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Libertad de pensamiento

Al final va a resultar que Democracia Real Ya iba a tener razón…

Al final, los dos partidos mayoritarios en nuestro país se reparten más del 80% de la representación parlamentaria. Y eso no es normal. Lo es si aplicamos la Ley D’Hondt, pero peca de injusta por no ser igualitaria.

Mientras tanto, el Gobierno tiene las horas contadas. La de ayer fue la despedida de José Luis Rodríguez Zapatero en el Congreso de los Diputados. Su último Estado de la Nación ante el más que previsible adelanto de las elecciones a octubre/noviembre. ¿Para qué alargar más la agonía a mayo de 2012? ¿Es que quedan más recortes por llevar a cabo? En Cataluña ya han empezado con los sanitarios…

Mientras tanto, el partido de la oposición no adelanta nada en caso de -como dicen todas las encuestas- gane las elecciones; si no por mayoría absoluta, por una gran diferencia respecto a los socialistas. Sólo hemos sabido últimamente que Mariano Rajoy ha mandado a la FAES (presidida por Aznar) una consulta -entiendo que no objetiva que digamos- de si resultaría viable o no el llevar a cabo el copago sanitario.

Es decir, más de lo mismo. Otra triquiñuela más a tantas otras para hacer ver que se dice algo sin querer decir nada. Más y más recortes, y todo porque España ha hecho del ladrillo su máxima. Eso sí, a costa de unos pocos, y en algunos casos de manera corruptela para llenarse los bolsillos.

Allá cada uno con su conciencia.

Lo preocupante es que, mientras tanto, el otro partido nacional importante -aunque minoritario- se enzarza en Extremadura en una lucha interna (tan característica de esta nuestra izquierda nuestra) para perpetuar o perpetuarse con alguna Consejería el poder de otros y el suyo propio. Nadie les dice que no tienen derecho a hacerlo (como lo hace su hermana Ezker Batua en Euskadi), pero los votantes de IU extremeños no creo que salten de alegría al ver que el PP se hará con la presidencia en esa comunidad porque el PSOE parece haberle ninguneado durante tantos años.

Mientras tanto, estamos en lo mismo. Con casi 5 millones de parados.

Mientras tanto, la corrupción -y sus imputados- acampan a sus anchas. Los ciudadanos no tenemos acceso a los gastos de los cargos públicos, ni incluso conocemos qué hace la Corona con dinero público.

Mientras tanto, las empresas se aprovechan de los impuestos nacionales para formalizar EREs sin que les cueste un euro.

¿Cómo se siguen permitiendo los paraísos fiscales?, me pregunto.

Lo dice el que tiene una mente inquieta, inteligente, que se ha caracterizado por prever los movimientos cíclicos en política y económica. Ese es el escritor y economista, José Luis Sampedro. Ese también humanista quien cree que el mundo está en la era del desconcierto y que va hacia otro modelo. Con una única salida: la de la educación y el pensamiento.

Para quien algo se está moviendo desde el 15M, por el descontento, el desencanto.

Hace 22 años las cajas de ahorros no podían abrir sucursales fuera de su región.

Hace 21, a las entidades financieras españolas se les permitió retener solo dos de cada cien euros de los depósitos de sus clientes y prestar el resto.

Hace 18 años se abrieron las fronteras de la Unión Europea para que el dinero circulase libremente.

Hace 15, el Gobierno de Aznar empezó atransformar el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas(IRPF) en un sistema menos progresivo, con menos tramos y tipos más bajos.

Hace 13, desaparecía el Banco Exterior, como el resto de los bancos públicos, al ser convertido en Argentaria, hoy reducida a la A de BBVA.

Hace 12, cuando Europa aún no tenía moneda común, EEUU revocaba la Ley Glass-Steagall, permitiendo utilizar de nuevo los depósitos de los clientes para inversiones de riesgo.

Y llegó la crisis.

Hace dos años, despedir era más complicado y caro en España. Hace un año, la edad de jubilación estaba fijada en los 65 años.

De los indignados se ha dicho que son sediciosos, que son agresivos, que son pulgosos y lujuriosos, que son ilegales, que sonperroflautas, que son violentos, que son delincuentes, que son unos golpistas como Tejero, que son totalitarios, que sonantisistema, que tienen entrenamiento en kale borroka de ETA, que son una guerrilla urbana, que son cuatro gatos malcontados, que son niñatos enrabietados, que son batasunos, que son cachorros de Rubalcaba, que son ratas, que soninsalubres, que son delirantes…

Cuesta encontrar un colectivo más insultado en menos tiempo.

