la central el más peligroso para tal efecto.

Aunque en un radio de 50 kilómetros ya se perfilaba el aumento del riesgo de padecer algún tipo de cáncer.

¿Quién no se acuerda a día de hoy, hace 24 años, de los estragos que supuso la explosión de la central térmica rusa de Chernobyl, y sus consecuencias a la sociedad, en especial, a los más pequeños?

REACTORES NUCLEARES EN EL MUNDO

A nivel global, son 436 los reactores en funcionamiento, y más de una treintena se están construyendo.

DEBATE NACIONAL

El Gobierno de España tiene un serio problema sobre la mesa, y es, qué hacer con las centrales nucleares que tenemos en nuestro territorio.

De todos es sabido, que el gobierno del PSOE, tiene una postura más bien contraria a la energía nuclear, tal y como proponía en su programa electoral. Esta postura, totalmente legítima, choca frontalmente con los fuertes intereses del lobby nuclear o con los legítimos derechos laborales de las personas que trabajan en estas instalaciones, entre otros.

Es cierto que la energía eléctrica es un tema estratégico y de suma importancia para la economía productiva de España.

Y es que nuestro país es dependiente en energía, ya que carece de yacimientos petrolíferos. De este modo, se puede afirmar que hay un problema de abastecimiento energético de países como Rusia, Argelia, Libia o Arabia Saudi.

Así con todo, las únicas fuentes energéticas con las que cuenta el país para autoabastecerse son carbón, las energías renovables (como la eólica o la solar), la hidráulica y nuclear.

Y ninguna de ellas suministra el 100% de la energía que se necesita, al ritmo al que consumimos.

Casi dos tercios del consumo nacional procede de combustibles fósiles (responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero), mientras que las centrales nucleares aportarán este año el 19% de la energía eléctrica que se consume en España.

En todo caso, en años secos, con menor producción hidroeléctrica, contribuyen con más de la cuarta parte de la energía.

Los inconvenientes nucleares son la generación de residuos de alta radiactividad y, especialmente, su tratamiento.

Se guardan en las piscinas de cada una de las centrales, aunque se prevé la construcción de un almacén temporal que recoja los residuos de las ocho centrales (dos de ellas ya cerradas), sin emplazamiento definido por el momento.

El Consejo de Seguridad Nuclear y Enresa se encargan de la supervisión de las plantas y la gestión de residuos, respectivamente. Sin embargo, los opositores de las nucleares advierten de los riesgos ambientales y para la salud en caso de accidente.

Un anuncio de GREENPEACE se hace eco del calentamiento de la Tierra; y, claro, las centrales tienen algo que ver…

En todo caso, los procesos de desmantelamiento de una planta nuclear no son ni fáciles, ni rápidos, ni económicos.

Así, por ejemplo, en la deconstrucción de la central de Vandellós I se generaron unas 97.000 toneladas de residuos, de las cuales 79.000 eran escombros de hormigón (que se reutilizaron para restaurar el emplazamiento), y más de 1.700 toneladas eran residuos radiactivos de baja y media actividad.

En el caso de Garoña, si el cese se produce el 6 de julio de 2013, los trabajos de desmantelamiento comenzarían tres años después. Tiempo en el que se extraería el combustible gastado de la piscina y se depositaría en un ATC (Almacén Temporal Centralizado), si para esa fecha está construido.

Tenemos un grave problema y es: ¿Qué hacemos con las centrales nucleares que tenemos en España?

Seguir manteniéndolas durante más tiempo, a pesar del peligro que podría suponer el mantener un parque nuclear envejecido, con una tecnología obsoleta. O bien, renovar este parque nuclear, abordando la construcción de nuevas nucleares con tecnología más avanzada y con mejores rendimientos.

Y el tema de la gestión de los residuos que generan estas centrales.

A día de hoy nadie sabe que hacer con ellos y difícilmente exista un municipio en España que quiera albergar un almacén donde albergarlos.

De seguir con este ritmo de generación, en el período 2008-2012 los gases de efecto invernadero pueden ser superiores en un 60% a las del año 1990. Y eso a pesar de que en el Protocolo de Kyoto se asumió el compromiso de no sobrepasar un aumento del 15% entre 1990 y 2010.

Este enorme incremento puede suponer fuertes sanciones por parte de la UE y un elevado coste por la compra de derechos de emisión.

El desarrollo y la apuesta por las energías renovables puede convertirse en una necesidad, si se quiere conseguir un desarrollo sostenible en un mundo con creciente demanda de energía.

¿Será suficiente con los parques eólicos y las placas fotovoltaicas para alimentar la creciente demanda de energía de España? ¿Podría suplir esta tecnología, la energía eléctrica, que generan las nucleares actuales?

