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7mil millones en población

Reportaje publicado el 28 de Octubre en EL PAÍS

Por Sami Naïr (politólogo y filósofo francés)

Una catástrofe migratoria anunciada

Son bastante bien conocidas las razones de las migraciones, pero siempre imperan dos: proteger la vida y vivir de manera digna. La regresión medioambiental que está experimentando nuestro planeta también tendrá consecuencias tremendas en cuanto al desplazamiento de las poblaciones. El auge demográfico, la urbanización creciente, la crisis alimenticia, la escasez de agua por doquier y la desertificación, combinados con la destrucción del medio ambiente, las guerras, el empobrecimiento y el estallido de los estados donde hay conflictos violentos están creando un coctel explosivo.

Las catástrofes naturales aumentan en frecuencia y en intensidad: en las últimas dos décadas, se han duplicado de 200 a más de 400 al año. En 2008, 20 millones de personas fueron desplazadas por desastres ecológicos relacionados con el cambio climático. La Organización Internacional de las Migraciones (OIM) y otras instituciones internacionales estiman que dentro de los próximos 40 años habrá unos 200 millones de personas afectadas y desplazadas debido al cambio climático.

El gobierno británico acaba de destacar en su informe Migration and Global Environmental Change de 2011 que en los próximos 50 años la mayoría de migraciones se producirán dentro de los propios países afectados por desastres naturales. Así, para 2060 prevé que en África y Asia la población en zonas urbanas expuestas a riesgo de inundación aumente entre 114 y 192 millones de personas. Añade que si en 2009 hubo 17 millones de afectados, en 2010 alcanzaron 42 millones. Las principales regiones concernidas son, además de estos dos últimos continentes, América del sur y central.

La ecuación migratoria está cambiando: no se trata sólo de migraciones por razones laborales, sino de la huida de poblaciones frente una muerte imparable. Lo que significa que el concepto utilizado hoy en día para definir el refugiado precisa ser cambiado radicalmente, ya que estas poblaciones no están protegidas por la Convención del 1951. El debate jurídico se debe enfocar teniendo en cuenta categorías nuevas como «refugiados por el clima» o «refugiados por desastres ambientales». Algo que no resulta fácil, ya que los países desarrollados, todos sin excepción, han ido reduciendo durante las dos últimas décadas el alcance del concepto de refugiado y el número de personas así consideradas, con fin de no darles acogida. El derecho de asilo, cuyo contenido corresponde a la situación de la postguerra mundial, se vuelve cada vez más obsoleto. Es imprescindible adaptarlo, pues una humanidad civilizada no puede cerrar los ojos ante esta catástrofe anunciada.

Ilustraciones por Iker Ayestarán

+ info en La falta de pan en África Oriental

© Iñigo Ortiz de Guzmán

11.1.11

Continuación de Lo que NO quiero

Desafortunadamente, a 11 de enero de 2011 sigue habiendo más cosas que me disgustan de las que me gustan. Es una realidad cruel, dura, penosa, tristemente actual, difícilmente llevable, asquerosamente injusta. Es una desgracia.

Poca gente trabaja en lo que le gusta. Nos seguimos matando por religión, por comida, por diferencias ideológicas, por la locura creada gracias a las sustancias tóxicas, por el egoísmo de unos muchos, por la poca consciencia del ahora, por la mísera valoración que damos a la vida y a los demás, por lo que no merece la pena, por querer ser más, por tener/poseer más que el otro,… En definitiva, por nada.

Nos seguimos sin querer lo suficiente.

Mientras tanto, esa gran minoría, esos pocos seres humanos -que pasan sin pena y gloria por la vida- se tienen que contentar con sobrevivir a diario; y, en el fondo, lo mejor de todo es que son más felices, más consecuentes, más amables, más sensibles, menos «vendibles»… porque son lo que son, sin medias tintas. Conscientes del yo y del momento -los malos momentos-, de la verdad y lo importante, del ser un «soldado de luz», de que alguien se acuerde de tí cuando el resto del mundo hace tiempo que se olvidó precisamente de tí, de la soledad.

¿De qué sirve ser tan consciente de lo que te rodea, de lo que eres, de saber más… si con ello lo único que consigues es observar la nimiedad de lo superfluo, la superficialidad de la práctica totalidad de la sociedad?

Al menos, siempre estará la poca -pero buena- gente con la que decides estar, de la que confías: la familia, la pareja cuasi-ideal (si llegas a encontrarla), los amigos que se cuentan con los dedos de una mano.

Y, quizás, con el simple hecho de ver sonreír -aunque sea sólo por un momento- a la persona que más quieres… de viaje en Nueva York, en casa, tras recibir un regalo, a través de una webcam, a través de sus ojos. Por que sólo eso importará si realmente es verdadero. Con eso vale.

De lo que se trata es de saber vivir, de la manera de vivir mejor, con dignidad.

«A veces el bosque intenta amedrentarme por encima de la cabeza, y otras bajo mis pies. Exhala su hálito helado en mi nuca. Me clava mil ojos en la piel. Trata de diversas maneras, de expulsar al intruso. Pero yo he ido aprendiendo a sobrellevar sus amenazas. ¿Acaso no es este bosque, en definitiva, una parte de mí? A partir de cierto punto he empezado a verlo de este modo. Estoy efectuando un recorrido dentro de mí, igual que la sangre a través de las venas. Lo que estoy viendo es mi propio interior, lo que parecen amenazas no son más que ecos del terror que anida en mi corazón. Las telarañas tendidas en mi corazón, los pájaros que gritan sobre mi cabeza son los pájaros que yo he criado. Esta imagen nace dentro de mí y va echando raíces.

Sigo avanzando, empujado por detrás, por el latido de un corazón gigantesco. El camino me conduce a un lugar especial dentro de mi corazón. La fuente luminosa que hila oscuridad, la génesis de los ecos mudos. Quiero ver con mis propios ojos qué hay allí. Soy mi propio emisario, custodio de una importante carta personal, lacrada y sellada, que va dirigida a mí mismo.

Una pregunta.

¿Por qué (…) no me quería?»

(fragmento del libro «Kakfa en la orilla», de Haruki Murakami)

Blog dedicado a los que me importan, a lo que me motiva, lo que aprecio. Y a la banda de post-rock  Sigur Rós, que acaba de despedirse como conjunto musical después de catorce años en activo, y cuyo documental ‘Heima’ (‘Hogar’ en islandés) me ha ayudado a escribir de una manera aún más personal que de costumbre.

«Pero yo todavía no entiendo el sentido de la vida»

Menos mal que creemos en los demás, y todavía hay esperanza. Y como me dice una muy buena amiga: «sabes querer, sabes respetar a la gente, ves la tristeza de la vida y su belleza; y esto cuenta. Es tu camino»

© Iñigo Ortiz de Guzmán

Derecho a una muerte digna

«Quería reivindicar el derecho que todo ciudadano debería tener a una muerte digna, sin entrar en ningún tipo de polémicas relacionadas con la eutanasia«

Son palabras de Javier Recio, director de ‘La dama y la Muerte’.

Película de ocho minutos de duración que fue nominada para los Oscar 2010 como Mejor Corto de Animación (convirtiéndose así en la primera producción de dibujos española en conseguirlo), aunque finalmente no se llevaría tal galardón.

