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Algo pasa con Berlusconi

Hace dos días fuimos testigos de lo que cada vez es más un mal común en Europa.

Se llama transfugismo político.

Lo cierto es que el miércoles, el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, salía airoso de la Cámara de Diputados tras la moción de censura presentada a finales de noviembre por Italia de los Valores (IdV) y el Partido Democrático (PD).

Pero el cómo lo hizo, por tres votos de diferencia, entrará en los libros de historia junto a cinco nombres propios.

Los de los diputados tránsfugas, Domenico Scilipoti, Massimo Calearo y Bruno Cesario, que abandonaron sus respectivos partidos montando un movimiento denominado ‘grupo de la responsabilidad’.

Y también los de dos diputadas de Futuro y Libertad (Fli) arrepentidas, Maria Grazia Siliquini y Catia Polidori. Quienes a última hora decidieron mostrar su fidelidad a Il Cavaliere, desobedeciendo las órdenes de su partido y dejando en ridículo a su líder, el también derechista Gianfranco Fini.

¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN ITALIA?

Lo que pasa es que mientras en la Cámara Baja los políticos se enzarzaban en discusiones -llegando incluso a las manos-, en la calle miles de manifestantes protagonizaban una batalla campal.

El pueblo italiano está tan contento que ha puesto Roma como a Nerón le habría gustado verla: fuego, caos, intercambio de huevazos y gases lacrimógenos entre protestantes y policía… En fin, que si el Coliseo no estuviera roto ya, se lo cargaban otra vez.

El periódico liberal La Stampa interpretaba el estallido de violencia así: «La política cerrada en el Palacio [del Gobierno] salda las cuentas consigo misma (…). Fuera arde la ciudad. Se les echa el cerrojo a las puertas del Palacio para separar dos mundos que parecen vivir en galaxias a años luz. Las columnas de humo (…) nos hacen pensar en los años 70 (…). Mejor mirar a Londres, (…) a la Grecia de los incendios en las calles, a todos los jóvenes fuera de control que ya no tienen ningún punto de referencia en los partidos ni en sus mediaciones, (…) convencidos de tener el derecho de desfogar en las calles la rabia por una vida que se perfila precaria. (…) Es cierto que los jóvenes que juegan a la guerra con el casco, la gasolina, el pasamontañas y los palos no representan a los italianos, pero la política debería poder mirar más allá de los incendios para ver una mayoría silenciosa y agotada que ni siquiera es capaz de hacerse ilusiones

Lo que pasa es que en Italia se tiene mucho dinero y poder, y nada de escrúpulos (el ‘todo vale y todo es posible’).

Se puede “comprar” a sectores del poder judicial para sacar leyes a medida y así evitar la acción de la justicia. Por lo que también se puede comprar a diputados para prostituir a estos, y burlarse así de la voluntad y el voto soberano de los electores.

Lo que se sabe ya es que el premier se ha salvado, pero el país naufraga.

Así es la «Italia de Berlusconi».

Lo que ocurre es que Berlusconi ha vuelto a demostrar que es un gran artista en supervivencia política, como el Caesar en sus mejores tiempos.

Lo que pasa es que en el mes que se ha tardado en dar el voto de confianza, Berlusconi ha tenido tiempo de hacer cambiar de chaqueta a unos cuantos diputados que le iban a votar en contra.

Y ahora, renovada la confianza de Senado y Congreso -con holgada mayoría en la cámara alta y más apretada en la baja-, el primer ministro sale del escollo más fuerte que nunca.

Lo que pasa es que no hay una izquierda visible, de oposición. Tienen ideas viejas y políticos viejos. En su día desaparecieron del Parlamento, pero no son el Parlamento en Italia.

Los partidos más sociales son, en muchos casos, contradictorios. Como contradictorio es el secretario del Partido Democrático (PD), Nicola Landolfi, quien se considera comunista, gay, y católico a la vez.

Pero así es «la Italia de Berlusconi».

Desde el atril, desde donde siempre se ha sentido cómodo, se ha jactado -como sólo él sabe hacerlo- de la siguiente manera: «Soy el mejor primer ministro de Italia en 150 años«.