Algunos expertos en la materia abogan por un sistema energético español diverso, en el que tengan cabida los actuales sistemas de generación y en el que tenga una mayor presencia las renovables.

Otros abogan por un sistema en el que la nuclear tenga más presencia, dado que piensan que la generación a través de los sistemas renovables son muy inestables. Los defensores de la energía nuclear mantienen que en la Unión Europea -gracias a este sistema de producción- se evita la emisión anual a la atmósfera de 700 millones de toneladas de CO2, al producir la tercera parte de la electricidad que se consume sin los problemas de impacto ambiental que produce la generación de electricidad a partir de combustibles fósiles; contribuyendo además al ahorro de las reservas de estos combustibles, que resultan imprescindibles, por ejemplo, para el transporte.

Si la energía nuclear es la solución a nuestros problemas de suministro de energía de forma limpia y sin impacto medioambiental, ¿por qué existe un profundo debate en cuanto a su desarrollo y utilización?

La población que vive cerca de una central nuclear escucha con preocupación el debate y no deja de pensar en aspectos como:

—Los posibles usos bélicos de la energía nuclear, ya que los combustibles nucleares son los materiales con que se fabrican las armas nucleares.
—El riesgo de accidentes que originen consecuencias tan graves como el ocurrido en la central de Chernobyl.
—El problema existente en el almacenaje o eliminación de los residuos radioactivos generados, cuya “vida” es de varios miles de años, principalmente en los de alta actividad, que son los generados por el combustible gastado.

DESARROLLO NUCLEAR POR PAÍSES

FRANCIA- Las nucleares galas se revisan cada diez años. A lo largo del 2010 se han verificado las condiciones de las 58 centrales para ver si llegan a los 40 años. Tres cuartas partes de ellas se abrieron entre 1979 y 1990. La eléctrica EDF estudia ahora cómo prolongar su vida hasta los 60 años.

EE.UU.- Paralizó la construcción de centrales tras un accidente en 1979 en Pensilvania. Pero Obama intenta dar un impulso al sector apoyando la puesta en marcha de dos reactores en el Estado de Georgia. Un total de 59 reactores (de los 104 existentes) cuentan con licencia para funcionar seis décadas.

ALEMANIA- Aprobó en septiembre prolongar una media de doce años la vida de sus 17 centrales nucleares. Las más antiguas estarán activas ocho años, y las más modernas se mantendrán catorce años más. Eso significa que algunas continuarán en servicio más allá del 2030.

RUSIA- Desde 2003 apuesta abiertamente por la energía nuclear como factor de estabilidad y de defensa frente a las crisis energéticas. Actualmente, hay 31 reactores en funcionamiento y nueve más en fase de construcción.

CHINA- Necesita toda la energía. La contribución de la nuclear es del 1%, pero plantea aumentarla hasta el 4% en 2020. Para ello va a construir 30 centrales nucleares (21 ya en marcha), y ya tiene 11 en funcionamiento. Eso sí, también apuesta por saltos hidroeléctricos y renovables.

 

Aún siendo una visión egoísta, siempre nos quedará pensar que hasta que no ocurra un desastre cerca de donde uno vive, se estará a salvo.

«¡¡Menos mal que el mundo arde siempre por otro lado!!» (por QUINO)

Por Iñigo ortiz de Guzmán

Hungría, al rojo vivo

Da igual adónde se dirija la mirada. No hay otro color que el rojo.

La razón: la rotura de una balsa con residuos de una empresa fabricante de aluminio situada a 165 kilómetros al oeste de la capital, Budapest. La ola tóxica de lodo rojo se tragó el pasado lunes por unos momentos las poblaciones de Kolontar y de Devecser.

El millón de metros cúbicos de barro -más corrosivo que la lejía- ha dejado la marca de su paso en árboles, viviendas, vehículos; todo está enfangado y teñido de rojo.

Como consecuencia, han muerto ya siete personas, hay 150 heridos y los equipos de rescate continúan trabajando en la búsqueda de personas que permanecen desaparecidas.

Caminando con dificultad, la población húngara en esa zona ha salido despavorida de sus casas. Se cubren la boca con mascarillas. No es para menos…

Parece que las víctimas mortales lo han sido por ahogamiento. El resto de afectados ha sufrido, principalmente, quemaduras en la piel irritación en los ojos, provocadas por el contacto con el plomo y otros elementos corrosivos presentes en este barro.

El ‘barro rojo’ de Hungría no es tóxico precisamente por el aluminio. Un metal que se utiliza de hecho en el tratamiento de algunas alteraciones dermatológicas, como la hiperhidrosis (exceso de sudoración). El componente realmente dañino del vertido es el hidróxido sódico (más conocido como sosa cáustica), que se utiliza como base química para obtener el aluminio.