Lo que sí logró fue el Premio Goya en esa categoría en 2009.

Trata del derecho a la muerte digna.

Una anciana, que vive sola en una zona rural y cuyo marido ha fallecido, está esperando que llegue la muerte para reunirse nuevamente con él. Cuando llega, por fin, y está a punto de entrar en el más allá para reencontrarse con su amado, se ve arrancada de las manos de la muerte por un médico petulante.

Se establece una feroz lucha entre médico y Muerte, a la que la anciana asiste atónita, que se salda con la victoria de la medicina. La muerte se retira, pero la anciana no está dispuesta a postergar más la reunión con su marido.

Una muy buena manera de presentar las contradicciones entre muerte-vida, moralidad-picaresca, deseo-displicencia.

REFLEXIÓN PERSONAL

No tengo miedo a la muerte, siempre lo he dicho. Si no al sufrimiento mío, y el de los que me rodean; el de los que me aprecian y me quieren.

Me aterra la sola idea de verme postrado en la cama de un hospital o verme reflejado en un espejo mientras el dolor invade cada centímetro de mi cuerpo.

Que los allegados sientan pena por mí. Nunca me gustó la compasión.

De llegar ese momento, a buen seguro que ya tendría bien aliviada el alma y solo restaría concentrar mis esfuerzos en firmar las autorizaciones pertinentes -si no lo hubiese hecho de antemano- para que un profesional de la medicina me administrase la dosis necesaria de sedante que ayudase a mi cuerpo a transitar dignamente su paso hacia la expiración.

Y este hecho, que es considerado incluso por la mayoría de religiones como un acto de humanidad con el fin de aliviar el padecimiento de los enfermos, es malinterpretado en ocasiones como una carta blanca con que afrentar la voluntad de Dios.

Otras veces es mal visto por aquellos que abogan porque se les reconozca el derecho a practicarse la eutanasia, como una aberrante e innecesaria prolongación del trance.

Como todo en la vida, en el término medio debemos encontrar la solución.

Hay que asumirlo cuando el desenlace se produzca de manera inexorable, cuando el avance de la enfermedad sea incompatible con la vida.

Nada podremos hacer al respecto, al menos, la ciencia no ha avanzado tanto como para convertirnos en inmortales.

No obstante, y aunque ya exista un protocolo médico ante situaciones de esta índole, la sociedad debe proteger al enfermo y aliviar su sufrimiento. No podemos abandonarlos a la buena de Dios como pretenden unos, ni apropiarse de su mano como anhelan los otros.

Lo cierto es que llegados a este punto, nos encontramos con una disyuntiva moral de difícil resolución, y que solo una ley puede regular para salvaguardar los intereses médicos y beneficiar a los pacientes.

Está plenamente constatado que la sedación terminal acorta la vida, y esta aseveración es utilizada por un sector de la sociedad para arremeter contra este proceder en cuidados paliativos, llegando incluso a tachar a los profesionales sanitarios de practicar deliberadamente la eutanasia.

Por otro lado, nos encontramos con que los protocolos estandarizados de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, y que son aceptados con carácter general por todos los estamentos, solo ofrece recomendaciones a los responsables facultativos y pueden dar lugar a enfrentamientos éticos entre las partes por una interesada interpretación de las mismas.

Sea como fuere, haría bien el gobierno sin que le ardan las prisas- pero tampoco le quemen las pausas- en promulgar una ley que regule la ortotanasia (del griego orthos: ‘recto y ajustado a la razón’; y thanatos: ‘muerte’) en todos y cada uno de sus procesos.

Legislando de manera clara conceptos tan confusos y controvertidos en la actualidad como puede ser el consentimiento.

A falta del expreso deseo del paciente, el médico puede encontrarse con la negativa familiar a la administración de sedación terminal.

Y el recurso último de proceder a efectuarla por recomendación implícita, no parece el más adecuado porque deja al sanitario en absoluta indefensión. De ahí la necesidad de una normativa regulatoria que garantice los derechos del paciente, familiares y profesionales de la medicina.

Yo y sólo yo, preferiría recibir a la muerte en estado de profunda inconsciencia que padecer el sufrimiento inmoral de la enfermedad.

«NO CONOCES A JACK»

‘No conoces a Jack’, es un telefilme de la cadena americana HBO, que pronto se ha convertido por derecho propio en un clásico de la militancia por la libertad de elección y conciencia en bioética.

«A pesar de ser tan famoso y fascinante, no sabemos quién es Jack Kervokian y, con suerte, en la película tampoco lo vas a terminar de conocer”, sostiene un críptico Al Pacino, el actor protagonista que encarna al popular “Dr. Muerte”.

La historia está basada en el caso real del Dr. Kevorkian, un médico anátomo-patólogo, de ascendencia Armenia.

Logró popularidad nacional e internacional, como defensor del “suicidio asistido médico”. La eutanasia (literalmente: el bien morir), es el tópico que se instala en la pantalla. Asistiendo a más de 130 de estas conductas de bioética aplicada, se transformó en un adalid de los derechos a morir con dignidad, en pacientes terminales.

Tal y como escribió en su diario la artista Frida Kahlo, antes de morir postrada en su cama: «Espero alegre la salida y espero no volver jamás».

((hacer click sobre la foto para ver el vídeo))

De lo que se trata es de vivir con plenitud, amando y dejándose amar mientras puedas.

Luego, uno ya sabrá lo que hacer.

Un buen lema sería vive y deja morir, con dignidad.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

Tensión entre las dos Coreas

El conflicto entre las dos Coreas se asemeja a una partida de ajedrez en la que un lado siempre está buscando el jaque -con movidas agresivas y desconcertantes- que fuerzan al otro a pensar detenidamente sobre la estrategia de su contrincante y sopesar su respuesta, en un juego que aparentemente termina en tablas.

No tiene ganador.

Los disparos de artillería de Corea del Norte contra una pequeña isla limítrofe de Corea del Sur no son un hecho aislado.

Se trata del último incidente entre dos países que se encuentran entre un perpetuo estado de guerra y tregua desde hace más de 50 años.

El estallido armado en la isla de Yeonpyeong el pasado martes es el acto hostil más grave desde la firma del armisticio en 1953 y resalta la volatilidad de las relaciones entre Norte y Sur.

Y la amenaza que representaría para la paz mundial que se desestabilice esta sensible región.

Es la punta del iceberg de los conflictos latentes en una zona con gran profusión de armas nucleares.

El régimen de Pyongyang dispone de entre 6 y 12 cabezas atómicas, y ha revelado que tiene un programa de enriquecimiento de uranio que puede multiplicar su arsenal.

Seúl, mientras, ha anunciado su intención de dotarse de los más modernos bombarderos norteamericanos para hacer frente a la amenaza de su vecino del Norte.

En todo caso, el bombardeo de artillería por parte de Corea del Norte contra una isla surcoreana no es un acto casual ni una reacción a las maniobras militares de Corea del Sur.

Tampoco es la primera provocación de Pyongyang.

Es una más desde hace casi seis décadas de conflicto territorial.

Sin embargo, es la primera vez que las fuerzas norcoreanas atacan a civiles.