Y aunque bromee con el primer ministro ruso Putin sobre que ambos gobernarán hasta cumplir los 120 años, el secreto de su longevidad no radica en una fórmula casera cualquiera.

Lo que sucede es que Italia no tiene a nadie que se pueda medir con él o enfrentarse a él.

Lo que pasa también es que Berlusconi sabe hacer mejor que nadie la campaña electoral. No solamente porque le gusta estar de campaña, sino porque tiene los medios -especialmente de comunicación- y sabe cómo utilizarlos. En particular, la televisión.

Que lo tengo dicho, que así es «la Italia de Berlusconi».

No hay que darle más vueltas a lo acontecido en los últimos días, del show mediático, político y social.

No quisiera repetirlo, pero bueno…así es «la Italia de Berlusconi».

Pensamos que conocemos a los italianos, pero ni de lejos.

La historia de la nación italiana es de hace bien poco. Pero su complejo, extenso y fascinante pasado nos sobrepasa, y mucho.

Si su victoria ha sido pírrica, poco importa.

Ayer, en la presentación del libro de su amigo el periodista Bruno Vespa, Berlusconi descartó de un plumazo convocar a los italianos a las urnas: «Italia no necesita elecciones».

Pero algo se mueve en la oposición.

No la de izquierdas, que sigue perdida en la crisis, clamando improbables dimisiones del jefe del Ejecutivo y la formación de un nuevo Gabinete de gran coalición.

Sino la de centro y de derechas. Es decir, la de los partidos católicos, autonomistas y Futuro y Libertad (FLI), liderado por Fini, ex pareja política de Il Cavaliere (quienes, por cierto, nunca se llevaron bien).

A las pocas horas de la votación en el hemiciclo italiano, cinco partidos fundaron el Polo de la Nación. Una nueva coalición -típica de este país-, que se coloca en el medio de la arena política. Una alternativa moderada a la alianza derechista entre Berlusconi y la Liga Norte y, por supuesto, a la izquierda deshilachada.

Ahora, nadie quiere elecciones inmediatas. Pero Berlusconi, sí.

Para ello, es de suponer que el primer ministro va a utilizar la prórroga que le acaba de conceder el Parlamento para intentar fortificar su apoyo en las Cámaras, con una asidua y obstinada ofensiva, combatida puerta a puerta, hombre a hombre, diputado a diputado.

Parece más que improbable que un Gabinete tan cojo (en minoría) pueda aguantar hasta 2013.

Por lo que sólo se entiende una salida: quitar hojas, una por una, a los opositores -colectando y acogiendo tanto a los ex compañeros decepcionados por la actuación de Fini como a los católicos que desean ganarse un buen puesto en el Ejecutivo- y, de este modo hacerse un hueco para llevar a cabo elecciones anticipadas.

Con este panorama, el próximo eslogan de campaña en Italia para las próximas elecciones podría ser este: “Usted vote a quien quiera, el ‘Cavaliere’ ya se encargará de comprar el voto a su diputado para gobernar el”.

Tristemente esto es Italia, donde se cree o nos quieren hacer creer que la mafia está en unos puntos determinados del país.

Pero como se puede comprobar salpica a todo el territorio y desde el miércoles con una mayor sospecha de los vínculos que le pueden relacionar a Silvio Berlusconi con ésta.

Nosotros tampoco nos quedamos atrás en corrupción de carácter “doméstico”.

Pero en vista de cómo están otros, tampoco estamos tan mal.

Como dice el dicho… “Virgencita, virgencita, que me quede como estoy”.

Ningún gobernante español -que yo me acuerde- ha escupido tan grotescamente a la democracia.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

Visita papal

El Papa Benedicto XVI ya está en España

Y el pontífice ha llegado con la polémica debajo del brazo.

Antes si quiera de aterrizar ha cargado contra el «agresivo» laicismo de la España de Zapatero añadiendo que es similar al de la Segunda República.