Cuando el Movimiento 15-M solicita, ante todo, reformas políticas, lo que está mandando es un mensaje más o menos articulado de denuncia ante la ineficacia del Estado.

Hay que reforzar el Estado, nos están diciendo -y sus instituciones-, para que pueda cumplir su promesa de que protegerá a los ciudadanos. Y reforzar al Estado pasa necesariamente por ponerlo a punto desde una perspectiva política. Fundamentalmente, porque si un Estado no es suficientemente representativo, transparente y abierto, jamás podrá ser eficaz. Y si no es eficaz, carecerá de la necesaria legitimación social.

Para Antonio Estella (catedrático en la Universidad Carlos III de Madrid) la manera de volver a crear una alianza entre la gente y el Estado, sus instituciones y los políticos, es tomando en serio las reivindicaciones de aquellos que piden que se acometa una segunda transición política en nuestro país. Sin ella no se contará con el respaldo de la gente. Y sin el respaldo de la gente, el Estado -nuestro Estado y todos los demás-, jamás tendrán el empuje necesario como para poner en orden nuestra maltrecha economía.

Con todo, la perspectiva política es clara: Mariano Rajoy ganará las próximas elecciones con una mayoría holgada. Lo que sí ha hecho es perder otra oportunidad para explicar lo más básico: qué hará cuando gobierne.

El programa económico del PP se resume en tres puntos. El primero: váyase, señor Zapatero. El segundo, redundante con el anterior: España necesita un nuevo Gobierno que transmita “confianza” a los mercados. El tercero: hacen falta “reformas de verdad”. ¿Cuáles?

Zapatero ha intentado reconstruir su discurso enlazando tres puntos difíciles de anudar. Uno: sus promesas de que la crisis no la pagarían los más débiles. Dos: el 20% de personas en paro. Y tres: ese recorte social de hace un año, tan difícil de tragar. Tuvo un guiño con las protestas del 15-M al anunciar esa nueva protección para las familias que no pueden pagar su hipoteca. Pero llega demasiado tarde.

«Entre los economistas hay dos tipos: los que se dedican a hacer más ricos a los ricos y los que pretendemos hacer menos pobres a los pobres» (José Luis Sampedro)

«Si me muriera mañana, creo que lo dejaría todo en regla. Tendría la sensación de haber venido a la Tierra para hacer algo valioso» (Jean-Pierre Barou, autor de ¡Indignaos!

Los indignados no son grandes gracias a la prensa sino a pesar de cierta prensa.

+ info de ¡Indignaos! (lectura completa)

+ info en Adiós, Mr. Zapatero

© Iñigo Ortiz de Guzmán

Pases fronterizos

Hace pocos días me topé con un extraordinario escrito sobre la más que actual -y posiblemente cada vez más común- limitación de las fronteras en este llamado mundo global.

El artículo de opinión la escribió el pasado 3 de junio, Daniel Innerarity (catedrático de Filosofía Política y Social, investigador Ikerbasque en la Universidad del País Vasco y director del Instituto de Gobernanza Democrática).

Las ilustraciones, soportes audiovisuales y fotografías no corresponden a la entrada original.

Un mundo amurallado

La actual proliferación de barreras para impedir el tránsito de personas ilustra un retroceso en el sueño de un ‘mundo global’. Se desnacionaliza la vida económica y a la par se renacionaliza la vida política

Por Daniel Innerarity

La actual pretensión danesa de controlar las fronteras con Alemania y Suecia viene tras los cierres de Francia e Italia, pero resulta aún más inquietante si lo ponemos en relación con una tendencia en el mundo actual a cerrar, impedir el paso y controlar, que responde a la demanda creciente de protección. Desde que en 1989 cae el muro de Berlín, la construcción de nuevos muros se ha multiplicado, como si se tratara de una carrera frenética por hacer frente a una nueva desprotección: entre México y Estados Unidos, en Cisjordania, entre India y Pakistán, entre Irak y Arabia Saudí, entre África del Sur y Zimbabue, entre España y Marruecos (rodeando las ciudades de Ceuta y Melilla), entre Tailandia y Malasia…

¿En qué consisten estos muros?

¿Cuál es su utilidad o el propósito con que se levantan?

Estas barreras no están pensadas para impedir el ataque de ejércitos enemigos, sino para impedir el tránsito de personas; quieren hacer frente a fuerzas persistentes y desorganizadas más que a estrategias militares o económicas; son más post-, sub- y transnacionales que internacionales; son una respuesta a los flujos desconectados de las soberanías estatales. Los muros actuales no responden a la lógica de la guerra fría sino que son muros de protección; indican la desconfianza frente al otro, el extranjero, y dicen mucho acerca de las ambigüedades de la globalización. Se dirigen contra el movimiento de bienes y personas que muchas veces no tienen su causa en una invasión exterior sino en la demanda interna: mano de obra, drogas, prostitución…

Un muro no es tanto una cosa material como algo mental que traza una línea de separación entre un «adentro» que se siente amenazado y un «afuera» amenazante, considerado como enemigo, estereotipado, ubicuo y en ocasiones fantasmal. Los muros funcionan como un icono tranquilizador en la medida en que restablecen una distinción nítida entre el interior y el exterior, entre el amigo y el enemigo, que se hace coincidir frecuentemente con las fronteras nacionales. Todos los procesos de guetización participan de esa misma lógica al segmentar la ciudad de una manera invisible, arruinando así su vocación de aproximar a sus habitantes. Las barreras recuperan una modalidad de poder soberano, material y delimitado en un entorno, para algunos inquietante, en el que el poder se presenta como una realidad difusa y débil. Los muros son una respuesta psicosociológica al desdibujamiento de la distinción entre el interior y el exterior, al que acompañan otras distinciones que se han vuelto problemáticas, como la diferencia entre ejército y policía, los criminales y los enemigos, la guerra y el terrorismo, derecho y no-derecho, lo público y lo privado, el interés propio y el interés general.

La construcción de muros no solamente ilustra un retroceso en el sueño de un «mundo global», sino que testimonia unas tendencias subterráneas de la globalización que alimentan el retorno de ciertas formas de «neofeudalización» del mundo. Un mundo en el que son asombrosamente compatibles la integración de la economía global y el aislamiento psicopolítico. Cabría incluso afirmar que la defensa de esta compatibilidad se ha convertido en un objetivo ideológico en esa síntesis de neoliberalismo político y nacionalismo estatal de cierta nueva derecha cuyo proyecto ha sintetizado Saskia Sassen en el doble objetivo de «desnacionalización de la vida económica y renacionalización de la vida política». No vivimos en un mundo ilimitado, sino en la tensión entre una geografía de los mercados abiertos que tiende a abolir las fronteras y una territorialidad de la seguridad nacional que tiende a construirlas. No hay coherencia entre la práctica geoeconómica y la práctica geopolítica que equilibre las diferentes agendas del comercio y de la seguridad.

Sabíamos desde Maquiavelo que las fortalezas suelen ser más perjudiciales que útiles. Los muros proyectan una imagen de jurisdicción y espacio asegurado, una presencia física espectacular que se contradice con los hechos: por lo general no contribuyen a solucionar los conflictos e impiden muy escasamente la circulación. Complican el objetivo, obligan a modificar el itinerario, pero en tanto que prohibiciones de paso suelen ser poco eficaces.

El ejemplo más elocuente de ello lo encontramos en el control de la emigración, que aumenta o disminuye por factores que no están vinculados a la rigidez o porosidad de las fronteras. Hay emigración porque hay un diferencial de oportunidades o, si se prefiere, porque las desigualdades son actualmente percibidas en un contexto global. Cuando se piensa que el establecimiento de barreras es la solución para el incremento del número de los emigrantes y refugiados es porque se ha considerado previamente que la causa de esos desplazamientos era la flexibilidad de las fronteras, lo que es radicalmente falso.

Si no cumplen esa función que se les asigna, entonces ¿para qué sirven esas fronteras que adoptan la forma de muros? Dada su falta de eficacia, lo que hay que preguntarse es cuáles son las necesidades psicológicas que su construcción satisface. Y la respuesta está en la necesidad de limitación y protección de quienes se perciben a sí mismas -muchas veces contra toda evidencia- como «sociedades asediadas» (Bauman). En lo que hace referencia a los muros está claro que aluden inmediatamente a la defensa contra unos asaltantes venidos de un «afuera» caótico, pero sirven como instrumentos de identificación y cohesión, responden al miedo frente a la pérdida de soberanía y a la desaparición de las culturas homogéneas. De esta manera se construye una siniestra equivalencia entre alteridad y hostilidad, lo que es además un error de percepción (la mayor parte de los atentados que se han cometido en EE UU han provenido de terroristas del interior). Y se asienta el prejuicio de que la democracia no puede existir más que en un espacio cerrado y homogéneo.

Así pues, se trata de remedios físicos para problemas psíquicos, de una teatralización con efectos más visuales que reales. Un muro aparenta ofrecer seguridad en un mundo en el que la capacidad de protección del Estado ha disminuido, en el que los sujetos son más vulnerables a las vicisitudes económicas globales y a la violencia transnacional. Todo lo que acompaña a la escenografía rotunda de los muros no son sino gestos políticos destinados a contentar a cierto electorado, a suprimir la imagen de un caos políticamente embarazoso y sustituirla por la de un orden reconfortante. Aunque es imposible muchas veces cerrar completamente las fronteras, es peor dar la impresión de que no se hace nada. Construir una barrera es la mejor manera de no hacer nada dando la impresión de que se hace algo; de este modo se despliega una seductora salva política dirigida contra un conjunto de problemas especialmente complejos, a los que es imposible aportar una solución de corto plazo.

Los muros serían inicuos si se limitaran a dejar sin resolver los problemas que de manera tan simplista pretenden delimitar. Pero no es ese el caso: los muros generan zonas de no-derecho y conflictividad, agravan muchos de los problemas que tratan de resolver, exacerban las hostilidades mutuas, proyectan hacia el exterior los fracasos internos y excluyen toda confrontación con las desigualdades globales. Además, cuando se acentúa ostentativamente la seguridad se provoca al mismo tiempo un sentimiento de inseguridad. Son demasiados daños laterales como para que compensara la débil protección que pueden proporcionar.

Frente a la nostalgia por el orden perdido que clama por límites crispados y barreras de exclusión, la reivindicación de una frontera que comunique, demarque, equilibre y limite puede ser una estrategia razonable para transformar esos espacios de choque, cierre y soberanía en zonas porosas de contacto y comunicación. La alternativa, en cualquier caso, no es entre la frontera y su ausencia, sino entre las fronteras rígidas que siguen colonizando buena parte de nuestro imaginario político y una frontera red que permitiría pensar el mundo contemporáneo como una multiplicidad de espacios que se diferencian y entrecruzan, creando así unos puntos fronterizos que son también puntos de paso y comunicación.

+ info en Schengen: tú SÍ, tú NO

© Iñigo Ortiz de Guzmán

Igualdad entre H/M

8-M DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER


Mucho ha llovido desde que la mujer adquiriera consciencia sobre la necesidad de luchar por alcanzar sus derechos.

Pese a la reivindicación continua desde hace más de diez décadas, aún es necesario reservar un día en el calendario para recordar lo mucho que queda por hacer en materia de igualdad entre hombres y mujeres.

En Europa es uno de los principios fundamentales del Derecho comunitario, pero en el plano normativo.

Porque aunque proliferan las iniciativas programas y fondos para promover la igualdad, ejemplos en muy distintos ámbitos son ilustrativos de una realidad diferente: sólo 1 de cada cuatro parlamentarios es mujer.

En los consejos de administración de las empresas europeas, solo el 12% de los puestos está ocupado por féminas.

Este año, el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad ha querido reconocer la figura de las personas mayores de 65 años. Un colectivo que representa a casi el 10% de la población y que reclama una mayor visibilidad.

En la actualidad, tres de cada diez abuelas españolas dedican la mayor parte de su tiempo a cuidar de sus nietos. Ello ha permitido a sus hijas seguir trabajando.

Según reconoce Igualdad en un informe, el valor económico de este trabajo supone un 0,8% del PIB y el 12% del gasto en pensiones de jubilación y viudedad.

Además, se estima que alrededor del 93% de los cuidadores familiares que reciben una paga de la Ley de Dependencia son mujeres.

Pese a todo, la sociedad sigue sin reconocer la labor de estas mujeres.

Es el anclaje a la familia lo que hace que las mayores prefieran vivir acompañadas.

Son ellas quienes más acusan la soledad, y de hecho el porcentaje de mujeres que viven solas es superior al de hombres.

Es significativo que el 35% de las mujeres de 80 a 85 años vivan solas, frente al 17,75% de los varones.

«Viven más, pero no tienen mejores condiciones de vida: tienen mayor probabilidad de vivir una situación de dependencia, con menos ingresos», destaca la secretaria de Estado de Igualdad, Bibiana Aído.

Como alerta el estudio de Igualdad, las mujeres mayores lidian con la doble barrera del género y la edad.

Otra alerta a tener en cuenta: una gran mayoría de las mayores (92,8%) utiliza su tiempo libre en ocuparse de las tareas domésticas y cuidar a la familia.

La organización británica We Are Equals ha presentado precisamente este vídeo, en el que aparece el actor Daniel Craig vestido de mujer. Así -como aclaran sus organizadores- se quiere poner de relieve las claras diferencias que sufren las mujeres en relación con los hombres.

En definitiva: los millones de niñas sin escolarizar en el tercer mundo, las diferencias salariales dentro de una misma empresa, las mujeres que son víctimas de la violencia machista…

Los malos datos en violencia de género siguen ahí. En nuestro país son ya catorce las mujeres muertas a manos de sus parejas en lo que vamos de año.

Me temo que nos queda todavía mucho camino por recorrer.

YES, WOMEN CAN

© Iñigo Ortiz de Guzmán

Wikileaks:…y más filtraciones

En apenas dos años, Wikileaks ha hecho añicos la seguridad de la mayor potencia del mundo.

El poder, cuanto más se acumula, más engaño y despotismo ejerce.

Se ha descubierto lo que sabíamos o sospechábamos, que Estados Unidos oculta con obscena indiferencia las redes con que envuelve y doblega a una gran parte de países.

En EE.UU. unos tres millones de personas tienen acceso a esta información «secreta», que luego se gestiona con cuidadosa reserva. Todo queda rastreado y meticulosamente anotado y centralizado.

Este espionaje muestra que el imperio es lo que es: dominio, ley del más fuerte, negocios sucios, beneficios ilimitados, victorias a sangre y fuego, siega despiadada de lo que se opone a los propios intereses. Las proclamas de igualdad, justicia, democracia libertad son pantomima.

¡Vaya pedrada le ha dado en la frente el pequeño David -que es Wikileaks- al Gran Hermano que todo lo sabe y controla!

Se entiende que el Gobierno de Washington intente minimizar los daños.

También que le sigan otros gobiernos amigos, así como alguno de los medios que no han podido acceder al torrente documental aportado por la organización de Julian Assange.

En España -vía el diario EL PAÍS– se han destapado informaciones incómodas acerca del caso Couso, los vuelos de la CIA sobre territorio nacional (con la implicación de tres ministros socialistas), así como la intervención de la justicia para que no se investigara sobre Guantánamo (no permitiendo que el juez Garzón se ocupara de tal caso).

De esta manera, es fácil no fiarse de la Justicia española. Las revelaciones de Wikeleaks no hacen más que poner aún más de relieve esa realidad.

Da vergüenza comprobar cómo determinados miembros de la Administración de Justicia se pliegan gustosamente a las presiones de una embajada, además de a las del Gobierno.

Pero como siempre ha ocurrido en este país -el nuestro- pasará lo de siempre: nadie dimitirá, nadie dará una explicación satisfactoria, y dentro de poco todo se habrá olvidado.

Quien más sabe de estos asuntos en nuestro país, que es Javier Solana, ya ha indicado que esta filtración obligará a los diplomáticos a cambiar de métodos y hábitos de trabajo, algo que afecta también a numerosos ciudadanos, empresarios, periodistas, jueces o políticos, que deberán aprender una nueva cultura de la cautela en sus contactos con diplomáticos de todos los países.

Este es el cuarto cañonazo dirigido hacia EE UU, en un bombardeo que va aumentando en intensidad: el primero fue el vídeo Asesinatos colaterales, con voz e imágenes del ametrallamiento en Irak de un grupo de civiles desde un helicóptero militar estadounidense.

El segundo y el tercero fueron 90.000 y 400.000 documentos de las guerras de Afganistán e Irak respectivamente.

+ info en Las mentiras sobre Irak

Así, mientras se ventilan los 250.000 mensajes secretos entre la secretaría de Estado en Washington y las embajadas y consulados de Estados Unidos por el mundo en los últimos años, el partido Baaz iraquí -al que pertenecía Saddam Hussein-, considera que las filtraciones de Wikileaks de octubre acerca de la invasión de Irak aportan un material imprescindible para denunciar la ocupación militar de ese país que comenzó en 2003 y que ha causado un sinfín de víctimas.

Durante el ejercicio del poder, el Baaz cometió innumerables crímenes y reprimió al extremo a la oposición.

Sin embargo, los baazistas sostienen el “remedio” que han aplicado los Estados Unidos ha sido mucho peor que la enfermedad.

Pues bien, parece que se ha dado la vuelta a la tortilla con las filtraciones de Wikileaks, y el Departamento de Estado apenas puede contener su gran sensación de escándalo ahora que sus trapos sucios ya no se lavan en casa.

EL ‘CABLEGATE’

Las historias de repiten.

Sucede con casi todo escándalo, en casi todo el mundo, desde que se descubrió el caso de espionaje político en las oficinas del Partido Demócrata en el edificio Watergate de Washington, que llevó a la renuncia del presidente republicano Richard Nixon en 1974.

Es pues inevitable que a estas nuevas filtraciones, se les conozca ya como ‘Cablegate’: la mayor filtración de documentos clasificados.

Sin embargo, unos «gates» son más escandalosos que otros, y en este caso, la cantidad no es indicativo de la calidad de la información que contienen esos papeles, en parte porque nada parece ser todavía demasiado secreto y en parte porque otras cosas no parecen demasiado importantes.

Por eso muchos se preguntan cuán interesantes pueden ser las minutas de almuerzos y fiestas, o las opiniones personales de algunos indiscretos o arrogantes diplomáticos estadounidenses. Ahí está el debate.

La comparación entre Wikileaks y los Papeles del Pentágono (la historia secreta de la guerra en Vietnam que recopiló el Departamento de Defensa y que en 1971 la entregó a la prensa Daniel Ellsberg, un analista militar) es algo normal.

Aquellos papeles profundizaron la impopularidad de aquella guerra y debilitaron los argumentos oficiales, al punto que forzaron eventualmente a la Casa Blanca a pactar la paz, en medio de una gran presión de la opinión pública.

Con todo, la gran diferencia entre ambos casos está en el mayor acceso a la información que existe actualmente y en la formación de un espíritu más cínico entre la ciudadanía, producto en alguna medida de su mejor conocimiento de los negocios políticos.

JULIAN ASSANGE, ¿A PRISIÓN?

El fundador de Wikileaks cambia de coche como de camisa; no se sabe dónde reside, y sus apariciones públicas se han reducido a cero. Le gusta cambiar de residencia constantemente, y asegura no tener una casa.

No es para menos. Julian Assange teme por su vida.

La Interpol ha requerido una orden de búsqueda y captura para el hombre que está detrás todo este destape.

No es -dicen- una orden de arresto, sino que se pide a los ciudadanos que contacten a la policía si tienen algún tipo de información sobre el paradero de Assange.

Especialistas en la Ley de Espionaje dicen que para procesarlo habría que comprobar que el «editor en jefe» estuvo en contacto con representantes de un poder extranjero y que buscó proveerles secretos.

El fiscal general americano Eric Holder ha comentado recientemente: «En la medida en que podamos encontrar a cualquiera que haya violado la ley estadounidense y puesto en riesgo a activos y a personas, será considerado responsable«.

«Cuando el río suena, agua lleva»

El caudal de credibilidad y de prestigio internacionales que EE UU había recuperado gracias a Obama está escapando a ojos vista por la vía de agua abierta por Wikileaks.

+ info en e-periodistas (portadas periódicos)

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

Declaraciones machistas

Ahora que los paleontólogos han descubierto que incluso en Atapuerca el homo anteccesor cuidaba y respetaba a las mujeres, cabe preguntarse de qué cueva ha salido el alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva.

Gruñe el edil conservador: “La Leire Pajín, una chica preparadísima, hábil, discreta, que va a repartir condones a diestro y siniestro por donde quiera que vaya y que va a ser la alegría de la huerta.Tengo que decir que cada vez que le veo la cara y esos morritos pienso lo mismo, pero no lo voy a contar aquí”.

Unas horas después, el León bocazas se disculpó y fue aún peor. Dice el alcalde que Leire Pajín (la actual ministra de Sanidad) le recuerda “a un personaje de los dibujos animados y que por eso tuvo un “exceso verbal”, por “decir en voz alta lo que piensa”. Entonces… León de la Riva no es que sea machista, es que le han dibujado así.