Este compuesto es tan corrosivo que -si no se limpia bien- continúa penetrando desde la superficie de la piel hacia el interior del organismo, provocando quemaduras de máximo grado. Dependiendo de la gravedad, el tratamiento va desde un lavado con suero fisiológico hasta injertos de piel.

Además, si en la escala de pH (que oscila de 0 a 14) la solución derramada tiene una puntuación de 14 -en condiciones normales es de sólo siete-, quiere decir que la corrosión es máxima.

La organización ecologista GREENPEACE ha puesto la voz en el cielo. Este fin de semana ha presentado un informe que da cuenta de los altos niveles de arsénico analizados in situ. Según las muestras recogidas en Kolontar un día después de la catástrofe, se habrían liberado al medio ambiente cincuenta toneladas de dicho componente tóxico.

El arsénico es altamente perjudicial para las plantas y los animales; y puede acumularse en tejidos de seres vivos. Además -anuncian- puede provocar daños en el sistema nervioso, sobre todo en invertebrados y seres humanos.

El mercurio puede entrar en la cadena alimentaria, especialmente a través del pescado. También puede acularse y, como el arsénico, puede causar daños en el sistema nervioso.

«Cuando se encuentran en un pH elevado, como el que presenta el lodo rojo, estos contaminantes se encuentran relativamente bien adheridos y es más difícil que se liberen al medio, sin embargo, con la disminución del valor del pH (como está ocurriendo en los ríos) se produce un efecto de dispersión por el entorno».

Inauditas las explicaciones de la empresa Magyar Aluminum (MAL), que en todo momento se ha desentendido del vertido que causó el lunes y que amenaza el Danubio. En un comunicado, califica la ola roja como «una catástrofe natural» y afirma que fue «imposible de predecir».

MAL -firma del orgullo comunista privatizada y vendida a un millonario húngaro en 1995- insiste en que su residuo no es peligroso y ha ofrecido unos 110.000 euros en ayuda de emergencia a las dos localidades afectadas. La reparación del escape costará millones de euros.

La firma guardaba un atronador silencio desde el lunes. Sus portavoces ni devolvían las llamadas. Ahora admite que su política de comunicación quizá no fue la adecuada por ser demasiado «poco emotiva» hacia las víctimas.

Asimismo, explica que se deslizó la esquina de su balsa número 10, pero que entre el 96% y el 98% del barro rojo sigue en la presa. Y dice que la UE no incluye el barro rojo en su lista de residuos tóxicos.

El director de WWF en Hungría, Gábor Figeczky, juzga un sarcasmo la respuesta: «La mayor parte del barro sigue dentro, pero lo que ha salido es el líquido que estaba encima del barro. Eso es lo que es muy alcalino y corrosivo. Ha muerto una persona por las quemaduras, que le digan que no es tóxico».

Que la balsa era un riesgo era conocido. En 2001, Hungría la incluyó en la lista de instalaciones potencialmente peligrosas para el río Danubio a instancias de la Comisión Internacional para la Protección de Danubio.

Lo cierto es que que hay riesgo de rotura de la balsa. Así se ha constatado en las últimas horas, al verse que la presa que contiene el derrame se ha debilitado aún más.

Ahora, según ha explicado el jefe de la Unidad de Desastres Naturales de Hungría, «hay que cerrar la rotura del dique, limpiar el lodo de los muros de las casas y las calles (con máquinas y excavadoras) y proteger el agua para consumo humano«. Por ello, los equipos de limpieza están colocando yeso en un río cercano para ayudar a neutralizar el vertido.

Además, se están haciendo grandes esfuerzos para evitar que el lodo rojo llegue al Danubio, el 2º afluente más grande de Europa.

Las historias se repiten, como el desastre que en España amenazó a Doñana el 25 de abril de 1998.

Entonces, 4.600 hectáreas de la cuenca del río Guadiamar en Aznalcóllar (Sevilla) amanecieron cubiertas de aguas ácidas y lodos procedentes de desechos que se almacenaban en una balsa minera explotada por la multinacional sueca Boliden.

La rotura de la presa vertió 4,5 millones de hectómetros cúbicos de desechos con una alta concentración de cinc y arsénico. Puro veneno para la tierra, la vegetación y la fauna de la zona. Pero las dimensiones del desastre podían multiplicarse si el vertido corría río abajo y llegaba al Parque Nacional de Doñana, hogar o zona de paso de decenas de especies protegidas.

La actuación inmediata sobre un vertido 100 veces mayor que el del petrolero ‘Prestige’ movilizó a cientos de personas. Se construyeron tres diques con los que se consiguió desviar el cauce del río y alejar del parque natural las aguas contaminadas. Después, vinieron más de tres años de trabajo para retirar el lodo y limpiar las tierras contaminadas.

Doñana, 1998 – actualidad

Transcurridos doce años, casi todo está mejor que, incluso antes del vertido. A lo largo de más de sesenta kilómetros, el Guadiamar ha recuperado su función de cuenca de conexión ecológica entre los ecosistemas marismeños de Doñana y los de la sierra del Norte de Huelva.

Alrededor de 240 millones, costó a las administraciones frenar el vertido y reparar sus consecuencias. Pero la empresa Boliden sigue, a día de hoy, sin pagar ni un euro de aquella inversión y las administraciones continúan a la espera de que se resuelva el contencioso abierto contra los bienes de la empresa en Suecia.

En España existen 988 balsas con residuos minerales, de las cuales nada menos que 542 se encuentran abandonadas, sin que esté del todo claro qué tipo de control estén ejerciendo sobre su estado las administraciones central y autonómicas.

Ahora, la marea del Danubio viene a recordar el largo camino que queda para erradicar estas amenazas.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

Incendios impunes

Se espera que hoy quede controlado el incendio que desde el pasado domingo ha arrasado 349 hectáreas de pinar en la zona de Benirràs, al norte de la isla de Ibiza. Uno de tantos en los que no se debe al cambio climático o a las altas temperaturas estivales, sino que todo apunta a otro caso de negligencia.

No hay nada de nuevo en esto… Lo de cada año por estas fechas.

Pero, ¿Qué razones de peso hay detrás de todo incendio? ¿Cuáles son los motivos para que se produzcan tantos en España?

En primer lugar, la estructura y composición de nuestros montes está determinada en gran parte por el abandono del medio rural. Este fenómeno ha traído consigo un significativo aumento de la superficie forestal en zonas agrícolas abandonadas a partir de la segunda mitad del siglo XX. Por esta razón, una parte de esta superficie está formada mayormente por masas forestales jóvenes, inestables, y con poca o nula gestión. También, el fin o el decaimiento de la mayoría de los aprovechamientos forestales como la utilización de madera, el pastoreo extensivo, la recogida de leñas, o el carboneo.

Si a esto sumamos que sólo un 16% de las masas arboladas españolas tienen un plan de gestión, tenemos una situación estructural de abandono y gran cantidad de combustible.

Pero lo más importante -tal y como ocurre en la Península Ibérica, en especial en Galicia y en nuestra vecina Portugal- es el uso cultural del fuego. Y todo con un fin: la regeneración de pastos, la limpieza de fincas, para ahuyentar animales “dañinos”, etc.

Es así por lo que el 95% de los incendios forestales están provocados por la mano de ser humano, muchos de ellos son intencionados.

Detrás de dos de cada diez incendios registrados en Galicia se esconden intereses económicos. La voz de alarma la acaban de dar agentes judiciales de la Guardia Civil al hacer público un estudio sobre el perfil psico–social de los incendiarios en la comunidad que analiza un total de 138 incendios. El objetivo es ayudar a “identificar” a los posibles autores de un incendio forestal y mejorar las medidas de prevención en la lucha contra el fuego.

Así sabemos que el 7% de los incendios registrados en Galicia son provocados por pirómanos. Las imprudencias por prácticas tradicionales como puede ser la quema de rastrojos causa casi un 24%; y más de un 25% fueron ocasionados por barbacoas, colillas mal apagadas o pirotecnias. Además, el 17,9% persiguen la obtención de algún beneficio, ya sea urbanístico, económico o ganadero, y un 5,1% pretenden causar daño a terceros.

Y lo que más preocupa: el 20% de incendios son provocados por personas con problemas psicológicos que no tienen motivación aparente alguna.

Lo cierto es que 2010 está siendo el año con menos hectáreas quemadas de la década a nivel nacional. Son más de 7.000 hectáreas de casi 26.000 en total, por el momento, que han sido pasto de las llamas en la primera mitad del mes.

Unas cifras que distan mucho de las 136.152 hectáreas arrasadas de 2006, el año más negro de la década respecto a incendios en nuestro país.

Para que nos hagamos una idea, la superficie arrasada este año supone un descenso del 72,8% con respecto al mismo periodo del 2009.

Pero GREENPEACE avisa: que no podemos bajar la guardia.

Y denuncia que sólo 1 de cada 1.000 incendiarios acaba siendo juzgado.

La organización ecologista señala en su último estudio que los incendios forestales son todavía, y pese a los avances, un delito impune.