LA ESPAÑA MENOS CATÓLICA DE LA HISTORIA

Mientras se arremolinan a lo largo de la ruta papal personas y pancartas para dar la bienvenida a Joseph Alois Ratzinger en Santiago de Compostela, asociaciones laicas salen a la calle para protestar contra la visita del pontífice.

«Yo no te espero», exclaman tanto en gallego como en catalán, ya que el Papa también estará en Barcelona este domingo.

El líder del Vaticano ha llegado pues a la que los sociólogos califican como la España menos católica de la historia.

¿Su época de bastión del catolicismo ha quedado atrás?

Según los últimos sondeos del Centro de Investaciones Sociológicas (CIS), es la primera vez que la mitad de los jóvenes españoles, entre
15 y 29 años, no se declara católico.

La desbandada de este colectivo se ha acelerado en las últimas dos décadas, mientras que en el resto de la población ha pasado de un 87% a un 73%.

Asimismo, es la primera vez que los matrimonios civiles (94.993) superan a los católicos (80.174), según el Instituto Nacional de Estadística.

Para el politólogo Kerman Calvo, «durante muchos años parecía que ser católico formaba parte de ser español. Esto está cambiando porque los jóvenes ya no sienten ese vínculo, además de que mucha gente ha dejado de seguir las directrices de la Iglesia«.

Como en otras ocasiones, José Luis Rodríguez Zapatero -agnóstico declarado- no estará presente en los principales actos del pontífice, entre ellos la esperada consagración este domingo de la Sagrada Familia en Barcelona, el sorprendente e inacabado templo de Antoni Gaudí.

De hecho, hoy el presidente del Gobierno se encuentra de visita oficial en Afganistán, con dos de sus ministras, en apoyo a las tropas españolas.

Aunque la curia vaticana no se siente desairada por la ausencia, sí refleja unas relaciones tensas.

Lo cierto es que Benedicto XVI llega a España en plena aplicación de la nueva Ley del Aborto, que permite su aplicación durante las 14 primeras semanas de embarazo, algo que no le ha gustado nada a la Santa Sede.

Esta es la segunda vez que el Papa pisa suelo español. En la primera, hace cuatro años, el Vaticano ya veía con recelo al actual gobierno por la aprobación del matrimonio homosexual, la agilización del divorcio y la experimentación con embriones.

Pese a todo, Zapatero y Ratzinger tendrán un breve encuentro.

En todo caso, cabe pensar que si la entrevista entre ambos dirigentes en el aeropuerto de Barcelona es de carácter político, lo lógico sería aprovechar la ocasión para exigir al pontífice la máxima colaboración del clero con la justicia para castigar los delitos de pederastia.

O la necesidad urgente de que la Iglesia se financie con la contribución de sus propios fieles.

«En 2008 Sarkozy, jefe de gobierno de uno de los países más secularizados de Europa, defendía ante Benedicto XVI el concepto de laicidad positiva. Nosotros asumimos nuestras raíces cristinas. Ha llegado la hora de pasar de la laicidad negativa a la laicidad positiva en la que las organizaciones religiosas y el estado colaboran», recuerda la periodista Laura Daniele.

COSTE DE LA VISITA

La visita papal, en cualquier caso, tiene en vilo a buena parte de la sociedad española.

En Santiago de Compostela, una ciudad con escasos 100.000 habitantes, se espera que reciba a otras 200.000 personas que vienen desde diferentes rincones del país.

«Esta es la tercera visita de un Papa en 1.200 años a Santiago. Las dos anteriores, con Juan Pablo II, fueron determinantes para el relanzamiento del Camino de Santiago o su declaración como Primer Itinerario Cultural Europeo», ha señalado el alcalde de la localidad, Xosé A. Sánchez Bugallo, para salir al paso a las críticas por los altos costes que acarreará el tour papal.

La asociación Europa Laica -en representación de una plataforma de colectivos laicos- ha denunciado que esta visita le costará a todos los contribuyentes unos 5 millones de €: «La ciudadanía no tiene por qué costear las visitas y viajes pastorales de quien viene a predicar en contra de las leyes aprobadas por el Parlamento».

