Estados Unidos vota hoy en las elecciones legislativas que renuevan la totalidad de la Cámara (435 miembros) y un tercio del Senado (37 de 100).
Pues bien, en California, además de elegir al sucesor de Terminator, sus ciudadanos votarán si legalizan el consumo recreativo de marihuana (o cannabis), una vez presentadas las 434.000 firmas necesarias para someter la propuesta a referéndum.
Como todo en la vida, están los que están a favor y los que no quieren ni saber del tema.
En caso de aprobarse esta Proposición de Ley -conocida como la Proposition n.19-, se permitiría a los mayores de edad (21 años) la posesión de esta planta de hasta 30 gramos para uso personal.
Asimismo, se consideraría legal el comercio, así como su cultivo (hasta algo de dos metros cuadrados por vivienda o parcela).
Pero lo más importante es que el Estado podría imponer a su comercialización un impuesto especial semejante al del tabaco.
De esta manera, y según diversos cálculos, ingresaría alrededor de 1.000 millones de euros al año.
Y, todo esto, pasa en un estado donde actualmente esa droga ya es legal para uso médico.
California está en quiebra y hasta el republicano Schwarzenegger -que es un Mayor Oreja con muchos bíceps- está a favor de la legalización (la idea proviene del colectivo Demócrata). La propuesta tiene una posición mayoritaria, a tenor de las encuestas.
Y es que si nos atenemos a éstas, alrededor de 100 millones de estadounidenses (un tercio de la población del país) reconocen haber consumido cannabis; y 15 millones de ellos reconocen haber fumado en el último mes.
El consumo de cannabis es simplemente un hecho de vida para un gran porcentaje de los estadounidenses.
A FAVOR
La organización The New Leaf ha hecho su propia campaña en defensa de su consumo.
Y para ello, sus organizadortes han puesto toda la carne en el asador, desarrollando un vídeo en el que se muestran varios datos.
Estiman que, cada año, los californianos mueven 15 mil millones de dólares en transacciones ilegales de la marihuana. Y piensan que con su regulación -vía impuestos, al igual que se hace con el alcohol y los cigarrillos- generaría miles de puestos de trabajos.
Y, de este modo, encontrar el modo para financiar el sistema sanitario, educativo, además de más inversión en infraestructuras.
EN CONTRA
Profesionales del sector afirman que consumir cannabis puede desencadenar o causar psicosis de forma prematura.
La doctora Ana González-Pinto (profesora titular de psiquiatría de la Universidad del País Vasco, y doctora de la Unidad de Psiquiatría del hospital Santiago de Vitoria-Gasteiz), asegura que la edad de comienzo de enfermedades de esta naturaleza, como el trastorno bipolar o la esquizofrenia, puede avanzarse seis o siete años en los consumidores moderados de cannabis; y hasta ocho en el caso de las personas que presentan más adicción a este tipo de droga.
En un país, la estadounidense, que sufre la peor crisis económica desde los años veinte -un índice de desempleo cercano al 10%-, verá con lupa si en California se aprueba hoy la legalización del cannabis. Porque, según sus defensores, sería una buena oportunidad para conseguir más dinero público; y. por tanto, salir de la debilitada actual situación financiera.
ESPAÑA
En nuestro país -como es conocido- se considera delito la compra-venta.
Pero está consentido el consumo, y hasta la tenencia y cultivo, de hierba para uso personal; quedando a criterio del juez qué cantidades exceden de dicho uso.
Ello no impide que cada año más de 200.000 personas sean multadas por fumar un porro en la calle o llevar una china en el bolsillo.
Dentro de la legalidad, se administra con fines terapéuticos a algunos enfermos de cáncer o pacientes en estado terminal, donde se ha demostrado eficaz como paliativo a sus dolores.
Según el Informe Mundial sobre las Drogas 2010 de la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Delito, entre 155 y 250 millones de personas consumen drogas ilícitas en el mundo, un 15% de las cuales (38 millones) son drogodependientes.
La marihuana (su precio en la calle ronda los 3€) es la sustancia más consumida, por entre 129 y 190 millones de personas, seguida de las metanfetaminas, los opiáceos y la cocaína.
Precisamente ayer supimos que el alcohol es más dañino que la heroína y el crack (un derivado de la cocaína que se fuma), según sostiene un novedoso estudio publicado en la revista médica The Lancet.
Nueve de los criterios utilizados en este estudio tienen que ver con el daño que una droga causa en el individuo y otros siete con los daños causados a otros.
Teniendo todas estas cuestiones en cuenta, el alcohol obtiene una puntuación de 72, seguido de la heroína (55) y el crack (54).
El resto de drogas son metanfetamina en cristal (33), cocaína (27), tabaco (26), anfetaminas (23), cannabis (20), ácido gama-hidroxibutírico (18), benzodiazepinas (15), quetamina (15), metadona (14), mefedrona (13), butano (10), khat (nueve), éxtasis (nueve), esteroides anabolizantes (nueve), LSD (siete), buprenorfina (seis) y setas alucinógenas (cinco).
Con estos resultados, los autores del análisis subrayan que el alcohol, además de ser la droga más perjudicial en términos generales, es casi tres veces más dañina que la cocaína y el tabaco.
La Organización Mundial de la Salud estima que las enfermedades y riesgos vinculados al alcohol causan 2,5 millones de muertes al año entre ataque al corazón, problemas en el hígado, accidentes de tráfico, suicidios y cáncer. Se trata del 3,8% de las muertes y el tercer factor de riesgo de muerte prematura y de discapacidad en todo el mundo.
Como nota curiosa, el pasado viernes por la noche en el programa Real Time de la HBO, el actor Zach Galifianakis protagonizó una escena entre divertida y polémica.
Mientras el resto de integrantes del programa discutía sobre el asunto, Galifianakis sacó un porro de marihuana de su bolsillo, lo encendió y comenzó a fumárselo.
LEGALIZACIÓN, ¿SÍ O NO?
Aunque experiencias como la holandesa demuestran que la legalización no eleva el número de consumidores ni constituye la antesala para acceder a drogas más duras, la iniciativa californiana suena a ciencia-ficción.
¿Sería imaginable que fuera posible en España reglamentar la producción y transformación de cannabis, estableciendo si fuera preciso límites a las superficies a explotar como se hace con los viñedos?
¿Podría verse uno a sí mismo comprando en el estanco un paquete de maría perfectamente etiquetado, con su fecha de recolección y consumo preferente, el contenido en cannabinoides, el índice de psicoactividad y un mensaje del estilo “fumar hachís es malo para la salud”?
No estoy muy seguro de eso.
Lo cierto es que a, principios del siglo XX, -comercializados por una compañía francesa- se vendían libremente en farmacias cigarrillos con extractos de cáñamo índico para combatir el asma y la ronquera.
O sea que, quizá, tan malo no será.
Los americanos, en esto, son únicos. Y Barack Obama -en horas bajas, según los sondeos electorales-, puede con todo.
Lo que parece claro es que, de uno u otro modo, la Propuesta 19 soliviantaría a los socios latinoamericanos de EE.UU. en la lucha contra el narcotráfico.
Pero no lo sabremos hasta que cierren las urnas.
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Por Iñigo Ortiz de Guzmán
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