Dicho informe señala, además, que  sólo unos pocos de los responsables de los los grandes incendios forestales (aquellos que afectan a más de 500 hectáreas, y que suponen el 40% de la superficie quemada en la última década) acaban siendo juzgados.

Greenpeace reconoce que en los últimos años las fiscalías de Medio Ambiente han realizado un importante esfuerzo para aplicar el Código Penal (vigente desde 1995) cuyo resultado es un incremento notable del número de sentencias y condenas.

Así con todo, Galicia -donde se producen más de la mitad de los incendios forestales- encabeza el número de sentencias por delito de incendio forestal y el mayor número de sentencias condenatorias.

Le siguen  Castilla y León, Andalucía, Cataluña y la Comunidad Valenciana. Navarra, La Rioja, País Vasco y Madrid son las comunidades autónomas con menor número de sentencias por este delito.

Pese a que la respuesta de la justicia está siendo acorde con las demanda social de castigar a los incendiarios, también se observa que todavía queda mucho que hacer:

Los datos cantan por sí solos: En España se producen una media de 20.000 incendios y se quema una superficie de 140.000 hectáreas todos los años.

En resumen: hay que cuidar del medioambiente. Los bosques son vitales para el mantenimiento de la biodiversidad.

Frente al cambio climático, éstos son fijadores naturales de CO2 (en Brasil, por ejemplo, los incendios forestales son la mayor fuente de emisiones de CO2). Aparte de la desertificación, la sequía y las inundaciones, las zonas boscosas impiden la erosión del suelo y regulan el clima (absorben agua de lluvia y la liberan poco a poco, incrementando la disponibilidad hídrica de los meses secos). Pero es que, además, si los árboles son gestionados de forma sostenible, ofrecen una fuente constante y renovable de recursos e ingresos.

COMBATIR LA DEFORESTACIÓN ES COMBATIR EL CLIMA

«El clima está cambiando. Este año en Rusia comprendimos muy bien la actualidad de los problemas climáticos«, son palabras del primer ministro de Rusia, Vladímir Putin, tras visitar las áeras más afectadas por los incendios forestales. Más de 28.000 incendios que ha arrasado cerca de un millón de hectáreas de bosques desde junio, y más de 11 millones de hectáreas de cultivos (es decir, el 26 por ciento del total de la cosecha).

Hay que ser conscientes de nuestra responsabilidad a nivel medioambiental.

El cambio climático conlleva una serie de consecuencias irreversibles en la vida cotidiana, desde la escasez de agua y de alimento hasta otras menos conocidas como el incremento de las facturas de suministro de agua, luz y electricidad, la subida de las primas de seguros, o el aumento de las enfermedades tropicales.

Inhalemos y exhalemos mientras podamos…

+ info en S.O.S. Planeta

Por Iñigo Ortiz de Guzmán


Hiroshima, en el recuerdo

Hoy se conmemora el 65º aniversario del bombardeo nuclear sobre la ciudad japonesa de Hiroshima.

Y se ha hecho en silencio. Sólo interrumpido por el sonido de una campana, a la hora exacta en la que se soltó la bomba aquel 6 de agosto de 1945.

Eran las 8:15 de la mañana. El bombardero militar estadounidense Enola Gay dejaba caer una bomba de uranio enriquecido de cuatro toneladas de peso, que detonó a 600 metros de altura.

En minutos, una columna de humo color gris-morado con un corazón de fuego (a una temperatura aproximada de 4000º C) se convirtió en un gigantesco “hongo atómico” de poco más de un kilómetro de altura.

Tras recibir la noticia, Harry Truman, el entonces presidente de los Estados Unidos, declaró crudamente: «Éste es el suceso más grandioso de la historia«.

La mayoría de las víctimas de Hiroshima eran civiles, incluyendo mujeres y niños. Truman hizo mención de la «gran responsabilidad que ha caído sobre nuestros hombros y que gracias a Dios llegó a nosotros y no a nuestros enemigos«. Le pidió a Dios «su guía para usarlo para sus fines«. Fue una plegaria escalofriante y profética.

Tres días después le tocaría a Nagasaki, sobre la que se arrojó una bomba de plutonio. En total, una fuerza explosiva de unas 22 mil toneladas de TNT. Resultó en la muerte inmediata de unas 40 mil personas.

Eran los días finales de la Segunda Guerra Mundial. En el frente occidental ya se había acabado, con la derrota de la Alemania nazi. Y EEUU quería asegurarse de que todo el mundo recibía el mensaje sobre quién emergía como la auténtica potencia política y militar dominante en el mundo de la posguerra.

Los americanos no necesitaban utilizar la atómica para asegurarse la victoria en el Pacífico, pero lo hicieron.

Según los historiadores fueron tres las razones detrás de este gesto: la voluntad de evitar que los coletazos de la guerra se prolongaran demasiado; el deseo de venganza contra Japón después de Pearl Harbor; así como la voluntad de demostrar a Unión Soviética -entonces aliada de EE UU pero próximo rival en el tablero mundial- su poderío atómico.

Se calcula que unas 250.000 personas murieron como consecuencia de estos bombardeos.

100.000 murieron en los segundos posteriores a la explosión.

En Hiroshima se produjo el fenómeno de las sombras muerte: personas que literalmente se volatilizaron como consecuencia del calor abrasador. Quedaron reducidas a polvo y sus sombras se dibujaron sobre las calles y casas.

Según los testimonios de quienes presenciaron la devastación, los sobrevivientes de la explosión parecían fantasmas que deambulaban entre cenizas y humo. Fantasmas sin pelo, pues se les quemó en la explosión, o fantasmas ciegos, que lo último que vieron fue el resplandor nuclear.

Todos los años, los habitantes de la ciudad dibujan de nuevo aquellas sombras, para conmemorar la memoria de los fallecidos. Muchos de los que aparentemente resultaron ilesos comenzaron después a sufrir alteraciones graves de salud como síndrome agudo de radiación, disminución extrema de glóbulos blancos, diarreas o hematomas.

Los supervivientes, que se llaman a sí mismos hibakusha, están en muchos casos afectados por anemia crónica, tumores malignos y trastornos psíquicos.

En este año 2010 la conmemoración tiene un carácter especial. Por primera vez, un alto representante de EEUU (su embajador) –John Roos– asiste a los actos conmemorativos. También acude el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. Éste último ya ha dado signos de avanzar en términos de derechos humanos, y ha propuesto fijar 2012 como el año de entrada en vigor del Tratado para la Prohibición de Pruebas Nucleares -suscrito en 1996- pero que sigue a la espera de la ratificación de 44 naciones, entre ellas Estados Unidos y China.

Pero este aniversario debería servir para algo más que para la reconciliación sobre el pasado. Debería ser un recordatorio del peligro, actual y muy real, que suponen las armas nucleares para nuestro planeta y para el futuro de la humanidad.

El proceso que lleva a la fabricación de una bomba nuclear

Una vez extraído, el uranio es transportado a una planta especializada donde es molido hasta convertirlo en un polvo muy fino.

Luego es purificado por medio de un proceso químico y reconstituido en una forma sólida conocida como «torta amarilla», debido a su color amarillento. Este material contiene uranio en un 60-70% y es radiactivo.

El objetivo principal de los científicos nucleares es aumentar la cantidad de átomos de uranio-235, un proceso conocido como enriquecimiento.

Para hacerlo el uranio debe ser convertido primero en un gas, hexafluoruro de uranio, para ello se lo calienta a unos 64 grados centígrados. Un gas que es corrosivo y reactivo por lo que debe ser manejado con sumo cuidado. Las tuberías y bombas de las plantas de conversión son construidas de una forma especial con aleaciones de aluminio y níquel.

Según el Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), ocho países con capacidad nuclear cuentan con 22.000 cabezas nucleares, de las cuales más de 7.500 son armas operativas.

Se trata de EEUU, Rusia, Reino Unido, Francia, China (las cinco potencias atómicas reconocidas por el Tratado de No Proliferación-TNP), y de India, Pakistán e Israel. Varios de estos países han anunciado iniciativas para modernizar y diversificar sus arsenales. En Reino Unido, por ejemplo, se debate el reemplazo de los submarinos nucleares Trident. Es decir, que aunque muchos puedan pensar que las armas nucleares son algo de la Guerra Fría, un asunto olvidado y del pasado, nada más lejos de la realidad.

Este año se han producido varias iniciativas relativas al peligro nuclear.

En abril, EEUU y Rusia firmaron en Praga un tratado de reducción de armamento. Ambos países se comprometen a reducir sus arsenales en casi un tercio, en torno a unas 1.550 cabezas cada uno, así como a limitar el número de lanzadores (se trata de armamento desplegado, no del arsenal almacenado).

En mayo tuvo lugar la Conferencia de Revisión del TNP, que concluyó con un documento de consenso entre los casi 190 países participantes. Aunque se trata de un texto débil, hay una referencia importante, ya que se rescata la idea de crear una zona libre de armas de destrucción masiva en Oriente Medio.

El peligro que suponen las armas nucleares requiere ser abordado con mayor decisión y audacia y actuando en varias vías paralelas. Los países más poderosos están haciendo un esfuerzo para evitar que Irán pueda hacerse con un programa atómico y eventualmente con el arma nuclear.

