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EUROPA, pasado y presente

CRONOLOGÍA DE LA CREACIÓN DE LA U.E.

El 9 de mayo de 1950, Robert Schuman -Ministro francés de Asuntos Exteriores- presentó su propuesta para la creación de una Europa organizada, requisito indispensable para el mantenimiento de relaciones pacíficas.
Dicha iniciativa, conocida como «Declaración Schuman«, se considera el germen de la creación de lo que actualmente es la Unión Europea.

El 9 de mayo se ha convertido en el símbolo europeo (Día de Europa) que, junto con la bandera, el himno, el lema y la moneda única (el euro) identifican la entidad política de la Unión Europea.

Pero todo comenzó en 1914.

La 1ª Guerra Mundial, y sus nefastas consecuencias, marcarían el inicio del proceso de cooperación.

El conflicto supondría el asentamiento de la voluntad de crear un ambiente en el que no fueran posibles los conflictos bélicos dentro del continente. De esta manera, el Tratado de Locarno firmado por Bélgica, Gran Bretaña, Italia y Alemania en 1925 fijó las fronteras occidentales alemanas.

Tras el final de la 2ª Guerra Mundial, las economías de los países de Europa salieron dañadas de manera crítica, lo que dio fin a la tradicional hegemonía europea en el mundo.

Las dos nuevas superpotencias –Estados Unidos y la Unión Soviética– tenían un poder económico, político y militar superior al del conjunto de los estados europeos. Ante esta situación, numerosas tendencias políticas pretendían reconstruir Europa como una nueva nación unificada, para evitar volver a un enfrentamiento entre los estados europeos.

Así es como tras las declaraciones en 1946 de Winston Churchill para crear los «Estados Unidos de Europa», en 1949 se estableció el Consejo de Europa como la primera organización paneuropea.

Y esto fue el comienzo de la UE, con la llamada comunidad del carbón y del acero de Europa (los dos elementos necesarios para fabricar armas de guerra). Es el primer paso de una unión económica y política de los países europeos para lograr una paz duradera.

Sus seis fundadores fueron Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos tras firmar el Tratado de París (1951). Lo cual fue dio origen a las primeras instituciones, como la Alta Autoridad (hoy la Comisión Europea) y la Asamblea Común (ahora el Parlamento Europeo).

Para crear contrapeso a la CEE, el Reino Unido y otros seis países formaron la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) en 1960. Pero tras el éxito de la Comunidad Económica Europea, los británicos inician negociaciones para su ingreso en 1961. Una pretensión que chocaría con Charles de Gaulle  que se opondría a su ingreso. Un hecho por el que UK tuvo que esperar a que el presidente de Francia se retirara del gobierno para ver aceptada su candidatura.

En 1962 se estableció la Política agrícola común (PAC) al crearse el mercado único para los productos agrícolas.

Los aranceles entre los países miembros fueron suprimidos en 1968, adoptándose un Arancel Común para los productos procedentes de terceros países. De esta manera entró en vigor la Unión Aduanera.

La unión empieza a tener solicitudes de incorporaciones, pero hasta 1973 no se hace una primera ampliación con IrlandaReino UnidoDinamarca.Posteriormente, en una segunda ampliación se incorpora Grecia en 1981, cuya adhesión es impulsada particularmente por Valéry Giscard d’Estaing que busca frenar las aspiraciones de Turquía (enemiga del país heleno en esa época), que busca su ingreso en la unión.

En 1979 los electores europeos eligen por primera vez sus representantes al Parlamento Europeo, a través del sufragio universal. Ese mismo año entró en vigor el Sistema Monetario Europeo (SME), que supuso el primer paso para la consecución de una unión económica y monetaria.

Durante este periodo, el tema económico estaba centrado en buena medida en la PAC, por lo que el gobierno británico exigió una retribución que pasó a conocerse como «cheque británico», ya que en este país la industria agrícola ha tenido menos peso que en otros, como Francia.

En enero de 1985, Jacques Delors asume el cargo de Presidente de la Comisión Europea, iniciando con ello la administración de mayor duración que ha conocido el ejecutivo de la Unión.

El resultado fue la aprobación en febrero de 1986 del Acta Única Europea, una vez que se había hecho efectiva la incorporación de España y Portugal. Dicho escrito se refería a la reforma institucional, lo que conformó la política exterior tal como la entendemos hoy. De hecho, supuso un componente importante en la realización del mercado único (en vigor desde el 1 de julio de 1987).

Delors presidiría en 1986 la adopción de la bandera europea. Dos años más tarde, el Muro de Berlín cayó, junto con la cortina de hierro. La Alemania reunificada y la puerta a la ampliación hacia el antiguo bloque del Este se abre.

Con la reunificación de las dos Alemanias (RDA y RFA), se amplía la superficie de la UE, pero no así el número de estados miembros.

El 1 de noviembre de 1993, en virtud de la tercera Comisión Delors, con el Tratado de Maastricht se hizo efectiva la creación de la Unión Europea.

La esfera de influencia de la UE aumenta significativamente con la incorporación de AustriaFinlandiaSuecia. En 1995 se amplía la unión a la Europa de los 15.

1999 es año clave. El euro como moneda se pone en marcha y el Banco Central Europeo fue creado, fijándose su sede en Fráncfort. El 1 de enero de 2002, billetes y monedas son puestos en circulación, que sustituye a las antiguas monedas nacionales por completo.