Estas declaraciones no pueden tener cabida en un Estado de derecho. Son zafias, sucias, machistas… incompatibles con un cargo de representación como el de alcalde de una capital de provincia.

Uno de esos machotes que después, cuando le llaman machista, responde que a los progres y a las feministas les falta sentido del humor.

Con 24 horas de retraso, la secretaria general del PP, Maria Dolores de Cospedal se ha limitado a señalar hoy que las palabras de Javier León de la Riva «son una declaraciones lamentables« y ha añadido que «ha hecho muy bien en pedir perdón». Faltaría más…

El partido de De la Riva, el Partido Popular, es la misma formación que tiene un responsable de justicia -qué ironía- que lanzó un euro a una periodista que le hizo una pregunta incómoda (Federico Trillo).

El mismo partido que nombró presidente de honor al señor que incrustó un bolígrafo en el escote de otra informadora en lugar de responder a sus preguntas (José María Aznar).

Las mismas siglas que tienen como presidente fundador a un hombre que comparó a los indecisos a la hora de votar con “las mujeres que no saben con cuántos se acuestan” (Manuel Fraga).

Pero es también el mismo partido que tiene recurrida ante el Constitucional la ley que da derecho a las mujeres a decidir sobre su maternidad, una norma que persigue que la educación sexual en las escuelas reduzca el drama de los más 100.000 abortos anuales que se registran en España.

El mismo que llevó ante el mismo tribunal la Ley de Igualdad.

El que no pierde ocasión de criticar la aplicación de la ley contra la violencia de género y dar pábulo a quienes extienden la especie de que abundan las denuncias falsas por maltrato.

El problema es que el Ministerio de Igualdad a pasado a mejor vida.

¿Qué serán de esas 57 mujeres que han fallecido como consecuencia de las agresiones de sus parejas o ex parejas en toda España en lo que vamos de año?

El simple hecho de que De la Riva demuestre que es un sexista y pueda continuar ejerciendo un cargo público sin que pase nada ya justificaría la existencia del ministerio.

Como sostienen todas las organizaciones sociales que luchan por la igualdad real, ese departamento (cuyo presupuesto en 2010 es el más barato de todo el Ejecutivo) ha conseguido en dos años hacer mucho más visible la evidencia del machismo que sigue imperando en este país.

Rebajar el ministerio a secretaría de Estado ahorrará unos cuantos miles de euros, pero a costa de lanzar el peligroso mensaje de que su existencia es una especie de lujo prescindible en tiempos de crisis.

(Por cierto, el «alcalde morritos» de Valladolid gana unos 20.000 euros más al año que cualquier ministro).

Su última declaración desacertada no ha sido la única, han sido varias.

Por poner un ejemplo de tantos, todavía resuena la rotundidad con la que se manifestó sobre los matrimonios homosexuales en pleno debate sobre la legalización de las uniones de personas del mismo sexo: «Yo, hoy por hoy estoy dispuesto a no ejercer el derecho y a no delegar en nadie salvo que la ley me obligue, en cuyo caso ejerceré el derecho de objeción de conciencia». El aluvión de críticas que recibió (como esta vez) le obligó a retractarse al día siguiente: «No me voy a colocar fuera de la ley y, si me obligan a celebrar estas bodas, en el Ayuntamiento de Valladolid las hará algún concejal si está dispuesto». Y así ha sido en los últimos cinco años.

Dimitir es poco. Necesita rehabilitación.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

¿Trabajar + por -?

La actual crisis económica ha hallado la forma de salir de ella: los trabajadores deben «trabajar más y ganar menos«.

Al menos, eso es lo que piensa el presidente de la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales), Gerardo Díaz Ferrán. Lo ha dicho esta semana.

Y lo afirma el que preside a los empresarios de este país, y además el de otras compañías deficitarias tales como Viajes Marsans AirComet; una aerolínea que debe 16 millones de euros a la Seguridad Social, así como entre dos y cuatro nóminas a sus 900 trabajadores.

Pero volvamos a los que nos atañe.

Díaz Ferrán cree que no se trabaja lo suficiente en España, algo que según él, supone un lastre para la economía. El líder de la patronal -quien tiene los días contados- ve una deficiente productividad de los ciudadanos y reduce la situación a un tema de horas por semana.