Esto contrasta con su tolerancia con los programas atómicos de India y Pakistán (que son miembros del Tratado y, por tanto, lo han incumplido), o con el de Israel (que ni siquiera ha firmado el Tratado).

A su vez, las cinco potencias nucleares reconocidas deben, en virtud del mismo Tratado, dar pasos decididos hacia el desarme, algo que tampoco están haciendo. Estos dobles raseros minan toda posible credibilidad.

Hoy se habla con insistencia del terrorismo y del peligro que supone para la seguridad internacional. También de la posibilidad de que eventualmente grupos terroristas pudieran obtener (y utilizar) armamento no convencional.

Con un mercado negro de armamento floreciente y en auge a nivel internacional, es aterrador pensar en la posibilidad de que los materiales para fabricar una bomba sucia cayeran en manos de grupos terroristas. Pero también lo es pensar que un accidente, un error humano o un problema en una negociación pudieran dar lugar a la detonación de una bomba.

«Las armas nucleares son uno de los peligros existenciales a los que se enfrenta la humanidad y su eliminación debe ser una prioridad desde ahora mismo y para las generaciones venideras» (Mabel Bustelo, responsable de Desarme de Greenpeace)

No a las bombas, no a HIROSHIMA, tantas guerras, no más GUERNICAS…

«El hombre piensa en el significado de la vida porque sabe con certeza que va a morir algún día» (Haruki Murakami, en el libro: «Crónica del pájaro que da cuerda al mundo»)

Film: «In The Mood for Love» (2000- Wong Kar-Wai)

Y sí a la razón, al amor

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

Vertido INcontrolado

HISTORIA DE UN DESASTRE MEDIOAMBIENTAL

20 de abril. La plataforma petrolífera Deepwater Horizon hace explosión en el Golfo de México.

Desde entonces, toneladas de vertido tóxico se han desparramado por las aguas marinas de Centroamérica con consecuencias fatales para el mundo animal y vegetal. Ha sido la crónica de un desastre anunciado.

Y la cifra de los litros sigue y suma…

La marea negra provocada por la explosión de la Deepwater Horizon –ubicada a unos 80 kilómetros al sudeste del Delta del Mississippi– ha llegado a las costas de esta region, Alabama, Florida y Luisiana. El Estado más afectado es éste último, adonde el presidente Obama viajó el viernes por tercera vez para supervisar las tareas de contención del vertido, que se ha convertido en el peor de la historia de EE UU.

Cuatro intentos fallidos por detener las filtraciones al mar. 11 trabajadores fallecidos.

Y los efectos son muchos. 160 kilómetros de costa ya están dañados. El chapapote es ahora más oscuro, y probablemente más tóxico y pesado, que el que estaba saliendo hasta la fecha; y las cifras oficiales han pasado de 5.000 barriles diarios de vertido a una situada entre 12.000 y 25.000 barriles diarios, mientras algunos expertos hablan de  hasta 95.000 tirados al mar por falta de previsión.

Entre 80 y 150 millones de litros de crudo -no hay cifras finales- se han derramado en las aguas del golfo de México.

Los intentos, una y otra vez, de inyectar cemento y lodo en el pozo para taponar la salida del crudo no han dado sus frutos hasta ahora. El tan cacareado método top killpor frenar la toxicidad marina no ha funcionado. Fracaso, fracaso, y más fracaso.

Mientras tanto, aves y peces luchan por sobrevivir. Mucha de la fauna autóctona ha tenido que emigrar.

GREENPEACE ya ha alzado su voz para denunciar tal vertido. Y ha añadido que este accidente ha puesto de manifiesto que el modelo energético basado en los combustibles fósiles no tiene sentido en el siglo XXI. «La dependencia del petróleo implica el aumento de las emisiones de CO2 y, por consiguiente, una aceleración del proceso de cambio climático. Y supone además un peligro constante para el medio ambiente y los ciudadanos».

La organización ecologista vuelve a demandar un cambio radical en la política energética mundial que pasa por una apuesta por las energías renovables, y el abandono de los combustibles fósiles y de la también peligrosa energía nuclear. Y todo para evitar, dentro de lo posible, los desastres que como en España sufrimos en agosto de 2004 con el famoso Prestige.

Cansa ya esta letanía de falsas soluciones sacadas de la chistera a última hora para ocultar lo que todos los expertos saben y sabían: el único sistema seguro y probado para acabar con la fuga a 1.500 metros de profundidad es la construcción de un pozo de alivio. Pero nadie se lo exigió antes a British Petrolium, y ahora habrá que esperar hasta agosto o septiembre…

Lo que se está haciendo es como fabricar a toda prisa un coche de bomberos cuando se ha propagado ya el incendio”, confesaba hace unos días el oceanógrafo Rick Steiner, de la Universidad de Alaska.