Las administraciones gallega y catalana sostienen, en cambio, que la visita generará ingresos muy superiores a los gastos.

DEFENSA DEL CATOLICISMO

«El fenómeno de secularización que vive todo el occidente europeo convierte en urgente la tarea de evangelización para anunciar a Jesucristo y su evangelio», expresó ayer el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach con motivo de la visita del Papa.

Por su parte, desde varias asociaciones católicas, denuncian la crisis que viene sufriendo la familia española por «leyes que pretenden sustituir la familia tradicional, el sexo por el género y la procreación por sistemas artificiales fuera del matrimonio».

Sea como fuera, si los ciudadanos tienen que escuchar al Papa condenar leyes democráticas o criminalizar el uso del preservativo a costa del contagio del SIDA, quizá convendría -pr qué no- que el jefe del Estado Vaticano escuchara también lo que opinan millones de ciudadanos que no odian las sotanas sino que simplemente exigen que se cumpla la Constitución en un Estado aconfesional.

Máxima expectación pues ante la visita papal entre hoy y mañana.

Se estima que medio millón de personas se acerquen a la capital catalana para saludar al sumo pontífice cuando se desplace en el tradicional Papa Móvil.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

Los misterios de Fátima

Hoy concluye  la visita del Papa Benedicto XVI a Portugal. Cuatro días en los que el Pontífice ha hecho -si se puede considerar así- un amago de autocrítica. Ayer mismo, en Lisboa, asumía los pecados de la Iglesia (al afirmar que el enemigo está dentro de sus filas) en una condena firme de los abusos pederastas cometidos por religiosos, y que han salido a la palestra en los últimos meses.

Se cuentan por 3.000 los casos de pedofilia en ocho años, que el organismo eclesiástico reduce a 300.

Sea como fuere, lo cierto es que Joseph Ratzinger ha visitado el país luso por primera vez para conmemorar el 93º aniversario de las apariciones de la Virgen a tres jóvenes pastores.

Hagamos un poco de Historia. Los hechos sucederían desde el 13 de mayo hasta el 13 de octubre de 1917Lucía dos Santos -de diez años- y sus primos, JacintaFrancisco Marto -de seis y nueve años respectivamente- relatan que sintieron el reflejo de luz que se aproximaba. Y cómo vieron a una Señora vestida de blanco surgir de una pequeña encina. Los niños aseguraron que se trataba de la Virgen María, la cual les pidió que regresaran al mismo sitio el 13 de cada mes durante seis meses.

En posteriores retornos los niños fueron seguidos por miles de personas que se concentraban en el lugar para ser testigos de las apariciones. Entre las recomendaciones, según los testimonios de los niños, la Virgen hizo hincapié en la importancia del rezo del rosario para la conversión de los pecadores y del mundo entero. Además, habría pedido la construcción de una capilla en el lugar, capilla que fue el germen del actual santuario.

Se dice que la Virgen apareció otras cinco veces a lo largo de ese año. En el tiempo que sucedieron las apariciones, la Virgen realizó varias profecías, recomendaciones y entregó tres mensajes conocidos como Los tres secretos de Fátima.

Se afirma que tres mensajes fueron entregados por la Virgen María a Lucía, la mayor del grupo. El primer secreto mostraba una visión del infierno mientras que el segundo hablaba de cómo reconvertir el mundo a la cristiandad. El texto del tercer misterio se mantuvo en secreto por muchos años y sólo fue revelado por el Papa Juan Pablo II el 26 de junio de 2000.

Interpretaciones de católicos afirman que el segundo misterio pronosticó la re-conversión de Rusia (en esas mismas fechas se realizó la Revolución rusa que dio lugar al primer estado socialista de la historia) al cristianismo. Y consideran que con la desintegración de la URSS en 1990 la profecía se ha cumplido. También se especula que en el tercer mensaje se profetizaba el atentado contra la vida del papa Karol Józef Wojtyła. Acontecido el 13 de mayo de 1989 en la Plaza de San Pedro, por el turco Ali Agca.