Al principio de la democracia se trabajaban 48 horas semanales, que han pasado a ser 40 oficiales.

Pero de las que, en realidad, sólo son efectivas 38 horas, explica. Así pues, el patrón de patronos entiende que «es imposible estar trabajando 38 horas y pensar que se va a salir de la crisis». Del mismo modo, considera que es «imprescindible» ganar menos.

Y yo me pregunto: ¿Es lo mismo que, por ejemplo, al presidente de El Corte Inglés, a un futbolista cotizado, a un banquero, a un alto dirigente político, o a un empresario que llegue a ganar 12.000 € mensuales (y tiro por lo bajo) se le reduzca el salario lo mismo que a un mileurista, a un trabajador del sector servicios, o a un hombre/mujer que a lo que más puede aspirar es a un suelo de más de 1.ooo €?

¿De verdad todo el mundo trabaja de manera igualitaria?

Me temo que no. Por lo que estas declaraciones, a todas luces, distan mucho de lo deseable. A no ser -claro está- que quien las hace viva «por encima de sus posibilidades», o que sólo piense en su propio beneficio a costa de los demás.

Ferrán que puede estar en sus últimos días al frente de la CEOE, no ha hecho más que echar más leña al fuego.

Pero las reacciones a este mal augurio no se ha hecho esperar. El ministro de Fomento y vicesecretario general de los socialistas, José Blanco, ha afirmado que el presidente del mundo empresarial «no es el mejor ejemplo» para hablar de «trabajar más y ganar menos» porque él «ha ganado mucho, trabajando poco y explotando a muchos«.

De lo que no hay duda es que España roza en la actualidad el 16% de desempleo, la tasa más alta de toda la UE. Incluso por delante de otros países de la eurozona con no tan buena fortuna económica como Grecia, Portugal o Irlanda.

A día de hoy, el salario mínimo interprofesional español es de 633,30€ al mes. Una cifra que dista -y mucho- de los 1.610€ de Luxemburgo o de los 1.148€ del Reino Unido. Algo falla.

Lo que es vox populi es que, en contra de las estimaciones del Ejecutivo de Zapatero, las previsiones del Banco de España pintan un panorama desolador a corto plazo. Y es que frente a las últimas previsiones del Gobierno que apuntaban a una caída del PIB 1.6% en 2009, y la vuelta al crecimiento del 1.2% en 2010, el organismo supervisor cree que no habrá una «recuperación incipiente» hasta finales del año que viene.

De hecho, los estudios menos esperanzadores hablan de una tasa media de paro que rondará entre el 17,1% y el 19,4% al finalizar este año. Unos cálculos que ya ni siquiera desestima el PSOE.

Dicho esto, Díaz Ferrán ha pedido a los sindicatos que «se pongan las pilas» y cumplan el acuerdo de negociación colectiva vigente hasta 2012, que prevé incrementos salariales no superiores al 1%. Vamos, que ni pa pipas

En todo caso, las declaraciones del presidente de la CEOE no han dejado indiferente ni a la UE. El miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE), José Manuel González-Páramo ha asegurado que no se necesita para salir de la crisis «trabajar más y cobrar menos», sino «mejor y ser más productivos«. Y añade que, si finalmente esto supone trabajar más horas, dependerá de lo eficiente que sea cada uno con el uso de las tecnologías.

En esto hay algo cierto. Y es que tenemos que producir más y mejor para poder competir de manera más eficiente.

El problema es que si no se invierte más dinero ni esfuerzos en I+D, en educación o en mano de obra cualificada, no hay nada que hacer.

Ya sabemos que la principal causa de la crisis en este país ha sido la desproporción entre la oferta y demanda en el sector de la construcción, así como la facilidad de endeudamiento privado (por los bajos tipos de interés).

Y, claro, que este y otros gobiernos no han sabido adelantarse a los demás; y han sabido vivir bien, sin muchas preocupaciones. Es lo que yo denomino ‘esencia latina’.

Y así nos va…

Lo mejor será tomarse todo esto a risa.

Al menos, para algo habrá servido pertenecer a esta entidad que se conoce como ‘la Europa social‘. Que si no, íbamos bien con personajes como Díaz Ferrán. Con él viviríamos todavía en la época de los Cro-magnon.

Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.

¡Bravo!

Por Iñigo Ortiz de Guzmán