¿Por qué ahora y con qué objetivo se lleva a cabo esta provocación militar?

La razón principal podría ser que Corea del Norte quiere demostrar su supervivencia y su capacidad de actuación, a pesar de las dos resoluciones de sanciones la ONU.

Pyongyang, en una situación cercana al colapso económico, ha encontrado en las armas nucleares un instrumento de negociación.

El régimen decidió desarrollar esa arma desde los años sesenta, construyendo su laboratorio nuclear en 1964 en Yongbyon.

Desde entonces, no ha cesado de desarrollar su programa nuclear, aunque ocasionalmente haya anunciado paralizaciones del mismo según convenía a la coyuntura política. En febrero de 2005, una vez obtenida la tecnología para la realización de ensayos nucleares, el régimen norcoreano dio a conocer que poseía este tipo de armas.

En octubre de 2006, anunció su retirada de las negociaciones a seis bandas sobre la desnuclearización de la península y que reunían a las dos Coreas, China, EEUU, Rusia y Japón.

Hasta esa fecha, Corea del Norte utilizaba esas negociaciones en beneficio propio, como muestra de voluntad negociadora.

Pyongyang asume que disponer del arma nuclear es la única baza de que dispone en el juego con las grandes potencias y Corea del Sur.

Lo que está claro es que no será fácil para la comunidad internacional conseguir que el régimen norcoreano abandone tan valioso instrumento y menos aún como quiere EEUU: un desarme completo, verificable e irreversible.

La segunda razón del ataque apunta al deseo de obtener una posición ventajosa cara a la reanudación de las conversaciones a seis bandas, cuyo objetivo principal -la desnuclearización de la península coreana- no sólo no se ha conseguido, sino que está más lejos de lograrse desde que Corea del Norte realizó sus ensayos nucleares.

Un tercer motivo podría dirigirse al intento de Pyongyang de hacer publicidad del liderazgo de Kim Jong-un, hijo del dictador Kim Jong-il. Y el cual acaba de ser recientemente ascendido a general, como un paso más en su designación como sucesor.

No sea que su padre -de salud delicada- nos de un disgusto cualquier día de estos.

Es lo que hay… Hay estados totalitarios que, al igual que las monarquías, confían la continuidad de sus regímenes más en la calidad de los genes de los descendientes que en el propio partido que los sostiene. En Cuba hereda el poder el hermano; y en Corea del Norte, el hijo.

Por su parte, el presidente Pyongyang es consciente de que Corea del Sur y sus aliados están dispuestos a ser tolerantes para evitar que se llegue a un enfrentamiento generalizado.

Sin embargo, esta última provocación contra civiles parece haber colmado la paciencia del Sur.

Y es que el presidente Lee ha declarado que habrá represalias «severas» si ocurriera otro acto similar.

 

LA GUERRA DE COREA: UN CONFLICTO OLVIDADO (1950-53)

Todo comenzó con el conflicto bélico entre Corea del Norte y Corea del Sur, que se desarrolló entre el 25 de junio de 1950 y el 27 de julio de 1953.

Ambos beligerantes fueron apoyados por potencias extranjeras afines a su ideología: comunista y capitalista respectivamente.

Se consideró la vez que más cerca estuvieron Estados Unidos y la Unión Soviética de un enfrentamiento bélico directo entre ambas, en el transcurso de la llamada Guerra Fría.

A la finalización de la Segunda Guerra Mundial, la península de Corea -antigua posesión japonesa- fue ocupada por la Unión Soviética y Estados Unidos tomando como línea de división el paralelo 38º.

El estallido de la guerra fría tuvo como resultado la partición de este país en dos estados: en el norte, se estableció en 1948 la ‘República popular de Corea’, régimen comunista dirigido por Kim Il Sung.

Mientras, en la mitad sur de Corea se creó la ‘República de Corea’, régimen autoritario dirigido por Syngman Rhee, fuertemente anticomunista.

El triunfo de la revolución comunista en China el 1 de octubre de 1949 alteró completamente el equilibrio geoestratégico de Asia.

Stalin, que venía de sufrir serios reveses en Europa (como el fracaso del bloqueo de Berlín o el cisma yugoslavo), no pudo resistir la tentación de recuperar terreno en Asia y dio su aprobación a un ataque norcoreano a Corea del Sur.

Así, el 25 de junio de 1950, las tropas de Kim Il Sung atravesaron el paralelo 38º y avanzaron hacia el sur, arrasando prácticamente a las fuerzas surcoreanas, que apenas pudieron replegarse en torno a Pusán.

La reacción norteamericana -para la sorpresa de Stalin- fue inmediata.

Washington pidió la convocatoria del Consejo de Seguridad de la ONU.

De esta manera, conseguiría un mandato para ponerse al frente de un ejército que hiciera frente a la agresión norcoreana.

La ausencia del delegado soviético, que había rechazado asistir a las reuniones del Consejo como protesta por la negativa norteamericana de aceptar a la China Popular en él, propició esta resolución.

Las tropas multinacionales de la ONU (en la práctica, el ejército norteamericano al mando del general MacArthur) recuperaron rápidamente el terreno perdido y el 19 de octubre tomaron Pyongyang, la capital de Corea del Norte.

Tres días antes, el 16 de octubre, tropas chinas con masivo apoyo militar soviético ya habían penetrado en Corea haciendo retroceder al ejército norteamericano.

El 4 de enero de 1951, las tropas comunistas retomaron Seúl.

En ese momento, el general Douglas MacArthur propuso el bombardeo atómico del norte de China.

Una posible actuación que no gustaría tanto el presidente Truman como a la mayoría del Congreso, y así reaccionaron alarmados ante lo que podía llevar al enfrentamiento nuclear con la URSS.

En un enfrentamiento cada vez más abierto, Truman destituyó a MacArthur entre las protestas de la derecha republicana y lo sustituyó por el general Ridgway.
Los rusos, por su parte, manifestaron su intención de no intervenir en el conflicto y su deseo de que coexistieran dos sistemas diferentes en la península.

El «empate militar» llevó a la apertura de negociaciones que concluirían en julio de 1953, poco después de la muerte de Stalin, con la firma del Armisticio en Panmunjong.

En él se acordó una nueva línea de demarcación que serpentea en torno al paralelo 38º, que se sigue manteniendo.

En cuanto al coste de vidas fue muy alto.

Se estima que Corea del Sur y sus aliados tuvieron cerca de 778.000 muertos, más miles de heridos y otros tantos mutilados. Mientras, el bando de Corea del Norte tendría cerca de 1.500.000 de bajas militares, además de 2,5 millones de civiles (entre muertos o heridos), y más de 2 milllones de refugiados.

Así, esta guerra se convirtió tristemente en una de las guerras más sangrientas desde la Segunda Guerra Mundial.

REARME DE ASIA

El último exponente de la carrera armamentística se produjo ayer cuando EE UU y Corea del Sur iniciaron unas maniobras navales en el Mar Amarillo.

China había expresado su disconformidad acerca de estos ejercicios y Corea del Norte advirtió que las consecuencias serían «imprevisibles».

Pero ese no es el único terreno de conflicto en la zona.

El respaldo del presidente Barack Obama a India para la transferencia de tecnología susceptible de uso militar -y el concurso por el que Nueva Delhi planea gastar 8.000 millones de euros en 126 cazas en Estados Unidos, Europa o Rusia- echa leña al fuego de la carrera armamentista desatada en los últimos años.

China considera que las «relaciones estratégicas» entre Washington y la capital india -tras la firma del acuerdo nuclear de 2008- reflejan el empeño estadounidense por cercarla y frenar su influencia en Asia.

Con ello, alienta el interés de Pekín por modernizar sus Fuerzas Armadas y dotarlas del armamento adecuado a su condición de gran potencia.

Pero el rearme chino se observa con gran desconfianza por los países de su entorno, en los que todos compiten por reunir un mayor arsenal.

Según un informe del Instituto Internacional para la Paz de Estocolmo (SIPRI), la transferencia de armas hacia el sureste asiático entre 2005 y 2009 se «incrementó drásticamente».

Las importaciones de armamento crecieron en Indonesia un 74%; en Singapur, un 146%, y en Malasia, el 722%. A estos países se ha sumado recientemente Vietnam, que a finales de 2009 ordenó la compra en Rusia de seis submarinos y 12 aviones de combate por un importe de más de 2.100 millones de euros.

PREVISIÓN FUTURA

Con todo, el conflicto en la península coreana no sólo afecta a los dos protagonistas, sino también a la seguridad del noreste de Asia y de la comunidad internacional.

El terrorismo es uno de los temas actuales de mayor preocupación.

En este sentido, se podría decir que Corea del Norte sopesó el riesgo de un eventual uso del arma nuclear en un territorio pequeño y poblado como es la península coreana. Tal uso no sólo afectaría al sur de la península, sino a toda ella.

Lo que sí resulta más preocupante es la posibilidad de la exportación de la tecnología nuclear a otras dictaduras que justifican el terrorismo.

Corea del Norte debe reconocer que no podrá conseguir sus objetivos con amenazas y violencia.

Y sólo mediante su cooperación con la comunidad internacional, sin armas nucleares, podrá ofrecer la garantía de una vida mejor a su

En definitiva, un ataque de éste a su vecina Corea del Sur sería hoy día una misión suicida, según la opinión de muchos expertos militares.

No sólo porque esta vez las Fuerzas Armadas surcoreanas están mejor preparadas, sino también porque éstas son técnicamente muy superiores al Ejército Popular de Corea del Norte.

No obstante, nadie cuestiona el peligro que supone el supuesto potencial nuclear de Corea del Norte o sus misiles, capaces de golpear cualquier punto en Corea del Sur (Seúl está situada a sólo 50 kilómetros de la frontera).

Mientras tanto, hay dos marines y dos civiles surcoreanos enterrados.

Mientras tanto, la población huye despavorida por miedo a una intervención aún mayor.

Mientras tanto, los aliados americanos y Corea del Sur llevan a cabo maniobras militares -hasta el miércoles-, en un intento de mantener la calma en la zona.

Mientras tanto, atrás ha quedado el décimo aniversario -que se cumplió el pasado 15 de junio- de la declaración conjunta emanada de la primera cumbre intercoreana.

La expectativa de que se instalara un clima de confianza entre las dos Coreas, que en su momento despertó la histórica reunión, no se ha cumplido hasta ahora.

Ya lo decía el político inglés Andrew Bonar Law«No existe la guerra inevitable. Si llega, es por fallo del hombre».

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

Le hérisson

Un elogio de la cultura, la inquietud y la reflexión.

Esa es la esencia de la película Le Hérisson’ (2009), de Mona Achache.

Como la autora del best-seller –Muriel Barbery-, vive en Japón. La veinteañera actriz, guionista y directora francesa Mona Achache sintió una libertad inaudita al adaptar la novela francesa ‘La elegancia del erizo’; convirtiendo en su primer largometraje sin sentir en el cogote la respiración de la autora.

Un hecho extraño en los tiempos que corren, de intervensionismo salvaje, que permitió a la cineasta amoldar a su gusto el insólito encuentro en un edificio burgués de uno de los barrios más burgueses de la capital mundial de la burguesía, París.

El film cuenta en su reparto con Josiane Balasko, Garance le Guillermic y Togo Igawa, entre otros.

Quienes interpretan a Renée, una portera de 54 años, viuda, carente de autoestima y gran amante de la lectura y la cultura.

Paloma, una niña de once años prematuramente madura, con vocación suicida y oprimida en el seno de una familia rica en la que su inteligencia se considera problemática; y a Kakuro Ozu, un elegante hombre japonés que se instala en el edificio en el que ellas viven.

Cine dramático, pero del bueno; pequeñito y sin pirotecnia, que habla de sentimientos sin sentimentalismo.

En concreto el inmueble, ubicado en el número 7 de la calle Grenelle parisiense, se convierte en el «cuarto protagonista», según reconoce su directora: «por ser la guarida del erizo, ese lugar en el que se encuentra a salvo y que le protege de los posibles peligros que acechan en la calle».

Las difíciles relaciones de Paloma con sus padres -él político, y ella carne del psicoanálisis y los antidepresivos- y su hermana.

A quienes graba constantemente con una cámara como prueba del destino humano, que a su juicio desemboca en una pecera, y la anodina vida de Renée, que cuenta con un escondite secreto lleno de libros que le dan toda la vida que no tiene fuera del edificio y de la portería, cambian en el momento en que Kakuru se muda al inmueble.

Un primer intercambio de palabras con Paloma, que habla japonés, y de libros con Renée, marcan el inicio del establecimiento de un triángulo en perfecta armonía que permitirá a la joven encontrar un escondite secreto en la portería de la protagonista, a quien le gustaría emular de mayor.

Y a Kakuru ver más allá de la apariencia de la portera, en quien pronto descubre una compañera de la que disfrutar de la cultura y de la vida, y a Renee mirarse por primera vez al espejo, abrir su corazón y sus secretos y recuperar la autoestima perdida.

Paloma, que cuenta los días que le quedan para conocer el alivio de la muerte -esperando alcanzar con una sobredosis de los antidepresivos de su madre-, consigue finalmente descubrir la verdadera cara la muerte.

Un leif motiv que se presenta lejana a la sensación de alivio con el que ella soñaba y próxima a la crudeza que siempre la acompaña.

Tanto el edificio como el pez rojo de la hermana de Paloma o el gato de Renée, según Achache, se hacen también protagonistas. Una película en la que la feminidad, que recae en Paloma -de la que resalta su «visión cínica»- y Renée, «no sale a la luz por no existir la necesidad y en la que el amor no se asoma a lo sexual para ahondar en lo intelectual y cerebral«.

Las voces de Renée y Paloma tejen, con un lenguaje melodioso, un cautivador himno a la vida.

‘El erizo’ (Premio del Público en la edición 2009 de la Seminci de Valladolid) es pues un pequeño tesoro que nos revelará cómo alcanzar la felicidad gracias a la amistad, el amor, el arte y -por qué no- también el humor.

Frases de la película para pararse a pensar:

«Psicoanálisis y religión rivalizan en su amor por el dolor duradero»

«Lo que importa no es morir, sino lo que se hace en el momento de morir» (…) «Estar dispuesto a amar»

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

Laberinto

(del latín labyrinthus, y del griego labýrinzos)

Es un lugar formado por calles y encrucijadas, intencionadamente complejo para confundir a quien se adentre en él.

El laberinto -como construcción y símbolo- está presente en muchas tradiciones culturales de la humanidad.

Tal y como señala el escritor y semiótico italiano Umberto Eco: «la historia milenaria de este elemento revela la fascinación que siempre ha despertado en el hombre porque, de algún modo, le habla de la condición humana: existen infinitas situaciones en las que es fácil entrar pero de las que es difícil salir«.

Resulta sorprendente que el hombre haya creado espacios que representan su angustia ante las diversos interrogantes de la vida.

Son espacios que el hombre ha construido para escenificar sus preocupaciones ante la incógnita del destino, la opción entre múltiples caminos, el perderse en los mundos burocráticos, o el sumergirse en su propia mente.

Fragmento de la película: «El nombre de la rosa» (1986), de Jean-Jacques Annaud

«EL HILO DE ARIADNA»

El mito del MINOTAURO tiene su origen en la isla de Creta donde, entre los años 2000 y 1400 a. de C., se desarrolló una magnífica cultura que influyó sobre los griegos posteriores.

La leyenda dice que Pasifae, la esposa del rey de Creta -Minos-, enfureció a Poseidón -el dios del mar-. Como consecuencia, este  hizo que Pasifae se enamorase de un hermoso toro blanco y que tuviese el deseo de tener un hijo con él. De esta unión nacio el minotauro, de nombre Asterión, mitad hombre (cuerpo) y mitad toro (cabeza).

Tras el nacimiento del monstruo, Minos encargó a Dédalo -arquitecto y artesano- construir un laberinto para esconder a la bestia.

El laberinto era una construcción inmensa de la cual muy pocos eran capaces de salir vivos de ella. El minotauro se alimentaba cada luna nueva y en el caso de que no saciase su gran apetitivo sembraba terror y pánico en el pueblo.

El rey Minos tenía otro hijo, Androgeo, era un atleta, fuerte y con ciertas habilidades para el deporte (ganó los Juegos Deportivos).

Los atenienses tenían un sentimiento de envidia y celos hacia este individuo, por lo que decidieron quitarlo de enmedio asesinándole.

Este acto llegó a oídos del rey Minos que, con un gran sentimiento de venganza, envistió a Atenas con su gran ejercito por haber matado a su hijo. Atenas por su parte, no pudo soportar la oleada del monarca, planteando  la posibilidad de una capitular.

El rey aceptó pero puso una condición imprescindible: Atenas debía enviar cada nueve años a siete jóvenes y a siete doncellas para ser ofrecidos al minotauro para vengar la muerte de Androgeo. Los ministros atenienses vieron una idea algo injusta por dejar a los jóvenes ante el minotauro, pero era la única salida que tenían.

El rey Minos les dió una oportunidad para salvarse: Si uno de los 14 jóvenes era capaz de escapar del laberinto sano y salvo, libraría a Atenas de tal calvario.

En el tercer envío de jovenes al laberinto se encontraba Teseo -único hijo del rey- ateniense, que se ofreció para acabar con el minotauro de una vez por todas y librar a Atenas del castigo del rey que sufrían desde  hace ya bastante tiempo.

Minos tenía dos hijas, una de ellas se llamaba Ariadna, la cual tenía cierto interés en Teseo.

Ella se la jugó ayudandóle, lo que hizo fue ofrecerle un ovillo de lana para que lo fuese desenrrollando a medida que se adentrase en el laberinto. También le dió un puñal para que se pudiese defender.

Poco después llego el temido día para los jóvenes y doncellas, excepto para Teseo.

Él iba tranquilo, con confianza y valentía. Cuando se adentraron en el laberinto se podían escuchar los bramidos del minotauro. Poco después Teseo y Asterión se encontraron cara a cara. Asterión rapidamente fue a embestir a Teseo, pero que, con gran habilidad le dió una puñalada, haciendo que exhalase su último gemido.

Esta hazaña no sólo significó la liberación de los jóvenes y doncellas de ese momento, sino que también Atenas había sido liberada de tal cruel castigo.

Después de vencer a la bestia (gracias al hilo que le había suministrado Ariadna), Teseo pudo volver sobre sus pasos y salir del laberinto una vez que había destruido al Minotauro. Pero cuando Teseo se disponía a partir decidiendo llevarse a escondidas a Ariadna en su nave, en medio de la mar tuvo lugar una gran tempestad que obligó a que anclasen en la isla de Nossos. Allí Ariadna se quedó dormida en el bosque.

De pronto, y rodeada por una monumental ceremonia, se le apareció el joven más bello que jamás antes hubiera visto. Era Dionisios -dios del vino-, quien le ofreció casamiento y hacerla inmortal.

Su búsqueda fue inútil, y nunca la encontrarían.

En tanto, en Atenas cundía la tristeza. El anciano rey iba todos los días a la orilla del mar, esperando ver a su hijo retornar. Al fin, el barco apareció en el horizonte. Pero traía las velas negras y el anciano desesperó. Y es que Teseo, abatido por la desaparición de Ariadna, había olvidado izar las velas blancas, signo de su victoria. Loco de dolor, el rey Egeo se arrojó al mar (que desde entonces lleva su nombre). Pasó el tiempo y los atenienses reunidos en asamblea ofrecieron la corona a Teseo, quien se casó luego con Fedra y reinó por largos años.

Y es por este mito por el que aparece la expresión que todavía se utiliza “El Hilo de Ariadna“, para referirnos al instrumento de que nos valemos para encontrar el camino que conduce a solucionar un problema complicado.

Es válido en sí mismo en tanto nos habla de los ingenios, deseos y pasiones humanas que perduran a través de los milenios, a pesar de los cambios tecnológicos. Cada uno podrá extraer enseñanzas de esta historia, siendo el carácter didáctico lo que más solían apreciar los griegos en sus mitos: el contraste entre la ingratitud de Teseo y la generosidad de Dionisios.

Laberintos UNICURSALES

El Centre de Cultura Contemporània de Barcelona está dedicando una exposición a los laberintos.

La muestra realiza un repaso del concepto y la representación del laberinto a lo largo de la historia –haciendo una clara distinción entre laberintos de recorrido único, unicursales (Labyrinths), y de recorrido múltiple, multicursales (Mazes).

Fuí pues el otro día al CCCB con dos amigos -Maite (crítica de arte) y Maurizio (italiano por los cuatro costados)- a ver la expo Por laberintos’. Y acabé al final deseando encontrar la salida.

Es lo que tiene el laberinto: no puedes resistirte a entrar en él, pero una vez dentro lo que te obsesiona es salir cuanto antes.

Acabas sabiendo que en el mítico laberinto de Creta -padre fundacional del género-, el hilo de Ariadna no hacía ninguna falta.

Y es que los laberintos unicursales te llevan de la entrada al centro y de ahí a la salida sin posibilidad de desviación.

De modo que Teseo no podía más que encontrar al Minotauro: que saliera del lío diseñado por Dédalo dependía, pues, de su habilidad por acabar con la bestia y no de acertar con el único camino de vuelta posible.

De hecho, la exposición te enseña también que los laberintos multicursales -donde hay muchos recorridos ciegos- son un invento relativamente reciente, del siglo XV. Y te explica el por qué de este retraso: el Renacimiento puso al hombre en el centro del laberinto universal y ese hombre cognitivamente procede por ensayo y error, vuelve atrás cuando encuentra el camino cerrado y ensaya otro itinerario.

Es lo que Umberto Eco, que prologa el catálogo, llama el laberinto manierista: una estructura de árbol, con muchas ramas muertas que no llevan a ninguna parte y una sola que conduce a la solución.

Laberintos MULTICURSALES

Aquí, se plantea el problema de la necesidad del hilo de Ariadna para salir de él; como “memoria externa” que nos ayuda a reconstruir los pasos que nos devuelven a la entrada del laberinto.

De hecho, se dedica una sala a la relación entre laberinto y memoria, con un hormiguero como pieza central que permite una aproximación al tema desde la perspectiva de las ciencias de la naturaleza.

Los comisarios de esta muestra son dos sabios del laberinto.

Ramon Espelt, autor de ‘Laberints’, rastrea influencias del género en el arte, la arquitectura, la literatura, la música, la danza y el cine.

Y también se hace mención a autores tan influyentes como Friedrich Dürrenmatt, Martha Graham y, por supuesto, Jorge Luis Borges. Para quienes el laberinto ha sido un tema importante en su obra.

El segundo comisario sabio en materia de dédalos es el arquitecto Óscar Tusquets, el cual ha diseñado la muestra -naturalmente- como un laberinto en cuyo centro se halla el Minotauro.

La fuerza simbólica de esta figura es extraordinaria, pues pasa al cristianismo encarnada en el demonio o bien en Dios, transformándose así el laberinto en metáfora de una vida tortuosa que conduce a la salvación o a la condenación, dependiendo del camino que se tome.

Al final de la exposición hay instalada una cámara de los espejos, siguiendo el modelo de Leonardo da Vinci.

El famoso genio renacentista que le dio (al igual que al protagonista del último film de Francis Ford Coppola, Tetro) por escribir manuscritos secretos de una forma que sólo eran legibles a través de un espejo.

Así uno se convierte en su propio Minotauro o en sus propios demonios entrando y saliendo de las celdas de la biblioteca borgiana. Inquietante.

Tal y como reza el vídeo promocional: El cerebro se inventó para salir de casa. La memoria para volver a ella.

 

La metáfora se cierra: al final del laberinto espera la muerte.

El dibujante rumano Saul Steinberg (1913-1999) ilustra con este garabato la representación imaginada de las trayectorias posibles de una vida. La vida entonces sería un viaje entre A (el nacimiento),y B, el final, la muerte.

«El laberinto es, todos lo sabemos, un mito. También es una metáfora, un espacio simbólico.

No es una cárcel con las puertas y las ventanas clausuradas. No es la privación de la libertad. El laberinto es la imposibilidad de encontrar la salida. Espacio paradójico por excelencia que conduce a la desesperación.

Sabes que está abierto, sabes que tiene una entrada y que por ella se puede volver a salir, pero todos los intentos por encontrarla son vanos. Esa posibilidad de salir y no poder hacerlo, te consume mortalmente.

Toda la vida en el laberinto se reduce a eso, a buscar obsesivamente la imposible salida…

Pero hoy, todo está degradado, trivializado y estoy casi seguro que existe laberintos para turistas perfectamente señalizados y anodinos. Carentes, por lo tanto, de riesgo por la pérdida de la libertad». (bloguero Juan Yanes)

En definitiva, siempre hay una salida; si sabes cómo.

Exposición Per Laberints (hasta el 9 de enero de 2011)

De martes a domingo, y festivos: de 11 a 20h

Jueves: de 11 a 22h

Cerrado: lunes no festivos

www.cccb.org

Y como todo laberinto, siempre hay un final.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

Felicidad Interior Bruta

Charles Chaplin escribió que la vida es tan corta que sólo nos alcanza para ser amateurs.

Esta afirmación también se puede aplicar al llamado arte de vivir. Cuando ya vamos aprendiendo, la función se termina. No hay recetas mágicas, y cada persona sabe en qué consiste su particular modo de alcanzar ese arte.

Con miedo, enfado o envidia (o con dolor de muelas) difícilmente podemos tener la percepción subjetiva de estar viviendo bien. Lo mismo sucede si estamos en una playa paradisiaca tomando el sol y enfurruñados con la pareja, o pensando en el trabajo que nos espera en septiembre. El arte de vivir pasa necesariamente por observar, y cuidar, lo que pensamos y sentimos.

Los países, y sobre todo en tiempos de crisis, miden lo bien o lo mal que vivimos por la situación económica. Pero como afirma el filósofo Jordi Pigem, el producto interior bruto solo mide transacciones económicas, y sabe muy poco del auténtico bienestar de las personas.

«La codicia, la hostilidad y la ignorancia son tres venenos que han crecido en el mundo materialista, hasta encontrarlos hoy institucionalizados en nuestros sistemas económico, político, y mediático”, afirma Pigem en su libro La buena crisis (editorial Kairós).

Y afirma además que un progreso en la generosidad, la solidaridad y la sabiduría contribuirían a pasar de una sociedad basada en el crecimiento económico a otra basada en el crecimiento vital.

La alternativa más interesante al PIB no ha surgido de los ordenadores de una institución académica, sino de los tranquilos valles de Bután, un enclave budista en el corazón del Himalaya.

En este reino se creó la felicidad interior bruta (FIB), que combina siete ámbitos de bienestar: físico, mental, ambiental, laboral, económico, político y social. Su promotor fue el monarca Jigme Singye Wangchuck -que desde el día de su coronación en 1974- está apostando por el desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo, la preservación y promoción de la cultura, la conservación del medio ambiente y el buen gobierno como pilares de la felicidad nacional.

Ser feliz es desear menos

Según la Organización Mundial de la Salud, en 2020 la depresión será la segunda enfermedad más extendida, superada sólo por enfermedades cardiovasculares.

Por ahora, lo que sabemos es que el suicidio es la primera causa de muerte entre los jóvenes. El estrés, la ansiedad y la depresión (seis millones de personas) son la segunda causa de baja laboral en España.

En Occidente nos hemos fijado en el desarrollo intelectual de las personas, pero no en el desarrollo emocional. Pero, ¿cómo llevar a cabo ese cambio? Pues para la filósofa Elsa Punset, con el viejo conócete a ti mismo de los griegos. “Aunque ellos no nos decían cómo. Se trata de conocer y gestionar nuestros mecanismos emocionales. Es decir, lo contrario a la represión emocional que hemos ejercido hasta ahora”.

Ser feliz es cuestión de voluntad

Hay estados de ánimo que aportan ventajas, y otros que son muy disfuncionales y nos generan un enorme sufrimiento.

Un ejemplo: la ira.

La ira es como un cubo lleno de agua sucia. Cuando nos enfadamos, o bien lanzamos el oscuro contenido de ese cubo a la cara de quien nos ha provocado la ira, o bien callamos, de modo que nos lo lanzamos encima. Lo ideal sería lanzar el agua sucia a un terreno neutro; practicando deporte, por poner un ejemplo. Y después, cuando estemos ya tranquilos, expresar al otro cómo nos hemos sentido, con asertividad. Por eso no es recomendable escribir e-mails cuando estamos enfadados. Así se estropean muchas relaciones interpersonales.

Lo cierto es que nadie nos ha enseñado a gestionar nuestros pensamientos.

Tenemos cada día entre 40.000 y 60.000 pensamientos, y a la mayoría les hacemos caso. Miriam Subirana, profesora de meditación, es de las que piensan que el pasado, en gran medida, nos impide ser libres. Vivir del recuerdo es no gozar plenamente del presente. Vivir del recuerdo nos debilita. Es como ser un enchufe que se conecta a una toma de corriente por la que no pasa la corriente. Vamos perdiendo nuestra energía. Queremos revivir una experiencia que ya pasó, y finalmente nos sentimos decepcionados y con un gran desgaste emocional y mental”.

Todos los sabios orientales coinciden en que el arte de vivir se basa, en buena medida, en nuestra conexión con el momento presente. Y muchos de los pensamientos sobre el futuro son proyecciones negativas, como el miedo, que normalmente no sirve para nada (aunque a veces es amigo de la prudencia).

El psiquiatra Víctor E. Frankl, que fue una de las víctimas de Auschwitz, afirmaba que a la persona se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas: “La elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias”. A menudo no podemos elegir los hechos, pero sí el cómo enfrentarnos a estos hechos.

Según el budismo, la mayor parte del sufrimiento es creado por uno mismo.

El mundo que nos rodea, nuestro cuerpo, nuestros pensamientos y sentimientos están en constante cambio. En términos budistas este cambio se conoce como impermanencia. Aceptar que todo es impermanente y no aferrarnos a las cosas ni a las personas.

Casi nada de lo que nos ha proporcionado felicidad lo hemos logrado con dinero.

Asumir la propia ignorancia es un trago amargo, pero necesario para poder crecer y evolucionar como seres humanos.

A día de hoy seguimos creyendo que la felicidad está vinculada con lo que tenemos y hacemos, marginando por completo lo que somos. Por eso formamos parte de una sociedad materialista, construida sobre tres pilares: el trabajo, el consumo y el entretenimiento. Sin embargo, esta manera de pensar y de actuar está resultando del todo ineficiente e insostenible.

La paradoja es que tenemos más riquezas que nunca, pero somos mucho más pobres. Prueba de ello es que el vacío existencial se ha convertido en la enfermedad contemporánea más extendida, y el Prozac y el Tranquimacín, en dos ‘compañeros de viaje’ de muchos españoles.

El año pasado la venta de tranquilizantes alcanzó los 52 millones de unidades -sólo en el sistema sanitario público-, según el Ministerio de Sanidad.

Eckhart Tolle (ver blog) se ha convertido en un referente del desarrollo personal. Sus libros El poder del ahoraUn nuevo mundo recogen sus experiencias de aprendizaje y transformación, mostrando a los lectores el camino para conocer el funcionamiento de la mente y el manejo constructivo de los pensamientos.

A juicio de Tolle, «nuestras emociones, sentimientos y estados de ánimo no tienen tanto que ver con lo que nos pasa, sino con la interpretación que hacemos de lo que nos pasa».

La mala noticia es que «no es fácil abandonar el hábito mecánico de ver e interpretar lo que nos sucede de forma egocéntrica y reactiva«. La buena es que «cuando aceptamos que somos los únicos responsables de nuestro sufrimiento, nos damos cuenta de que podemos dejar de herirnos, cambiando nuestra manera de pensar y de relacionarnos con nuestras circunstancias«.

Eso sí, cabe diferenciar entre el dolor y el sufrimiento.

Por ejemplo, si de pronto nos empieza a doler la cabeza, podemos quejarnos o incluso luchar contra él, lo que nos acarreará una dosis de sufrimiento. Por el contrario, podemos aceptar que nos duele la cabeza tumbándonos un rato o tomarnos una aspirina. Así, el dolor es físico, y el sufrimiento, emocional: lo creamos en nuestra mente en función de lo que pensamos acerca de lo que nos pasa. De ahí que el dolor sea inevitable, y el sufrimiento, opcional.

Estadísticas hay muchas, pero no tal como la que realiza la Base de Datos Mundial de la Felicidad (World Database of Happiness). Este ranking mide la felicidad de los habitantes de 148 países teniendo en cuenta promedios de esperanza de vida con parámetros que valoran el grado de satisfacción de las personas. Sus resultados muestran cuántos años y cómo de feliz vive una persona en un determinado país.

España se encuentra en la posición numero 16 del ranking.

Si la felicidad es nuestra verdadera naturaleza y ya está en nuestro interior, ¿por qué nos cuesta tanto ser felices? ¿Por qué nos empeñamos una y otra vez en seguir los dictados de nuestros deseos? ¿Por qué nos aferramos a hacer realidad nuestras expectativas?

El doctor en psicología Martin Seligman -uno de los impulsores del movimiento conocido como «psicología positiva»ha descubierto que «el primer paso para conectar más a menudo con la felicidad es asumir la responsabilidad y cultivar la sabiduría«.

You could be happy

Al fin y al cabo, no es tan difícil ser feliz…si sabes cómo.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán


Soledad-Silencios

«Tal vez sea que la vida a veces da tales vueltas que no queda ya absolutamente nada que decir«

«Es un dolor extraño (…) Morir de nostalgia por algo que no vivirás nunca»

Extracto del libro «Seda», de Alessandro Baricco

«Un guerrero de la luz usa la soledad, pero no es usado por ella»

(por Paulo Coelho)

Pensamientos recogidos por Iñigo Ortiz de Guzmán

…adeus Saramago

EL ESCRITOR QUE SIEMPRE EXPRESÓ LO QUE SENTÍA

El mundo de la cultura está de luto

“Escribo para desasosegar, para no dejar que la gente se duerma y decirles que lo malo está ahí esperando”

Portugués de nacimiento y de corazón, español por amor,… José Saramago ha dejado de lado su máquina de escribir y sus inseparables gafas para cumplir con aquello que tanto repitió en sus novelas. Un tema tabú para muchos, pero no para el Nobel de Literatura: la muerte.

Sin pausa pero sin prisa, así vivió su vida. «Nuestra única defensa contra la muerte es el amor», dijo en una ocasión José Saramago. También lo hicieron las 36 novelas que escribió a lo largo de su carrera y que fueron reconocidas con el Premio Nobel en 1998, pasando así a ser el único escritor de habla lusa en hacerse con tal galardón.

Persona de firmes convicciones, José Saramago es capaz de «estar al lado de los que sufren y en contra de los que hacen sufrir«; «hombre de una sola palabra, de una sola pieza«, como lo definió su mujer, la periodista granadina Pilar del Río.

Saramago reconocía siempre que él no tenía poder para cambiar el mundo, pero sí para decir que era necesario cambiarlo. Y lo decía en ese «espacio literario enorme» que para él era la novela, en la que, con su habitual modestia, aseguraba no haber «inventado nada». «Sólo soy alguien que, al escribir, se limita a levantar una piedra y a poner la vista en lo que hay debajo».

Sus viajes por los cinco continentes le servían también para animar a los oyentes a reaccionar ante el mal funcionamiento del mundo, «a indignarse, a no quedarse en esa especie de inercia de rebaño» que caracteriza al hombre actual. «Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan se puede decir que nos merecemos lo que tenemos», comentaría el genial narrador del siglo XX.

En innumerables ocasiones había pedido un debate en profundidad sobre el sistema democrático, convencido como estaba de que el verdadero poder no reside en los gobiernos sino en las multinacionales. «Hablar de democracia es una falacia«, solía decir.

Militante comunista durante buena parte de su vida, criticó incluso a la izquierda. Asimismo, se caracterizó por apoyar las causas sin causa, por encabezar las manifestaciones contra las guerras, además de apoyar la causa saharaui.

Precisamente, su última aparición pública fue en noviembre del año pasado en el aeropuerto de Lanzarote -donde residía desde 1993-, y honrar con su presencia el conflicto del denominado Caso Aminatu Haidar. La activista que estuvo 32 días en huelga de hambre tras ser expulsada ilegalmente de El Aaiún.

Fue poeta antes que novelista de éxito y antes que poeta, pobre.

Hijo y nieto de campesinos, el escritor nació en 1922 en la pequeña aldea de Azinhaga, a 100 kilómetros de Lisboa. Tenía tres años cuando su familia emigró a la capital, donde las penurias rurales se tornaron en penurias de ciudad. Así, el futuro escritor se formó en la biblioteca pública de su barrio mientras trabajaba en un taller después de abandonar la escuela para ayudar a mantener la escasa economía familiar.

Antes de dedicarse de lleno a la literatura y de convertirse en uno de los mejores novelistas, Saramago trabajó en oficios como los de cerrajero, mecánico, editor y periodista.

Publicó su primera novela en 1947, Tierra de pecado. Por esa época prendió en él la conciencia política que siempre le acompañó y que le llevó a afiliarse en 1969 al Partido Comunista Portugués -clandestino durante la dictadura de Salazar-.

Tras un largo silencio de casi veinte años, en los que estuvo sin publicar porque no tenía «nada que decir», Saramago se atrevió con la poesía entre 1966 y 1975 y publicó Poemas posibles, Probablemente alegría y El año de 1993.

El reconocimiento mundial no le llegó hasta los sesenta años, con Memorial del convento, la novela que, según ha contado Pilar del Río en más de una ocasión, propició su relación amorosa con el escritor. A la periodista y posterior traductora de la obra de Saramago le impresionó tanto la lectura de ese libro (Premio del Pen Club Portugués) que se fue a Lisboa a entrevistar a su autor en 1986. Dos años más tarde se casaron.

La fama internacional le vino con El año de la muerte de Ricardo Reis. Centrada en la figura del heterónimo de Fernando Pessoa, el gran poeta del Portugal moderno, la novela es un intenso retrato de Lisboa de la mano de un poeta imaginario que, igual que pasó nueve meses en el vientre materno, ha de pasar un tiempo equivalente desde la muerte del hombre que lo creó antes de desaparecer definitivamente.

En ese tiempo, a partir de 1984, la actividad de Saramago se vuelve frenética. Una laboriosidad que le ha acompañado hasta su muerte con la escritura incansable de novelas, diarios, obras de teatro y hasta un blog.

Con El evangelio según Jesucristo (1991), su visión heterodoxa del mesías cristiano levantó una polémica que arreció cuando el gobierno de su país se negó a presentar el libro al Premio Literario Europeo. Un gesto que le hirió sobremanera, e hizo que emigrara a la localidad lanzaroteña de Tías, donde el viernes falleció a causa de una leucemia.

La misma polémica de tintes religiosos se reprodujo en 2009 al hilo de la publicación de una novela considerada hiriente por la jerarquía católica lusa, Caín.

Meses antes, el escritor se había visto envuelto en otro rifirrafe. Esta vez en Italia: su editorial de siempre, propiedad de Silvio Berlusconi, se negó a publicar El cuaderno, un libro basado en el blog del escritor, que no ahorraba en él críticas al primer ministro italiano.

Pero no todo fueron cortapisas.

El año 1995 fue especial para él, con la obtención del Premio Camoens al conjunto de su obra y la publicación del Ensayo sobre la ceguera, primera entrega de su trilogía sobre la identidad del individuo, que continuó con Todos los nombres (1998) y cerró con Ensayo sobre la lucidez (2004).

El primer volumen de la trilogía fue llevado al cine en 2008 por el director brasileño Fernando Meirelles con el título de «Blindness». Una obra suprema.

Novelas que junto a La caverna o El Hombre duplicado llevan al terreno narrativo reflexiones sobre el consumo, la sociedad de masas, el sistema democrático o la idea de la muerte. Muchas de ellas parecen nacidas de una pregunta: «¿qué pasaría si?» Si la gente votase masivamente en blanco en unas elecciones, si alguien decidiese vivir al margen de la economía capitalista, si se encontrasen dos hombres totalmente idénticos. Otra de esas preguntas era qué pasaría si la gente dejase de morir.

Sólo él sabía que había cosas que sólo suceden en la imaginación crítica de un escritor de novelas.

En los últimos años, Saramago no dejó pasar demasiado tiempo entre novela y novela. Era consciente de su edad y, como lo dijo en una entrevista, si tenía «aún algo para decir», lo mejor es que lo dijera «cuanto antes».

Lo cierto es que nunca escribió un mal libro.

La muerte le ha sorprendido cuando preparaba una novela sobre la industria del armamento y la ausencia de huelgas en este sector.

En su último libro, Las pequeñas memorias, entrelazó los recuerdos de su infancia: «He intentado no hacer nada en la vida que avergonzara al niño que fui», dijo cuando se publicó esa obra en 2006.

«Espero morir como he vivido, respetándome a mí mismo como condición para respetar a los demás y sin perder la idea de que el mundo debe ser otro y no esta cosa infame».

Música: Dulce Pontes- «Cançao do Mar»

Los que le hemos leído, le echaremos en falta.

…obrigado.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán




«Lo eres todo»

Significado de la vida, la amistad y el amor

Cada vez que veo tu fotografía
descubro algo nuevo
que antes no veía
y me hace sentir lo que nunca creí.
Siempre te he mirado indiferente,
eras tan solo un amigo
y de repente lo eres todo, todo para mí,
mi principio y mi fín.
Mi norte y mi guía, mi perdición,
mi acierto y mi suerte, mi equivocación,
eres mi muerte y mi resurrección,
eres mi aliento y mi agonía
de noche y de día,
te lo pido por favor,
que me des tu compañía
de noche y de día… lo eres todo.
Dame tu alegría, tu buen humor,
dame tu melancolía,
tu pena y dolor,
dame tu aroma, dame tu sabor
dame tu mundo interior,
dame tu sonrisa y tu calor,
dame la muerte y la vida,
tu frío y tu ardor,
dame tu calma, dame tu furor,
dame tu oculto rencor.

«El amor consiste en dar más que recibir»

Por Iñigo Ortiz de Guzmán