Sin embargo, la debilidad político-militar de la organización queda plasmada en su incapacidad para evitar las Guerras Yugoslavas. Como tampoco las Naciones Unidas, que no pudieron evitar la masacre de Srebrenica (julio de 1995) en Bosnia y Herzegovina; el asesinato masivo más grande en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Su solución llegó de mano de la OTAN. Pero para entonces ya se había dejado en entredicho la eficacia de la UE en política exterior.

Es ahí cuando el 1 de mayo de 1999 -mediante el Tratado de Ámsterdam– crea la figura del Alto Representante. Una especie de ministro de exteriores, con el español Javier Solana a la cabeza.

El Tratado de Niza, que entró en vigor el 1 de febrero de 2003, hizo los preparativos finales antes de la ampliación de 2004 a diez nuevos miembros: Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, República Checa, Hungría, Eslovaquia, Eslovenia, Malta y Chipre.

En 2007, la quinta ampliación se completó con la adhesión de Rumanía y Bulgaria el 1 de enero. Lo que conforma la actual Europa de los 27.

ACTUALIDAD

Ahora es tiempo de repasar dónde está la UE. Lo cierto es que a pesar de la constante percepción de crisis que se vive dentro de la Unión, su Producto Interno Bruto es el mayor del mundo, según el Fondo Monetario Internacional.

Por otra parte, la influencia político-militar de la UE comienza a tomar fuerza, como ha quedado confirmado con su papel en la crisis que enfrenta desde 2005 a Irán con los cinco miembros permanentes Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. A ello se suma la presencia militar de la UE en Afganistán y su considerable despliegue de fuerzas en la ex Yugoslavia, donde su intervención ha sido determinante en el mantenimiento de la paz.

Pero…en la actual crisis financiera internacional, habría que preguntarse: ¿Puede ser la Unión Europea un agente global con voz propia o está perdiendo posición frente a China?  ¿O es víctima de su propio éxito? ¿Pierde ambición e ilusión su proyecto?  ¿Está Europa, como ha alertado el filósofo francés Edgar Morin, sonámbula y necesita despertar?

Sin duda, la entrada en vigor del Tratado de Lisboa el pasado 1 de diciembre de 2009 se ha visto ensombrecida por varios acontecimientos. A saber:

1- La Cumbre de Copenhague sobre el Cambio Climático (diciembre de 2009), en la que el acuerdo final se fraguó entre EEUU, China, India, Brasil y Suráfrica (algunos de los principales países emergentes), a espaldas de la UE y al margen de la ONU, institución responsable de la Conferencia.

2- La reciente entrada en vigor de la mayor zona de libre comercio mundial en Asia. El pasado 1 de enero de 2010 China, Brunei, Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur y Tailandia crean un espacio prácticamente libre de aranceles, y de costos más reducidos de comercio, para 1.900 millones de personas (casi cuatro veces más que la UE).

3- El anuncio de que el presidente de EEUU, por primera vez en la historia, no participará en la próxima Cumbre Anual EEUU-Europa (Madrid, mayo de 2010).

4- La crisis económica mundial ha afectado mucho más a Europa (junto a EEUU) que a otros países (China, India, Brasil, Perú, Australia, Corea, Indonesia, etc.).

Lo que está claro es que algo está cambiando en el mundo, tal y como nos recuerda Parag Khanna. Para el investigador americano, la UE es “el imperio más popular y próspero de la historia porque no domina, sino que disciplina”.

En definitiva, este analista destaca que los incentivos de la europeización -la libre circulación, la adopción del euro como moneda única y las subvenciones- son demasiado buenos para no quererlos. O sea que tal mal no lo estaremos haciendo…

En todo caso, es verdad que aunque la marca “Europa” goza en el mundo de un alto prestigio, la UE necesita un nuevo impulso. Que surja de sí misma.

La Europa de 490 millones de ciudadanos debe transformarse para liderar una economía global basada en la innovación. Si no, nos quedaremos al albor de lo que durante tanto tiempo nos ha costado llegar a ser, a sentir, a pensar, y a compartir entre nuestros vecinos.

¡Es la Europa social! No podemos perder el tiempo, ni la oportunidad de dar ejemplo, siempre -eso sí- siendo convincentes con los ideales que nos han marcado durante décadas.

En diciembre de 2007, el Consejo Europeo encargó a una docena de personalidades un diagnóstico sobre los desafíos de Europa. Se trataba entonces de frenar el declive institucional.

Hoy -después de casi dos años y medio después- el llamado Grupo de Reflexión, presidido por Felipe González, dará a conocer en Bruselas sus conclusiones. De lo que se trata es de refundar y aplicar medidas radicales en la UE para salvar el sueño gestado tras la II Guerra Mundial.

Y es que se vió que el Tratado de Lisboa no ha servido para dinamizar las instituciones, cada vez más relegada en la escena internacional, sacudida por la recesión mundial y amenazada por la crisis griega.

Poco se sabe todavía. Pero entre las soluciones de los ‘Sabios’ parece haber varios puntos en común. Como que Europa no puede prescindir de la energía nuclear, que debe dar entrada a Turquía, renunciar a las jubilaciones anticipadas, cambiar la política migratoria para potenciar la inmigración cualificada, e impulsar de forma decisiva la investigación científica y tecnológica.

Todavia queda mucho por andar…

Por Iñigo Ortiz de Guzmán