Por su parte, el geólogo Barry Kohl reconoce que las tecnologías para explorar más y más profundo han avanzado tremendamente, pero que «no se ha invertido nada en seguridad y seguimos con los mismos métodos que se usaban en los años setenta”. Y añade: “Lo que está haciendo BP es jugar a la ruleta rusa. Ninguno de los sistemas que están usando ha sido probado a kilómetro y medio de profundidad. Las garantías de éxito son mínimas”. Éste es el quid de la cuestión.

La petrolera BP, que gestiona la plataforma, sigue buscando salidas al vertido incontrolado. Y parece que tras siete semanas, creyó ayer dar con un sistema de drenaje más efectivo.

Nada más lejos de la realidad. Y es que después de que sus responsables afirmaran a mediodía que habían logrado cortar con éxito la tubería subterránea por la que fluye el derrame…lo cierto es que el globo de la ilusión se volvió a desinflar.

Es cierto que parece que dicha operación ha recuperado alrededor de 950.000 litros de crudo (unos 6.000 barriles) en sus primeras 24 horas de funcionamiento. Una cifra que, en todo caso, supone menos de un tercio de los tres millones de litros (19.000 barriles) que el Gobierno estadounidense estima que se vierten al golfo de México cada día.

BP tiene un gran problema. Se enfrenta a indemnizaciones millonarias, como no podía ser de otro modo.

Hasta ahora, la petrolera ha abonado 46 millones de dólares a las víctimas del desastre. Y este mes pagará una cantidad similar.

Cumple así las exigencias de la Administración de Barack Obama, que ha desplegado en la región 17.500 efectivos de la Guardia Nacional, más de 20.000 personas que participan en las tareas de protección del litoral de la marea negra, y 1.900 navíos. En total, Washington ya ha enviado a la petrolera una factura de 69 millones de dólares. Y esto es sólo el principio.

Para que nos hagamos una idea. El impacto económico del derrame de petróleo del Golfo de México podría ascender a 4.300 millones de dólares, de los que el 93,6% serían pérdidas en el turismo en los cuatro Estados americanos afectados.

La posibilidad de detener la fuga con una explosión nuclear se ha comentado en los últimos días. Un hecho que no parece probable que se lleve a la práctica. Thad Allen -comandante de la Guardia Costera al frente de la crisis- cree que «antes de considerar esa opción, quedan muchas otras alternativas que probar». La idea (al parecer puesta en práctica cinco veces en la antigua Unión Soviética entre 1966 y 1981 para sellar gaseoductos) supone provocar una pequeña explosión nuclear para fundir la roca que rodea al pozo y que tapone el flujo continuo de crudo.

Balizas de contención en Costa Esmeralda

Si hay algo de positivo en todo este trágico suceso es que Obama parará las perforaciones petrolíferas en todas las aguas de Estados Unidos. Eso sí, sólo durante los próximos seis meses. El Senado estadounidense le tiene atado de los pies a la cabeza. La ley ambiental que inició su recorrido en la Cámara de Representantes en junio de 2009 se encuentra ahora paralizada después de que el único senador republicano que la apoyaba, Lindsey Graham, se retirase del proyecto -antes del inicio del vertido- tras acusar a los demócratas de priorizar la reforma migratoria sobre la reforma energética.

Se pone así en entredicho el modelo energético de su país y el reto climático. Algo en lo que no se ponen de acuerdo. O bien porque no pueden o no quieren -en mi opinión- perder ni un ápice de su poder aunque con ello sean los más contaminantes del Planeta. Al fin y al cabo, ellos mandan…

Lo paradógico es que ayer, 5 de junio, fue el Día del Medio Ambiente.

Y ¡2010 es el Año de la Biodiversidad!

Como dice el director de campañas de Greenpeace en Estados Unidos: «Estamos permitiendo que sean las empresas las que dicten nuestras leyes para seguir siendo adictos al petróleo. Seis meses de suspensión pueden ser un alivio temporal para las comunidades y los animales que dependen de esas aguas cristalinas, pero necesitamos una prohibición permanente de todas las nuevas de perforaciones en el mar, no sólo en el Ártico, sino en todas las aguas EE.UU. La prohibición de toda nueva extracción de petróleo es la única manera de evitar otro desastre del derrame “

Porque hay una cosa clara. No se puede confiar en la industria para que nos proteja de los derrames de petróleo, y mucho menos para que asegure nuestro futuro energético.

Y este futuro solo puede ser 100% renovable.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán