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YOROKOBU

ESTAR FELIZ (en japonés)

Jean Paul Sartre: «Felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace»

Estoy ilusionado/feliz de presentar mi nueva propuesta de diseño audiovisual, a la que he llamado YOROKOBU.

Una manera más eficaz y rápida de presentar mi blog periodístico –Retazos del Mundo-, así como fotografías, vídeos y tendencias musicales.

En definitiva: Un todo en uno…

Compromiso: actualización diaria.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán

Drogadicción, a debate

Parece que fue ayer, pero han pasado 20 años desde que el Ministerio de Sanidad lanzara las conocidas campañas de planificación familiar ‘Póntelo. Pónselo‘ o el ‘Si Da, No Da‘.

Fueron los primeros mensajes de salud pública que aparecieron en los medios de comunicación españoles, un método que ha demostrado ser eficaz para promover hábitos saludables.

Un gusano introduciéndose por la nariz, varios adolescentes ebrios dándoles las gracias a sus padres, un joven que cree que está aparcando bien el coche pero en realidad lo está destrozando, la foto de una niña que «fuma un paquete al día» o el polémico Con koko, yo gozo mogollón. Éstas son algunas de las campañas lanzadas en nuestro país para reducir o prevenir el consumo de cocaína, alcohol y tabaco, entre otras.

Gusten o no, son útiles.

El objetivo es concienciar a los ciudadanos de los riesgos que conllevan ciertas costumbres y de promover otras como la práctica de ejercicio o la dieta sana.

En todo caso, existen ciertas diferencias en función del hábito promocionado.

Los eslóganes dirigidos contra el tabaquismo, por ejemplo, han contribuido a disminuir el número de adictos, mientras que aquellos relativos al consumo de alcohol (salvo los relacionados con la conducción) no han tenido demasiado éxito.

Según un análisis publicado en la revista The Lancet«los cambios a corto plazo se pueden alcanzar» gracias a estas campañas pero «los efectos a largo plazo son difíciles de mantener una vez que éstas finalizan«.

En esto de lanzar mensajes masivos, las autoridades sanitarias tienen la dura competencia de las tabaqueras, los productores de bebidas alcohólicas, las cadenas de comida rápida, etc.

A esto hay que sumar, señala un editorial en la misma revista, la exposición de los menores al consumo de tabaco y alcohol en la televisión y las películas. Por eso, se afirma, estos mensajes son más eficaces cuando se combinan con otras medidas como programas educativos o estrategias legales (subir impuestos, limitar el uso…).

DROGAS: legalización sí o no

¿Debemos, como país, como sociedad, permitir el libre uso de substancias consideradas peligrosas para la salud?

Mucho se ha escrito, se ha dicho y se ha discutido al respecto, aunque sin especificar, claramente, a qué drogas nos estamos refiriendo. La marihuana parece ser la más popular, la más conocida… Su daño se puede equiparar, en líneas generales, al del tabaco. Una droga aceptada y socialmente habitual. Tiene efectos dañinos, sí, pero menores que los de la nicotina.

Pero, si hablamos de la cocaína, de la heroína, o del LSD, éstas pueden ser palabras mayores.

El pasado septiembre el ex presidente Felipe González defendió durante un acto en la embajada de México en Madrid la «eliminación de la prohibición» como mejor solución para luchar contra el narcotráfico y la violencia que conlleva. González unía así su voz a la de un grupo de presidentes latinoamericanos que consideran que la represión al consumo, impulsada desde Estados Unidos, no ha ayudado en absoluto a luchar contra la violencia que supone el narcotráfico.

Su postura provocó una oleada de reacciones a favor y en contra.

Entre las primeras, muchas de las asociaciones que ayudan a los drogodependientes, y los que afirman que -de este modo- desaparecería el número de camellos que trafican con ello.

Los partidarios de la legalización, salvo anecdóticas excepciones, consideran que ésta debe hacerse a través de una regulación. No tiene sentido que, comprobados los efectos nocivos que tienen las drogas en la salud y con las restricciones al consumo que sufren tanto alcohol y tabaco, se permitiera la venta indiscriminada de drogas.

En todo caso, la postura común es que no hay que criminalizar al consumidor, tal y como apunta Carmen Moya, delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. «Nuestro enfoque tiene una visión más integral, de prevención, tratamiento y reinserción del drogadicto. A este no hay que criminalizarlo, es un enfermo al que hay que tratar», agrega.

La influencia de cómo afectaría la liberalización al consumo de los adolescentes es una de las brechas claves del debate. Algunos consideran que los jóvenes no se chupan el dedo y que si quieren encontrar la droga, saben perfectamente dónde.

Para Domingo Comas, presidente de la Fundación Atenea y experto en drogadicción, «lo que se consigue con la regulación es reducir el acceso de los adolescentes a las drogas«. Y añade que los jóvenes «tendrían más dificultades de acceso que en la situación actual con las drogas en el mercado negro (…) Cuanto más regularizada está una sustancia, más difícil es el acceso«.

Sin embargo, para José Luis Sancho, responsable de Proyecto Hombre (organismo dedicado a la prevención, tratamiento y rehabilitación de las drogodependencias) en Madrid, la legalización acercaría al consumo a un público adolescente que ahora no se atreve o no tiene acceso a la compra de drogas.

Entre otras voces en contra, se encuentra Lorenzo Nebrera, portavoz de la Confederación Española de Policía (CEP) que -a título personal- considera que «ahora que estamos avanzando en el control del tabaco, legalizar las drogas sería un paso atrás«. En todo caso, se muestra a favor de la regularización de ciertas sustancias, siempre que se demuestre que son útiles para fines terapéuticos.

Como representante de tal asociación, sin embargo no se posiciona en el debate sobre legalización porque «creemos que es un debate sanitario, cultural y educativo, pero no policial. Nuestro deber es cumplir la legislación que esté vigente«.

Un informe de las Naciones Unidas que se ha recogido en la última memoria anual de la Fiscalía Antidroga, pone de relieve que España es proporcionalmente el mayor consumidor de cocaína del mundo.

Un ratio que se sitúa en el 2,6% de los españoles que la consumen normalmente.

El segundo país en el nefasto ranking es EE.UU., con una décima menos.

En total, 13.3 millones de personas consumen la cocaína en el mundo que -según la ONU-genera unas ventas a escala mundial de más de 400.000 millones de dólares al año.

Datos escalofriantes que nos tienen que hacer pensar. El debate ha estado y seguirá estando tristemente abierto.

Como decía el filósofo y pensador francés, Jean Paul SartreEl hombre nace libre, responsable y sin excusas.

Cada uno es libre de pensar, hacer y ser lo que uno crea conveniente. Pero, en ocasiones, hay consecuencias nefastas.

Por Iñigo Ortiz de Guzmán