Además, según creyentes, la Virgen María predijo el final de la Primera Guerra Mundial (la cual terminó al año siguiente), así como la muerte prematura de Francisco y Jacinta. Francisco moriría el 4 de abril de 1919 y Jacinta diez meses después. Ambos serían beatificados a posteriori por la Iglesia Católica.

Desde las primeras noticias sobre las apariciones de la Virgen de Fátima, los Papas se mostraron acorde a los acontecimientos.

  • Pío XI entre otras manifestaciones públicas de simpatía, concedió el dia 1 de octubre de 1930 una indulgencia especial a los peregrinos de Fátima.
  • Pío XII consagró la humildad al Inmaculado Corazón de María el 31 de octubre de 1942.
  • Juan XXIII visitó como peregrino el lugar de las apariciones y, más tarde, legó en testamento su cruz pectorial al Santuario de Fátima.
  • Pablo VI fue el primer Romano Pontífice que visitó Fátima para conmemorar el cincuentenario de las apariciones, el 13 de mayo de 1967.
  • Juan Pablo II visitó personalmente el lugar de las apariciones en dos ocasiones, el 13 de mayo de 1982 y el 13 de mayo de 1991.

Sor Lucía moriría en 2005 en el convento de Coimbra, a los 97 años.

En definitiva, estos tres pastores de la Portugal de antaño han dejado tras de sí una manera de pensar, de creer en la Iglesia Católica a lo largo y ancho del Mundo.

Fátima, cuyo santuario recibe anualmente 4 millones de peregrinos. Eso es nada. Todo por una aparición, por un relato que tuvieron de la Virgen hace 93 años.

Hasta aquí, todo queda conforme.

Lo que no queda claro es que el actual Papa Benedicto XVI -ante medio millón de personas entre fieles, sacerdotes, diáconos y seminaristas- haya afirmado estos días que el aborto y los matrimonios entre personas del mismo sexo son opuestos al «bien común», definiéndolo como «lo más insidioso y lo más peligroso».

Palabras y más palabras.

Pero si mirásemos al fuero interno de la curia católica y romana, habría mucho que criticar, mucho que reconocer como negativo, como antítesis de lo que la sociedad pide a día de hoy. A la vista están los últimos casos escabrosos de ciertos sacerdotes con sus actos más que criticables.

¿Dónde está esa Iglesia que ha de avanzar como lo hacen los países y los ciudadanos del siglo XXI? Es decir, progresar a lo que somos hoy. Saber pedir perdón por las atrocidades durante tantos siglos, ser consciente de por dónde vamos. Y no demonizar a ciertos sectores de la sociedad, a las familias monoparentales, a las ideas más o menos de izquierdas.

De lo que se trata es de respetar. De no seguir dando auto de fe si con ello se frenan las libertades de las personas. ¿Quién es el máximo responsable de las actuaciones individuales, si no uno mismo con su verdad, con su manera de vivir, de pensar o de actuar?

Que no nos digan lo que tenemos que hacer. Que no nos traten como malos individuos por el hecho de ser consecuentes con una manera de pensar; con una manera de ser. ¿Por el simple hecho de pensar diferente?

¿Qué es el bien o el mal? ¿Quién es mejor o peor’ ¿Qué es la belleza, la perfección, lo ideal?

Que cada uno que se responda a estas preguntas para reconocerse.

Una última pregunta:

¿La Iglesia Vaticana Apostólica Romana es, de verdad, lo mismo que la Iglesia Misionera? ¿Esos que están a pie de calle, que hacen todo lo que esté a su alcance por la gente necesitada, quienes no ponen etiquetas a las personas según su raza, color, ideología o sexo? ¿Aquellos que -bajo manga- (¡no se vaya a enterar la curia!) ofrecen profilácticos para que los que no tienen la suerte de tener una educación caigan a formar parte de la triste y larga lista de millones de seropositivos en continentes como África o Sudamérica?

Yo sí sé la respuesta. Sé en lo que creo. En la bondad. No hacen falta apariciones.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán